martes, 16 de agosto de 2011

Los llamados del MAS para construir un “nuevo partido obrero y socialista”… y sus intentos de fusión con el PRT


Por Bryan Brenes
Liga por la Revolución Socialista


Desde hace varias semanas, tanto el MAS como el PRT vienen publicando en sus periódicos numerosos artículos relativos a la necesidad de un “partido obrero y socialista” en Costa Rica. Además de los artículos, vienen organizando también reuniones y foros entre su dirigencia y militancia con el fin de construir una agrupación unificada, como es por ejemplo el caso del foro de Geología en la UCR, donde abordaron los puntos que servirían de base para esa “fusión”.

Más allá de la sorpresa que causa en los sectores más organizados del movimiento obrero y estudiantil la posible fusión entre dos grupos que hasta hace unos meses eran adversarios encarnizados en su intervención cotidiana, tenemos razones más complejas para escribir esta nota:

Lo hacemos en primer lugar por la importancia que puede tener la eventual fusión de organizaciones que se reivindican socialistas; en segundo lugar porque debido al interés que despierta esta posible fusión, queremos remarcar las contradicciones que hay en este proceso, así como señalar el método más sano que a nuestro juicio, es el que puede ayudar a construir una organización revolucionaria sobre sólidas bases. Y en tercer lugar por el hecho de que desde el año 2008[1] y en distintos artículos, desde la LRS hemos llamado al MAS, al PRT, así como a otras organizaciones menores a discutir las bases para construir una organización revolucionaria en Costa Rica, que esté a la altura de las exigencias que sin duda planteará la lucha de clases tanto nacional como internacional, en el marco de la profunda crisis que amenaza el equilibrio del orden capitalista mundial.

Las bases de la posible unificación según sus propulsores y sus limitantes

En la charla pública organizada por los compañeros del MAS en Geología (que entendemos es parte de un ciclo más amplio de reuniones entre sus dirigentes) se plantearon de forma concentrada los principales elementos que hacen a las razones para la fusión entre las dos agrupaciones. 

En aquella actividad, los expositores señalaban entre otras cosas la necesidad de construir una alternativa al capitalismo y al patriarcado, para acabar con las injusticias generadas por el sistema, no dejarse arrebatar las pequeñas victorias de los últimos años, como por ejemplo el aumento de los salarios a los docentes en 2009 como producto de la huelga de los profesores de ese año; así como la necesidad construir un partido capaz de hacerle frente a la centralización del Estado y sus instituciones de forma organizada. De seguido, señalaban las características de ese Partido, que debía tener entre otras: una militancia estructurada entre los trabajadores (no solo entre los estudiantes), ser internacionalista y sobretodo clasista. [2] Estas ideas las expresó con bastante claridad la compañera Diana Herrero.

Mientras tanto D. Morera, uno de los dirigentes creadores del PRT planteaba que existen condiciones objetivas y subjetivas para construir una organización revolucionaria común en el país y a escala mundial. Lo anterior debido a las contradicciones “interburguesas e interimperialistas”, que se reflejan por ejemplo en la alianza entre el Movimiento Libertario y el PAC en el marco de la Alianza por Costa Rica. El escenario político consistiría en que existe una clara derechización y polarización en el país, por lo que “el espacio para la izquierda revolucionaria es mayor”. Según Morera la alianza del PAC con el ML, donde participa el Frente Amplio, refleja la “inconsecuencia” de esta última agrupación al no enfrentarse a los partidos de la burguesía.[3]
 
Para el dirigente del PRT, ese nuevo “partido clasista” debe ser entre otras cosas “feminista” y “ecosocialista”, lo que constituirían importantes coincidencias con el MAS que se suman al proyecto de construir una nueva central sindical y tener un “referente internacional” común, en este caso la LIT.

En otro plano, Héctor Monestel señalaba que en otras charlas algunos compañeros han planteado que en este país no hay tradición de grandes grupos de izquierda, ante lo que contestaba que en realidad si hay tradición, y que a inicios del siglo pasado los trabajadores construyeron una organización “independiente”, refiriéndose al Partido Vanguardia Popular. Planteaba el nivel de “marginalidad del trotskismo” como corriente política dentro del movimiento obrero desde sus orígenes, así como lo equivocado de la idea de que con la caída de la URSS llegaba “la hora del trotskismo”, como señalaban algunos en medio de la caída de los estados obreros de Europa del Este en el 89-91. 

