domingo, 23 de octubre de 2011

¡Ni un solo impuesto más para los trabajadores y el pueblo pobre de Costa Rica!

Por Johanán L.
El “nuevo” plan fiscal


En las últimas semanas el gobierno ha dejado claro que el plan fiscal sigue contando con una prioridad indiscutible en su agenda y que hará todo lo necesario para lograr su ejecución, tal como quedó reafirmado en los numerosos encuentros que resultaron en la firma de un “nuevo” texto acordado recientemente con la fracción quizá más representativa de sus “rivales”: el PAC, y que sin duda significa un triunfo político parcial de Chinchilla y sus diputados frente al resto de fracciones legislativas.

A propósito de este acuerdo, no han dejado de aparecer noticias alrededor de los puntos acordados entre estas dos fracciones burguesas que entre otras cosas incluyen el cobro de Renta Global (gravamen del total de ingresos incluyendo los especulativos), la Renta mundial (sobre ganancias obtenidas en el exterior), aumento del 5% de renta sobre salarios mayores a ¢4 millones o el impuesto a vehículos con valor mayor a $34,000.00[1].

Esta ha sido la base para que se comience a generar un cierto efecto de legitimidad al plan fiscal, al rodearlo de un matiz “popular” , donde sectores adinerados estarían “pagando su parte” volviendo asimilable para el grueso de los trabajadores y sectores pobres este brutal ataque.
Por supuesto no es más que un espejismo, tomando en cuenta que los principales sectores del empresariado, como el transnacional establecido en las zonas francas continúan en los hechos con sus ganancias intactas[2]

Aún así, este punto ha desatado una intensa reacción de las cámaras patronales, a través de los principales medios de prensa respaldados por entes como el Procomer, ex funcionarios como Marco Vinicio Ruiz y el propio Oscar Arias, creando un discurso al mejor estilo de la campaña “por el SI” al TLC, alrededor de amenazas de incremento de precios en bienes que van desde la construcción hasta los productos agrícolas, y de los supuestos beneficios de las zonas francas, disimulando que más allá de risibles cargas tributarias en uno u otro país, sólo utilizan este país en la medida que puedan explotar mano de obra de la forma más barata e intensa posible al tiempo que utilizan prácticamente gratis recursos clave como la electricidad o las telecomunicaciones.

Uno de estos elementos, la explotación de mano de obra, es bien ilustrado por la relación entre los ingresos totales de estas empresas y los salarios pagados: sólo en el año 2010 las exportaciones de bienes y servicios sumaron $6,165 millones mientras que lo recibido por sus trabajadores alcanzó los $1,060 millones, cifra que representa apenas un 17% del total de ingresos recibidos bajo el régimen de zonas francas[3].

Además, tampoco se alteran en lo más mínimo las políticas de subsidios y exenciones millonarias de las que por años han gozado (y siguen gozando) grandes sectores de la burguesía local ni se cuestiona por el fondo la distribución del gasto público, como por ejemplo el que se destina al fortalecimiento del aparato represivo[4].

Pero principalmente, el grueso del plan fiscal invariablemente recaerá sobre los trabajadores y sectores populares a través del impuesto sobre el valor agregado -sustento principal del plan fiscal- que gravaría con un 14% todos los bienes y servicios no contemplados en la canasta básica. Esta por cierto, se reduciría de 300 productos a 233 mientras se establece la definitiva[5], pues así quedó pactado en el texto sustitutivo. Una ágil jugada del gobierno de la que el PAC se vuelve cómplice.
Es claro que no sólo para el gobierno sino para la burguesía de conjunto el plan fiscal es central, y Oscar Arias lo ilustra al afirmar que “No se puede caer el plan fiscal, las consecuencias de no tenerlo las va a pagar con sangre el pueblo de Costa Rica”[6]. Eso sí, un plan fiscal que no toque ni por asomo las ganancias patronales.

La Alianza por Costa Rica: pieza clave para la política fiscal del gobierno

Si algo posibilitó al PAC una posición para pactar directamente con el gobierno fue la Alianza por Costa Rica que lo catapultó.

Y por si acaso hicieran falta ejemplos sobre el carácter plenamente burgués del PAC, su apoyo al gobierno en este plan medular para su gestión confirma su verdadero carácter: encabezando la “oposición” agrupada en Alianza por Costa Rica, este partido nacido de las entrañas del propio PLN es consecuente con su carácter de clase y una vez más no duda en anteponer por sobre cualquier agenda los intereses del régimen mostrando que no representan ningún tipo de alternativa política.
Pero esto en sí no es novedad. Como tampoco lo es el hecho que el PUSC ha impulsado incansablemente desde la asamblea -a través de la figura de Fishman- la austeridad vía recortes en las instituciones autónomas, cuestión que el gobierno ha comenzado a materializar en la directriz emitida por el Chinchilla y Herrero a principios de setiembre[7].

Lo más llamativo en todo este contexto es que “la verdadera oposición” (según su propio eslogan de campaña electoral), el Frente Amplio, no solo integra la Alianza por Costa Rica en la que convergen todas las fracciones burguesas “opositoras” que claman por la disminución del gasto público (o mejor dicho, despidos y ataques a las condiciones laborales), sino que a pesar de ser minoría en este bloque legislativo fue el grupo más beligerante en proponer como líder de la Alianza a Juan Carlos Mendoza del PAC, sembrando expectativas en uno más de los partidos empresariales.

Al respecto luego de constituida esta alianza incluso apuntaban: “Dijimos que de acuerdo a la voluntad del pueblo expresada en las urnas, la Presidencia del Directorio debería recaer en el Partido Acción Ciudadana, como partido de oposición con mayor número de diputadas y diputados. Celebramos que esa propuesta del Frente Amplio, fuera acogida con madurez y responsabilidad por todas las fracciones.”[8] Y para despejar cualquier tipo de dudas sobre sus objetivos para los siguientes años, y el grado de compenetración con este experimento del que forma parte hasta el Movimiento Libertario, Villalta aclaraba: “Vamos a trabajar, desde el Parlamento y desde la sociedad, por la unidad de las fuerzas progresistas. Tenemos la primera semillita sembrada con la Alianza por Costa Rica. Vamos a cuidar esa semillita, la vamos a regar y la vamos a abonar, para que sea un árbol robusto para el 2014”[9]

Los primeros ataques del gobierno y la necesidad de un plan de lucha para derrotarlos

De forma inicial, medidas como el congelamiento en la creación de nuevas plazas, controles de horarios, entre otros, por los que claman desde el gobierno para la CCSS sustentados en el falso interés del gobierno en rescatar dicha institución, dan una primera muestra de lo que significa el plan de austeridad como elemento central en los planes del gobierno para descargar el déficit fiscal sobre los sectores trabajadores. 

Por otro lado, en las universidades, los ajustes y recortes presupuestarios reflejados no sólo en los ridículos aumentos salariales, sino sobre todo en los recortes de becas y beneficios complementarios, no son otra cosa más que parte de una política de desfinanciamiento que comienza ya a mostrar una tónica para los próximos meses.

Pero sobretodo, no hay que perder de vista que el plan fiscal continúa siendo la punta de lanza del gobierno y los empresarios para descargar sobre el grueso de la población trabajadora y los sectores populares el creciente déficit fiscal. 

La magnitud de estos primeros ataques por sí misma anula la posibilidad de que grupos o fuerzas que respaldan a los partidos burgueses que las impulsan (como el FA) puedan llevar adelante de forma consecuente esta lucha. 

Se hace más bien urgente poner en marcha un plan de lucha a escala nacional, que exija desde las bases a los grandes sindicatos tomar como un eje central la pelea contra los planes de austeridad en el sector público y contra el plan fiscal que afectará sin distinción al grueso de los trabajadores privados y sectores empobrecidos del país, extendiéndolo al resto de organizaciones del movimiento obrero y popular.

Es a través de una lucha como esta que se puede imponer a los empresarios impuestos progresivos sobre sus ganancias, como los $1,450 millones (unos ¢746,700 millones) con los que se contaría hoy si las zonas francas pagaran lo que fue exonerado en los últimos 5 años tan sólo en los mínimos impuestos actuales[10]; y a la vez se podrían eliminar efectivamente las millonarias fugas en exenciones, subsidios, y gastos que sólo sirven a los intereses de los patrones como los destinados a la policía; cuestiones que por sí solas ya arrojarían un superávit fiscal. 

Pero a la par de todo esto, se plantea luchar por el cese del pago de la deuda externa que, indudablemente absorbe de manera creciente miles de millones de colones de los fondos públicos que generamos los trabajadores, lo que contribuye a un déficit fiscal creciente desde hace años, mientras que estos fondos son destinados al pago de intereses a organismos internacionales como el FMI, el BM, el BID o el BCIE, sobre préstamos que endeudan por décadas a generaciones enteras y que sólo terminan respondiendo a los intereses y los negocios de la clase empresarial. 

Es el momento para comenzar a discutir en los lugares de trabajo y las universidades, cómo dar los primeros pasos para organizarnos en la perspectiva de enfrentar toda esta serie de ataques que pretenden propinarlos el gobierno y los empresarios; para ello es clave que hagamos nuestra la experiencia no sólo de la gran lucha estudiantil en Chile, sino también de las jornadas protagonizadas por los trabajadores, estudiantes y los pobres de Europa y los países árabes.