Además, Monestel señalaba entre otras cosas la “crisis del progresismo” (en referencia al FA, que llega a aliarse con el ML), la necesidad de formar un partido centralista y democrático “de cuadros” en momentos de crisis económica internacional, así como la necesidad de ir “por la toma del poder en este país”.

Como parte de la ronda de intervenciones abierta, hubo algunas participaciones donde los militantes del MAS relataban su experiencia personal de acercamiento a su grupo (en distintas jornadas de activismo, especialmente estudiantil), así como la necesidad de construir ese nuevo “partido clasista y socialista” a nivel nacional. Entre estas participaciones resaltó la de Javier Fernández, dirigente del MAS que señalaba con acierto la paradoja de que el 80 aniversario del PVP encontraba al FA (que reivindica el “legado” del PVP) en plena Alianza por Costa Rica con el propio ML, y que construir este nuevo partido abre la posibilidad de disponer de una nueva gran organización con un pie en el movimiento sindical (donde por primera vez en años se abre la posibilidad de desplazar a la burocracia sindical) por medio de una nueva central, así como otro pie en el movimiento estudiantil.

Las coincidencias y limitantes alrededor de las bases planteadas por los dirigentes del MAS y el PRT

Desde luego tenemos coincidencias con una serie de cuestiones generales que tanto por medio de sus periódicos, como en la actividad de Geología, han señalado los compañeros del MAS y los del PRT. Por ejemplo coincidimos en que precisamente es necesario organizarse para transformar no solo el país sino el mundo y acabar con “las injusticias”, y que para esto es necesario construir un partido revolucionario, tanto a nivel de cada país por la “forma” nacional en que se desarrolla la lucha de clases; como internacional por su “contenido” como señalara Trotsky, por supuesto en la perspectiva no precisamente de hacer “más justo” al capitalismo, sino de derrocarlo.

También, coincidimos en que este partido debe ser “centralista y democrático”, que debe levantar las causas de la mujer trabajadora, tomar reivindicaciones relacionadas con el deterioro progresivo del ambiente, así como la necesidad de ofrecer una alternativa en medio de crecientes conflictos interburgueses y alineamientos que reflejan en forma clara la descomposición en las relaciones entre “los de arriba”. Esto no en el marco de una suma de reivindicaciones democráticas que puedan diluir el rol revolucionario de la clase obrera y sus demandas, sino más bien como parte de un programa de los trabajadores dirigido a acabar con el capitalismo, asegurar la liberación de la mujer, o detener la destrucción del planeta a manos de las grandes industrias que contaminan y han llevado al borde del colapso el equilibrio del ambiente. 

Desde otro ángulo, aunque coincidimos con el planteo de Monestel en cuanto a que en Costa Rica existió un partido de trabajadores[4] relativamente grande, nosotros precisaríamos que fue “independiente” pero desde el punto de vista formal, organizativo, pues en la década del ’40 el PVP se embarcó en una alianza de “conciliación de clases” con el Partido Republicano de Calderón Guardia; colocándose como furgón de cola de este Presidente después de la orientación de la Internacional stalinizada en relación a aliarse a las burguesías que apoyaban a los imperialismos “democráticos” en su lucha contra los países fascistas (Alemania, Italia, Japón) en el marco de la II Guerra Mundial. Junto a esto, años más tarde en el marco de la Juntas Progresistas, el PVP se repartiría caudal electoral inclusive con el propio Liberación Nacional. 

En cuanto al carácter “independiente” que Monestel le atribuye al PVP, nosotros rescataríamos su independencia organizativa respecto a los patrones y su composición prominentemente obrera. Pero este elemento, lo valoramos no en el sentido de tomar como nuestra la tradición de los stalinistas criollos, sino en el de afirmar que si los stalinos pudieron construirse en los ’30 en medio de una profunda Depresión económica y agudos procesos de lucha de clases donde tuvieron influencia (como la gran huelga bananera), los trotskistas podemos hoy construirnos y aspirar a poner en pie grandes organizaciones, pero a diferencia de las stalinistas; independientes no solo desde el punto de vista organizativo sino también estratégico.