[1] “Guía para entender el plan fiscal”, El Financiero, Edición 838
[2] Aparte de un impuesto municipal ridículo, el impuesto que se establece es solamente de un 15% sobre los dividendos (mecanismo por el que se distribuyen entre los socios las ganancias netas de una empresa) decretados para sus accionistas, o sea, no cubre otras posibles vías por las que se transfieran las ganancias obtenidas; pero además este impuesto sólo afectaría a las empresas que se establezcan a partir del 2015, lo que excluye a las más de 200 empresas bajo régimen de Zona Franca que según las cifras del propio Procomer (“Balance de Zonas Francas: Beneficio Neto del Régimen para Costa Rica”) operan desde el año 2010 prácticamente sin cambios, entre las cuáles están las grandes corporaciones como Intel, HP, Hospira o los conocidos Call Centers.
[3] “Balance de Zonas Francas: Beneficio Neto del Régimen para Costa Rica”, Procomer, Octubre 2011
[4] Ver “¿Qué se esconde tras el déficit y la política fiscal del Gobierno?”, ECR Nº18, Abril 2011, http://es.scribd.com/doc/52996135/ECR18-2011
[5] Así quedó acordado en el nuevo texto del plan fiscal, específicamente en el Transitorio IX.
[6] “Arias pide sacar impuestos a zonas francas del plan fiscal”, www.nacion.com, 15/10/2011
[7] “Ejecutivo exige tijera a presupuestos de entidades autónomas”, www.nacion.com, 7/09/2011
[8] “Un paso positivo para el país”, http://www.frenteamplio.org/?p=2205
[9] “Tiempos de esperanza”, http://www.frenteamplio.org/?p=2219
[10] Ver “Balance de Zonas …”, Procomer, Octubre 2011

Una política contradictoria

Luego de observar el rol que uno y otro partido de la Alianza por Costa Rica viene jugando en este gran ataque del gobierno, es difícil comprender las posiciones de compañeros que se reivindican del trotskismo y que continúan llamando a depositar confianza en agrupaciones como el Frente Amplio que aunque no tienen directamente en sus filas a empresarios, defienden incansablemente el régimen político que sustenta sus ganancias y poder político. 

Tal es el caso del MAS, que en la pasada edición de su prensa luego de “aconsejar” al Frente Amplio y criticarlo formalmente plantea: “(…) llamamos a la dirección del Frente Amplio a encabezar la conformación de un polo de oposición sindical y popular al paquetazo fiscal del gobierno, y convertir dicha propuesta de reforma fiscal en un proyecto de ley para ser impulsadas por todas las fuerzas sociales que dicho polo sea capaz de articular. No haría falta decir que desde el MAS estamos listos para apoyar con todo una iniciativa en esta dirección”[1]

Esta continuidad en la política de seguidismo al Frente Amplio que busca “presionar” y hablar con una “izquierda” del FA que hasta la fecha no se ve por ninguna parte (a no ser que hablen de la Juventud del FA que impulsa Progre, y mantiene a la Federación estudiantil de la UCR completamente subordinada a las autoridades, a la vez que no ha convocado a una sola movilización por voluntad propia en poco más de un año), es totalmente contradictoria con la afirmación de su Editorial en el que señalan que “Habiendo llamado a votar por el Frente Amplio en las elecciones de 2010, creemos que hoy ya no cabe ninguna duda sobre la esterilidad que su proyecto político plantea hacia los intereses de los trabajadores y el pueblo costarricense.” 

Estas afirmaciones retóricas de Editorial, que dan una impresión de radicalidad, se hacen pedazos con la política que para el día a día llama a organizarse el MAS; más concretamente, la política de colocarse “con todo” como furgón de cola de un supuesto “polo de oposición sindical y popular” al gobierno. Si no han sido capaces de ser ni siquiera una oposición consecuente en la Asamblea ¿por qué el MAS plantea semejante política? ¿Qué tiene de honesto llamar a luchar por una política no realizable, como aceptan previamente los compañeros del MAS, cuando dicen que saben que el FA está caracterizado por la "esterilidad" en la lucha por la defensa "de los intereses de los trabajadores"?

Sería importante que los compañeros hagan un balance serio sobre los motivos que los impulsaron en 2010 a plantear construir “un partido leninista y de combate” con el FA y que hoy los lleva a tener esta política contradictoria y oscilante.


[1] “El papel del Frente Amplio ante este pacto”, Socialismo Hoy, Nº39, Setiembre 2011. No se puede dejar de recordar que la JS (PST), aunque hoy se muestra crítica del FA también llamó a votar para dicho grupo en las elecciones del 2010, cuestión que justifican como algo “táctico” y que según ellos no era un apoyo a toda la papeleta sino solo a Villalta y “con reservas” en vista de sus posiciones aparentemente muy progresivas y “pro obreras”. Es muy difícil entender como hicieron para aislar a un candidato de la agrupación en la que milita, misma que como hemos denunciado hasta el cansancio fue parte de la aprobación de la Ley Antiterrorista (2008), acuerpó la millonaria inyección de superávit a los empresarios por parte de Arias ese mismo año mientras miles perdían sus empleos, y dio su voto a favor de las asociaciones solidaristas (conocidos organismos pro patronales en el sector privado centralmente) en 2010, sólo para citar algunos ejemplos.

Chile: Represión y detenciones a los estudiantes

Indignados: ¿un nuevo movimiento global?

por Celeste Murillo
www.ft-ci.org

Las movilizaciones del 15 de octubre (con multitudinarias concentraciones en algunos países de Europa) y la continuidad de las “ocupaciones” en varias ciudades de Estados Unidos han reabierto el debate sobre la profundidad y las perspectivas del movimiento de los indignados, en medio de la gran crisis económica internacional que viene golpeando a millones en Europa y EE.UU.