Ahora bien, a pesar de estas coincidencias generales, y por importantes que sean como punto de arranque para lograr cuando menos un intercambio entre militantes de organizaciones distintas, no son suficientes para construir organizaciones en “común”, ni nacionalmente ni mucho menos “mundialmente”, como afirmaba con un poco de desproporción Morera. Esto por cuanto para construir organizaciones revolucionarias nuevas, unificadas, hacen falta una serie de condiciones “subjetivas” que van más allá del simple deseo de tener el mismo “referente internacional” o de coincidir en el proyecto táctico de construir una nueva central sindical.

La trayectoria del MAS y el PRT en el último período y la necesidad de sólidos acuerdos estratégicos para construir organizaciones revolucionarias

Para construir una organización revolucionaria, sobretodo si se trata de la fusión de grupos que provienen de experiencias diferentes; son necesarios algunos requisitos tanto desde el punto de vista táctico como estratégico. 

En el caso táctico, es necesario por lo menos haber impulsado una intervención unificada en los principales conflictos y sectores de actividad política, llámense obreros o estudiantiles, comprobando, durante el curso de esta intervención, la existencia de coincidencias en la práctica cotidiana que evidencien el acercamiento creciente entre las agrupaciones.

Estas coincidencias tácticas lo ideal -en tiempos de relativa calma como sucede en Costa Rica- es que sean el correlato de que existan sólidas coincidencias en términos estratégicos, no solo en “el referente internacional”, sino en temas cruciales que hacen a la lucha de clases internacional y a la defensa de los intereses históricos de la clase obrera; este por lo menos es el método de Trotsky. Lo anterior en otras palabras quiere decir que no hay unión realista que pueda promoverse o sobrevivir si no es sobre la base de grandes coincidencias y un período previo de conocimiento y relación, pero no parece ser este el caso de las dos organizaciones en cuestión.

Para ilustrar lo anterior, vamos a usar algunos ejemplos. Dos tácticos y dos más estratégicos, para referirnos a la contradicción entre los deseos del PRT y el MAS y la realidad de la práctica entre ambas agrupaciones en el último período así como alrededor de algunas de sus posiciones políticas en aspectos fundamentales.
 
    a) Las tácticas electorales del MAS y el PRT: a nivel nacional y en el movimiento estudiantil.

El año 2010 fue testigo, junto a un importante sector del movimiento estudiantil y de los trabajadores organizados, de las tácticas contrapuestas tanto del MAS como del PRT, primero a escala nacional; y luego a escala de la UCR, en medio de las elecciones para el directorio de la federación de estudiantes.

Es que mientras a nivel nacional el MAS llamó a votar a la centroizquierda del FA como una de sus tácticas dirigidas a “construir un partido leninista de combate”, empeñando seriamente las banderas de lucha por la independencia de clase; el PRT llamaba a abstenerse o votar nulo, correctamente señalando que aunque el FA no tenía en sus filas grandes empresarios, no por eso dejaba de ser, como lo afirmaban en ese entonces; un partido más del régimen, “su pata izquierda”.

Los compañeros de la dirección del MAS, que en ese momento no se cansaban de hacer llamados unitarios al FA, así como de tratar de convencerlos en que los vieran a ellos como interlocutor y no precisamente al PAC; en ese momento definieron que el partido de Merino era la principal organización con la que debían apostar a unir sus esfuerzos, en un cálculo esencialmente electoral. Pero la política del MAS no se desarrollaba en el vacío, sino que se daba en momentos donde precisamente el FA alababa el “buen talante de Laura Chinchilla” y al mismo tiempo que el gobierno avanzaba con la represión sobre los trabajadores para privatizar los puertos de Limón, lo que era avalado por Chinchilla; reunida casi simultáneamente con José María Villalta, ya electo Diputado y José Merino del Río como Presidente del FA.

En aquel momento, desde luego coincidíamos con el PRT en cuanto a que era un error político de importancia llamar a votar al FA, y señalábamos por nuestra parte la necesidad de un frente obrero y socialista que partiera de levantar una posición por la independencia de clase de los trabajadores, de manera que se convirtiera en un polo de referencia para agrupar lo más avanzado del movimiento obrero y estudiantil, y estar mejor preparados para luchar porque la crisis económica la pagaran los capitalistas. 

Esta política en las elecciones nacionales, que como hemos dicho en otros artículos le valió al MAS  dejarle todo el espacio libre a la Juventud del FA durante varios meses, a la larga se volvió en contra de los compañeros; que después de dirigir la federación, fueron derrotados por el partido estudiantil Progre, apoyado por las autoridades universitarias en el marco de dos pequeñas derrotas parciales en la UCR (en la defensa de la Autonomía Universitaria y Presupuesto para las Universidades Estatales) y un evidente giro a la derecha en la Universidad. 

Aunque muchas veces las “tácticas” de los compañeros del MAS no concuerdan con la política de largo plazo que dicen impulsar, a finales de ese mismo año pasaron de ubicarse en el mismo “campo” que el FA “contra los partidos de los empresarios”, a ser sus más acérrimos adversarios, denunciándolos en las elecciones de la UCR por ser representantes del programa del gobierno (empresarial) en la casa de estudios, así como ser financiados por las Autoridades. Las acusaciones de Iniciativa (partido electoral impulsado centralmente por el MAS) a Progre, que iban y venían en las elecciones de noviembre, realmente marcaban un agudo contraste con el cariño de principios de año promovido por los dirigentes del MAS, que hasta la fecha, no se han autocriticado por el llamado a votar al FA.

Pero si es contradictoria la política de la dirección del MAS, caracterizada por las oscilaciones según la coyuntura electoral (sea nacional, sindical o estudiantil) lo es también en buena medida la del PRT, que a pesar de ser correcta para las elecciones nacionales, no fue tan consecuente para la contienda en la UCR; donde llamaron formalmente a votar a Iniciativa mediante un pronunciamiento de la JR y no de Alerta, la agrupación electoral que además de pronunciarse “neutral” después de cerrada la primera ronda, era la única que en los hechos podía ayudar a inclinar la balanza a favor de Iniciativa, en momentos en que esta organización quedaba sola contra Progre en segunda vuelta.

A pesar de que para las elecciones nacionales los compañeros tuvieron una política correcta en términos generales, para las elecciones universitarias no fueron consecuentes: aún tomando en cuenta el hecho de que dirigen indiscutidamente Alerta, no fueron capaces de desplegar  una política aunque fuera propagandística de independencia de clase en los hechos llamando a votar a Iniciativa, frente a las autoridades universitarias y el FA, que como ellos decían apenas en febrero, constituía la “pata izquierda” del régimen de los empresarios a escala nacional. Estas volteretas, que si bien pueden ser inspiradas por resentimientos personales entre uno u otro dirigente; lo cierto es que reflejan importantes errores políticos, que lamentablemente tenemos que pagar colectivamente dentro del movimiento obrero y sobretodo estudiantil para este caso, lo que se refleja no solo en el hecho de que finalmente Progre ganara las elecciones, sino también en la consolidación del giro a la derecha dentro de la Universidad así como el control por parte de las autoridades sobre el movimiento universitario.

Desde la LRS, a pesar de las importantes diferencias que manteníamos y mantenemos con el MAS, en aquel momento llamamos a votar a Iniciativa en segunda vuelta, considerando que el FA-Progre era el peor enemigo para la organización independiente del movimiento estudiantil, así como para enfrentar el programa de las autoridades y el gobierno a escala nacional. Este llamado, obedecía, más allá de las diferencias, a una posición principista, de ubicarnos en el mismo campo que los compañeros del MAS contra los partidos que defienden el capitalismo costarricense dentro de la Universidad, sin renunciar a nuestro derecho de expresar nuestras posiciones y críticas.

Aunque se entiende que el MAS y el PRT protagonizaron la confrontación -y no precisamente la colaboración- por oxígeno político en la UCR durante los últimos dos años, disputándose inclusive militantes y con graves acusaciones de por medio (como cuando los militantes del PRT-JR fueron expulsados de una “comisión de becas” adherida al directorio de la FEUCR); lo que no se entiende con mucha claridad es la razón de semejantes volteretas políticas, que ahora tienen a ambas agrupaciones a un paso de la fusión.