Final de un periodo y emergencia de las masas

Desde 2010, la lucha contra la reforma del sistema de pensiones en Francia y las huelgas generales y marchas en Grecia ya preanunciaban la resistencia obrera y popular a los primeros intentos de pasar planes de austeridad en Europa. El año 2011 se inauguró con la llamada “primavera árabe”: miles de jóvenes y trabajadores tiraron las dictaduras en Túnez y Egipto con marchas y huelgas. La ocupación de la plaza Tahrir por miles de jóvenes se transformó en un símbolo, que comenzó a ser emulado por la juventud en Europa y otros países.

En mayo de 2011, miles de jóvenes en el Estado español inauguran el llamado movimiento de los indignados, que empezó a repetirse en muchas ciudades alrededor del mundo. Golpeada por una desocupación altísima (20%) y una gran precarización laboral, la juventud sale a la calle a protestar contra las consecuencias de la crisis y contra el gobierno de Rodríguez Zapatero que aplica el ajuste y financia a los bancos con dinero público. En Grecia, ya acuciada por la crisis económica, la lucha de clases combina una serie de huelgas nacionales que paralizaban gran parte del transporte público, las escuelas, hospitales y oficinas públicas con un movimiento de jóvenes y estudiantes ocupa la Plaza Syntagma. Las convocatorias desde la plaza de los “indignados” griegos eran respondidas por miles de personas que se acercaban al Parlamento para repudiar los planes de austeridad del gobierno griego.

Como señalamos en la revista Estrategia Internacional, en medio de una crisis económica de magnitudes históricas y después de tres décadas de restauración burguesa, comenzamos a ver las primeras etapas de un nuevo período histórico en el que las masas vuelven a escena, que denominamos “primavera de los pueblos”.

La crisis económica, y la incipiente crisis política que ha comenzado a provocar, dieron como resultado un escenario de polarización social y política, donde se expresan dos contracaras de la crisis económica: por derecha, el fortalecimiento de la extrema derecha en Europa y el surgimiento del movimiento derechista Tea Party en EE.UU., y por izquierda la emergencia de procesos de la lucha de clases. Estos procesos se dieron con desigualdades. Por un lado, movimientos de lucha más agudos, como Francia (aunque terminó en derrota), la vigencia de la movilización en el Estado español y la continuidad de las huelgas y movilizaciones en Grecia, donde se da el epicentro de la crisis. La “primavera árabe”, con profundos motores económicos y democráticos, que incluyó diferentes procesos desde el intento de desvío en Egipto y Túnez, donde cayeron las dictaduras proimperialistas, hasta la intervención imperialista en Libia o la represión abierta en el reino de Bahrein. Y por otro lado, los fenómenos anticipatorios que surgen en América latina, donde la crisis aún golpea indirectamente, como muestran la movilización estudiantil en Chile y la lucha de los pueblos originarios en Bolivia.

Nuevas movilizaciones y ocupaciones

El 15 de octubre, miles de personas se movilizaron en más de 900 ciudades en respuesta a una convocatoria hecha en varias páginas de internet, impulsadas por diferentes organizaciones alrededor del mundo. El lema de la jornada era “Es hora de que nos unamos. Es hora de que nos escuchen. ¡Tomemos las calles del mundo!” y llamaba a manifestarse y reunirse en las plazas y las calles. A pesar de no levantar demandas específicas, la mayoría de las marchas apuntó contra la política de los gobiernos de rescatar a los capitalistas y aplicar planes de ajuste cuando millones sufren el desempleo y la pobreza.

Roma y Barcelona fueron las movilizaciones más importantes y volvieron a mostrar la potencialidad de la emergencia de la juventud. Las masivas movilizaciones en Barcelona y Madrid mostraron la vigencia del malestar que motorizó el movimiento de los indignados. En Roma, más de 200.000 personas protestaron contra las políticas de ajuste del gobierno de Berlusconi. Italia además marcó el punto de los mayores enfrentamientos con la policía y los grupos antidisturbios, cuyo despliegue mostró el nerviosismo del régimen italiano que, a pesar de las recientes crisis, viene respaldando el ajuste. Además, desde el 17 de septiembre, un centenar de personas ocupó el parque Zuccotti en Manhattan y llamó a protestar contra Wall Street como símbolo de los codiciosos responsables de la crisis económica, rescatados por el gobierno de Obama. Aunque el movimiento empezó siendo muy pequeño la represión de la policía neoyorkina y el duro discurso del alcalde Bloomberg extendió la simpatía con los manifestantes, que movilizaron a 10.000 contra la represión policial y generó nuevas ocupaciones simbólicas en las principales ciudades. Desde ese momento, los “indignados” estadounidenses vienen cosechando apoyo entre los sindicatos, trabajadores y estudiantes. Aun como movimiento minoritario, la existencia de protestas que apuntan contra los bancos y las empresas y que denuncian la enorme desigualdad social, tiene una gran potencialidad en el marco de una profunda crisis económica, donde mientras el 1% más rico concentra la mayoría de la riqueza, hay 46 millones de personas que viven debajo de la línea de la pobreza, más de 15 de millones de desempleados (según las cifras oficiales, que subestiman la subocupación y quienes ya no buscan trabajo) y enormes sectores de la población que dependen de la ayuda estatal para subsistir. El resurgimiento de marchas coordinadas alrededor del mundo, que no se veían desde las masivas marchas contra la guerra en 2003, y la incipiente movilización en Estados Unidos han reabierto el debate entre muchos intelectuales, medios y los mismos activistas: ¿ha surgido un nuevo movimiento internacional?

A una década de Seattle 1999

Una de las analogías que más debates ha despertado es la comparación con el movimiento que surgió en noviembre de 1999 con la movilización en contra de la OMC (Organización Mundial del Comercio) en la ciudad de Seattle. En esa oportunidad, una alianza inédita de sindicatos y organizaciones juveniles, sociales y políticas se movilizaba contra los aspectos más inhumanos del capitalismo. El repudio a empresas como McDonald’s o Nike se transformó en un símbolo del movimiento que apuntaba contra las corporaciones que se enriquecían con el trabajo de millones de trabajadoras y trabajadores empobrecidos. Como parte de este movimiento, empezó a desarrollarse un ala izquierda que planteaba que el problema era el capitalismo y se movilizaba bajo la consigna “El capitalismo mata, matemos al capitalismo”. En ese entonces el movimiento se expandió rápidamente a Europa mediante movilizaciones que “perseguían” a las reuniones de los organismos como el FMI y la OMC, donde miles se movilizaban de forma organizada y se daban verdaderas batallas campales con la policía y las fuerzas de seguridad. En Estados Unidos, este movimiento motorizó una candidatura a la “izquierda” de los dos partidos tradicionales: Ralph Nader se presentó como candidato del movimiento no-global, aunque con muchos límites políticos (como el planteo “proteccionista” en contra de los productos importados y pequeños mercados locales, en definitiva la ausencia de una alternativa anticapitalista) -hoy algunos analistas plantean que por primera vez desde 1999 podrían confluir el activismo sindical y político, aunque el movimiento actual se encuentra lejos aún de superar la influencia del partido Demócrata sobre sus organizaciones-.

El movimiento desarrolló muchos aspectos progresivos como la crítica al “capitalismo salvaje”, el “instinto” internacionalista de unirse aunque más no sea en las movilizaciones alrededor del mundo y la tendencia en varios lugares a unirse a los trabajadores. Sin embargo, también existieron límites políticos (que son señalados hoy incluso por varios de sus integrantes y referentes) que fueron desgastando el movimiento y desviándolo: la reticencia a la organización política, la influencia de ideologías reformistas y autonomistas y sobre todo la ausencia de una estrategia para triunfar en la lucha contra el capitalismo. Las ideologías que pregonaban la desaparición de los estados nacionales debilitaron la lucha contra los gobiernos que, como se ve hoy claramente (incluso para los propios “indignados”), gobernaron y gobiernan al servicio de los capitalistas.

El movimiento fue creciendo hasta el año 2001, cuando el asesinato del activista Carlo Giuliani en los enfrentamientos durante la cumbre del G8 en Génova llevó al fortalecimiento del ala más reformista y pacifista del movimiento, que ya había iniciado una política de desvío hacia la idea de “Otro mundo posible” patrocinada por el Foro Social Mundial, que inicialmente impulsaban la organización ATTAC y el PT de Brasil, o la idea de “cambiar el mundo sin tomar el poder”, ideología promovida por el intelectual John Holloway. No está de más decir que muchos de estos sectores autonomistas y reformistas terminaron apoyando a varios gobiernos “nacionalistas burgueses” como el de Chávez en Venezuela o el de Evo Morales en Bolivia.

Junto a la impotencia de la estrategia autonomista y el desvío del ala reformista el movimiento entró en un impasse tras los atentados del 11S y la inmediata respuesta guerrerista de Bush, con la cobertura de la ONU, apoyado por la OTAN con la invasión a Afganistán. Este impasse post 11S fue dando lugar en los años posteriores a una “reorganización” o “transformación” del movimiento no-global en un movimiento antiguerra que alcanzó su punto máximo en el año 2003, antes de la invasión de las tropas norteamericanas a Irak. Llegó a movilizar a más de 10 millones de personas alrededor del mundo en acciones simultáneas. Sin embargo el movimiento terminó en una derrota, al fracasar su objetivo central, que era detener la guerra, debido centralmente al rol de las direcciones del movimiento y la ausencia de una estrategia efectiva para frenar la maquinaria de guerra imperialista, empezando por plantear la necesidad de ligarse a la clase obrera –protagonista central necesario para tal fin–.

Intelectuales como Toni Negri, Michael Hardt o Naomi Klein, que fueron referentes del movimiento no-global, vuelven hoy e intentan influir nuevamente a los “indignados”. Es interesante ver cómo algunos de esos referentes, por ejemplo Klein hablando en la ocupación de Wall Street, señaló que uno de los principales límites del movimiento de principios de la década de 2000 fue la ausencia de una organización y el carácter “fugaz” del movimiento: “elegimos las reuniones como nuestro blanco: la OMC, el FMI, el G8. Las reuniones son pasajeras por naturaleza, solo duran una semana. Eso nos hizo pasajeros también. Aparecíamos, salíamos en los diarios en todo el mundo y desaparecíamos”. También decía en la misma charla con activistas: “Ser horizontal y profundamente democrático es maravilloso. Pero estos principios no son incompatibles con el duro trabajo de construir estructuras e instituciones que sean lo suficientemente sólidas para resistir las tormentas que se avecinan”. Y aunque Klein, como otros intelectuales, lo plantean en clave reformistas (ya que son impulsores de ONG y el trabajo con instituciones gubernamentales) este fue un límite real. Aun con esos límites, las actuales movilizaciones todavía no se han convertido en ese movimiento social juvenil que criticaba las consecuencias de décadas de capitalismo neoliberal. Sin embargo la crisis económica, una de las grandes diferencias con el movimiento surgido al final del siglo XX, plantea una de las mayores potencialidades actuales. La emergencia de un movimiento juvenil que salga a las calles contra el capitalismo y la desigualdad social, cuando los gobiernos capitalistas han transformado en cuestión de Estado rescatar a los bancos y las empresas mientras millones de trabajadores y pobres son librados a su suerte, plantea una potencial unidad explosiva con la clase obrera y los sectores populares. A eso le temen los capitalistas y sus gobiernos.

Los indignados: jóvenes sin empleo y sin futuro

Una pancarta en el Estado español, donde surge el movimiento 15M bautizados como indignados, ilustraba el estado de ánimo de miles de jóvenes: “Sin empleo, sin casa, SIN MIEDO”. Este nuevo movimiento está protagonizado centralmente por la juventud, que se ve a sí misma sin futuro dentro de este sistema capitalista que ha extremado las penurias de millones arrojándolos a la pobreza y la desocupación. A su vez al aumentar considerablemente los niveles de precarización del trabajo, que afecta sobre todo a los jóvenes, ha hecho que la ilusión del ascenso social sea una quimera cada vez más lejana para millones de estudiantes, que se ven como futura mano de obra barata.

Este es uno de los poderosos factores comunes que ha encendido la movilización y que ha provocado que jóvenes sin empleo o con empleos precarios luchen a todo o nada en las calles de Egipto y se transformen en el símbolo de lucha en otras partes del mundo. Las plazas “ocupadas” se bautizan Tahrir en homenaje a la juventud egipcia que junto a los trabajadores de ese país derrotaron la dictadura de Mubarak.

Muchos reivindican también el carácter espontáneo y la ausencia de dirigentes y organización política del movimiento juvenil que se viene desarrollando desde comienzos de 2011. Intelectuales como Alain Badiou ya plantearon que la fortaleza de movimientos como el de plaza Tahrir residió en que “el levantamiento popular del que hablamos manifiestamente no tiene partido ni organización hegemónica ni dirigente reconocido. Ya habrá tiempo de evaluar si esta característica es una fortaleza o una debilidad. En cualquier caso, es esto lo que hace que, en una forma muy pura, sin duda la más pura desde la Comuna de París tenga todos los rasgos de lo que es necesario denominar un comunismo de movimiento”. Lamentablemente, en Egipto se ve claramente que la ausencia de centralidad obrera y de un partido obrero revolucionario se ha transformado en una debilidad para el gran movimiento que protagonizó el proceso revolucionario y a la vez en la ventaja con la que cuenta el actual régimen. Este problema se reproduce, a diferentes escalas, en otros procesos. El problema de la organización política es una constante dentro de estos movimientos, donde el repudio a la política de los partidos patronales y los regímenes políticos –cada vez más degradados– se traduce muchas veces en un repudio a los partidos políticos en general. Esto hasta ahora solo ha sido un obstáculo para el avance de los indignados y ha permitido que primen las ideologías reformistas y autonomistas que no plantean alternativa alguna ante la podredumbre de la democracia capitalista. Junto a esto, sigue estando ausente, salvo algunas excepciones de sectores de vanguardia y organizaciones de izquierda, la necesidad de aliarse a la clase obrera, la única clase con un programa capaz de presentar una salida progresiva a la crisis. Desde la FT-CI, allí donde intervenimos, aun con nuestras modestas fuerzas, planteamos la necesidad imperiosa de unirse a la clase obrera, como en el Estado español donde desde la Asamblea de Plaza Catalunya batallamos por esta perspectiva en la Comisión de Trabajadores/as Indignados/as hacia la Huelga General, que ya organizó tres “Encuentros de Trabajadoras y Trabajadores Indignados”. Ante este nuevo momento, la emergencia de la movilización de sectores de las masas empieza a mostrar respuestas a la crisis económica, que degrada las ya sombrías perspectivas del capitalismo. Los capitalistas han dado denodadas muestras de lo que son capaces cuando sus negocios dan pérdidas y los gobiernos ya mostraron en solo cuatro años de crisis al servicio de quién gobiernan.

El movimiento obrero ha salido a resistir estos embates, sin embargo, lo ha hecho hasta ahora con una debilidad que es la baja subjetividad revolucionaria, luego de treinta años de restauración burguesa. A pesar de esto, estamos convencidos de que solo una alianza obrera y popular, encabezada por la clase obrera, independiente de los partidos patronales y los regímenes, puede derrotar el poder de la burguesía.

La potencialidad de un movimiento de jóvenes que cuestione el capitalismo y la política de los gobiernos capitalistas en momentos de una profunda crisis –una situación muy diferente a la de comienzos de la década de 2000– es un hecho innegable. Sin embargo, la movilización de las masas, aun con gran combatividad, hace evidente la necesidad de construir fuertes partidos obreros revolucionarios, con un programa y una estrategia revolucionaria para derrotar a los capitalistas y sus gobiernos e imponer su propio Estado.

Chile: Liceo A-90 autogestionado

Liceo A-90 gestionado por estudiantes, apoderados y profesores from tvpts on Vimeo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Elecciones estudiantiles en la UCR- ANTE LA FALTA DE UNA ALTERNATIVA SERIA DE LUCHA Y ORGANIZACIÓN EN LA UNIVERSIDAD:

VOTEMOS NULO PARA EXPRESAR NUESTRO RECHAZO A LOS ACTUALES PARTIDOS


Durante casi dos semanas se ha desarrollado en la Universidad de Costa Rica (UCR) un dispositivo de propaganda política que pocas luchas (incluida la movilización del 29/9) han tenido capacidad de provocar, tanto en su alcance como en su grado de persistencia. Es obvio que el motivo de semejante dispositivo, sostenido por la pega de miles de afiches, los debates, así como los puestos “informativos” casi permanentes; es que los partidos Progre, Convergencia e Inclusión vienen librando una lucha pujante por apoderarse del aparato de la FEUCR.

Esta campaña electoral especialmente, ha estado caracterizada por los ataques y las campañas de desprestigio de un partido estudiantil contra otro, en una dinámica de bajo nivel que poco tiene que envidiarle a las campañas políticas tradicionales del PLN o el PUSC a escala nacional. Suponemos que una lucha electoral tan agresiva se debe a la dimensión del trofeo: una federación que maneja millones de colones, múltiples privilegios materiales, y que además puede darle existencia política más o menos real a personas completamente desconocidas o limitadas de la noche a la mañana.

Pero a pesar del colorido propagandístico, todo parece señalar que no hay una alternativa que sirva para impulsar tanto la lucha en defensa de las causas estudiantiles y populares así como la organización independiente del movimiento estudiantil. La situación durante el último año, así como la política de estos grupos hacia la marcha del 29 de setiembre lo confirma con toda claridad. Viendo caso por caso, la situación es más o menos la siguiente:

El partido Progre, impulsado centralmente por la Juventud del Frente Amplio (FA), escudado tras el infame slogan de la llegada del “cambio”, ha pasado vegetando prácticamente durante más de un año dentro de las paredes de la federación. Tanto así que no convocó en todo ese tiempo a una sola movilización en defensa de las causas estudiantiles por voluntad propia; y no podía ser de otra forma para ese partido, pues mientras sus “dirigentes” se han dedicado a pasear a otros países (como Uruguay) con los recursos de los estudiantes, como aparato se han contentado tranquilamente con ser una oficina auxiliar de la Rectoría y la administración de la Universidad: haciendo gestiones para matrículas de inclusión, ampliación o pidiendo cupos pacíficamente como buenos muchachos a las jerarquías universitarias.
A excepción de la marcha del 29 de setiembre donde se vieron obligados a participar, no se han involucrado en la movilización supuestamente para “no desgastarla” como método de lucha. Mientras tanto, se han pasado todo el tiempo dialogando hermética y tranquilamente con las autoridades, que protagonizaron el año pasado una escandalosa negociación del FEES para las cuatro universidades estatales, poniendo además en riesgo la educación pública, al colocar en manos del Banco Mundial la construcción de nueva infraestructura y hasta el financiamiento para las universidades. Esto poco le ha importado a los dirigentes de Progre/FA.

Como si fuera poco, el partido electoral del FA se ha quedado desarmado frente a la política nacional del gobierno: primero guardó un silencio cómplice frente la política chovinista de Chinchilla en relación a la Isla Calero,[1] y luego, en los últimos meses; quedaron desarmados no solo en su política para enfrentar el plan de austeridad ya impulsado por el Ministro Herrero, sino también para organizar la movilización en defensa del presupuesto para las universidades para el próximo año 2012. Es tan desoladora la situación, que bastó con que el señor Herrero le “aclarara” a la Rectora Yamileth González que no habría recortes, para que los buenos muchachos de Progre se quedaran sin saber qué hacer para luchar. Tanto es así que la marcha del 29 de setiembre en defensa del presupuesto y contra el plan de austeridad se desarrolló en buena medida por la presión de un sector independiente desde abajo en la UCR, y por otra parte por la propia presión de algunos dirigentes estudiantiles de la UNA, que llegaron a presionar a la dirección de la FEUCR para que movilizara a los estudiantes el 29/9.

Pero no solo es limitado el rol de Progre: lo es también el del MAS/Convergencia, que a pesar de haber controlado la federación durante 6 años, no fue capaz de construir un nuevo movimiento estudiantil sin disponer del tanque de oxígeno de la FEUCR, que les garantizó su existencia como grupo durante todo ese tiempo. 

Al contrario, casi han desaparecido políticamente de la UCR, apareciendo tan solo de forma testimonial para la marcha del 29 de setiembre con una pequeña columna, pues probablemente era necesario aprovechar la actividad para reunir los principales contactos que participarían en estas elecciones. Aunado a lo anterior, los compañeros que dirigen el MAS tampoco fueron capaces de convocar en todo este año a una sola acción de movilización alternativamente a la parálisis de Progre/FA en la Universidad, a pesar -como decíamos- de haber estado en la federación durante seis años consecutivos.

Por otra parte, los compañeros de la dirección de Convergencia dieron su apoyo a la Rectoría durante la negociación del FEES, y fueron incapaces de ser tan “independientes” como dicen en su propaganda; más allá que al final de la lucha intentaran dar un giro a izquierda cuando era ya demasiado tarde. Inconsistencia que al final fortaleció al FA-Progre.

Mientras tanto la JS, que hoy participa en las elecciones bajo el nombre de Inclusión y que logró colocar en el Consejo Universitario a María Isabel Victoria (Marisa) el año pasado gracias su alianza con el MAS; no rindió ningún tipo de cuenta al movimiento estudiantil que la votó en la papeleta para su participación en tal Consejo. Al contrario, su participación fue desconocida por el grueso de estudiantes, incluso los más politizados.

La situación es tan delicada que en ningún momento se supo que utilizara su participación en esa instancia política para agitar la organización o la lucha directa por parte de los estudiantes contra las autoridades que administran la UCR para los grandes empresarios. Tampoco se supo si denunció la construcción de infraestructura de las universidades estatales -incluida la UCR- con las manos del Banco Mundial, o si denunció el silencio cómplice de doña Yamileth con el Plan de Austeridad contra los trabajadores impulsado por el gobierno de Chinchilla.

Pero aquí no acaban nuestras observaciones sobre la política de la JS, que ha llegado al punto -en sus atajos políticos para dejar de ser un pequeño grupo- de aliarse con Braulio Venegas, uno de los integrantes del agrupamiento de derecha JUNTOS durante el año pasado. Es que si bien la JS dice en una declaración que el tal Braulio “rompió por izquierda”, este muchacho no se ha autocriticado públicamente en ningún momento por su reciente pasado reaccionario en la UCR, ni tampoco se ha autocriticado por las exigencias de castigo que JUNTOS hizo a las autoridades universitarias para quienes ocuparon edificios en la Universidad y lucharon en defensa del presupuesto universitario durante 2010. A pesar de esto, la discusión está saldada ya para la JS.

Desde la LRS creemos que en estas elecciones no hay una alternativa real que represente a los estudiantes que quieren luchar de manera seria y organizarse independientemente de las autoridades. Aunque el año pasado llamamos tácticamente a votar a Iniciativa contra Progre en segunda vuelta, sobretodo para tratar de evitar la consolidación de un giro a derecha dentro de la Universidad (simbolizado por la llegada del FA a la FEUCR), insistimos en que la urgencia en este momento pasa por construir pacientemente un nuevo movimiento estudiantil que sea combativo, revolucionario y verdaderamente independiente; tanto de las autoridades como de la propia política del gobierno. 

Las direcciones de los grupos que actualmente participan en las elecciones para la FEUCR, han demostrado con su rutinarismo electoralista y su pasividad durante el último año su propia incapacidad para la lucha. Por eso hacemos un llamado a los activistas descontentos e “indignados” con estas agrupaciones a votar nulo para reflejar nuestro rechazo, así como a construir una nueva dinámica de lucha, que rompa con la socialdemocratización y la política de corto plazo que (más allá del “engorde” coyuntural) en distintos niveles carcome a las organizaciones en cuestión. Impulsar un nuevo movimiento, que piense en clave revolucionaria, combativa e independiente es no solo necesario sino urgente; especialmente frente al endurecimiento de la crisis capitalista mundial y los ataques contra el pueblo (incluidos los estudiantes) que ya se ven en el horizonte.


[1] Esto lo hicieron al mismo tiempo que José María Villalta apoyaba desde el Congreso las “gestiones de la Presidenta” en relación con la Isla Calero, es decir, en paralelo al apoyo que el FA le dio a la política chovinista de Chinchilla.