Es evidente que si los choques agudos han sido la constante prácticamente en los últimos dos años, también existen algunos puntos que hacen dudar de que sean sólidas las bases para la fusión entre estos grupos, que tienen que ver inclusive con el propio proyecto de construir una “nueva central sindical”.

b) La campaña de denuncia del PRT contra los sindicalistas informantes de la Embajada yanky y su contradicción con el “clasismo” de la “nueva central sindical” y el nuevo partido

Recientemente los compañeros del PRT reprodujeron un comunicado firmado por la CGT y varias organizaciones sindicales donde “repudian [las] reuniones de sindicalistas a puerta cerrada con personeros de la embajada norteamericana[5], sostenidas durante la lucha contra el TLC en 2007 por el embajador yanky y varios dirigentes sindicales tal como rebelaron los cables filtrados de WikiLeaks que luego fueron reproducidos por el diario La Nación de Costa Rica.

Entre los dirigentes que tuvieron el “honor” de aparecer en esos cables están Gilberth Brown de la CTRN, así como Albino Vargas Barrantes y Édgar Morales de ANEP, en medio de una larga lista de burócratas. Según los cables y La Nación los sindicalistas eran informantes de la Embajada, a la que ponían al tanto de las acciones del movimiento sindical como marchas y paros en contra del TLC.  Los dirigentes del PRT sostienen en su comunicado que “En cuanto a los dirigentes sindicales que tienen por costumbre reunirse con gente de la Embajada de Estados Unidos (…) les pedimos respeto para con el movimiento popular, ya que esta actitud pone en serio riesgo la independencia, tanto del movimiento sindical como del movimiento popular, frente a la principal potencia enemiga de las y los trabajadores y pueblos del mundo.[6]
 
Desde la LRS no solo coincidimos con esta condena que por nuestra parte hemos expresado en otros textos, sino que creemos que tales reuniones ponen al desnudo la cruda realidad de que estos sindicalistas colocan en serio riesgo al movimiento obrero y del pueblo pobre no ya frente a la burguesía nacional, su gobierno y sus partidos; sino frente a la misma potencia imperialista que impulsa las guerras de Irak y de Afganistán, y que históricamente ha sido protagonista del intervencionismo (directo o indirecto) en los asuntos de los pueblos de América Latina, cargando en sus hombros con cientos de miles de muertos latinoamericanos.

El detalle en toda esta trama es que precisamente el MAS junto con la JS han impulsado recientemente una tendencia sindical llamada Rescate –junto a una mezcolanza muy heterogénea de sindicalistas- para las elecciones internas de ANEP, apadrinada nada más ni nada menos que por Édgar Morales,[7] que como veíamos antes; fue parte de las reuniones con la Embajada de los Estados Unidos durante 2007.[8] Y es que Morales, en vez de autocriticarse –lo que sería de esperar en vista de su alianza con estas agrupaciones- más bien reivindica las reuniones en la Embajada, defendiéndolas bajo la etiqueta de “sindicalismo moderno”.[9]
 
Desde luego la dirección del MAS no se ha criticado por esta alianza, o por impulsar tendencias junto con este tipo de personajes, sino que más bien la ve como una “táctica” necesaria para enfrentar a la “burocracia sindical”. Esto lo dicen a pesar de que Morales no solo reivindica la “justeza” de sus acciones frente a la embajada yanky,[10] sino del hecho de que prestó servicios por más de 12 años en la dirección de ANEP como mano derecha del propio Albino Vargas, un legado que parece no ponerlo muy incómodo (ver nota aparte sobre las elecciones en ANEP).

Si el PRT repudia este tipo de reuniones y plantea que este tipo de acciones “pone[n] en riesgo la independencia del movimiento popular frente a la peor potencia enemiga del planeta”, no se entiende muy bien como de forma acrítica, por lo menos públicamente, van a fusionarse con una organización para la que tiene poca o ninguna importancia la alianza con este tipo de sindicalistas. ¿Será que los dirigentes del PRT pretenden construir un “nuevo partido” dispuesto a hacer alianzas con este tipo de sindicalistas que “ponen en riesgo la independencia del movimiento popular”? Evidentemente hace falta un serio balance sobre este tipo de “tácticas”, que en vez de tender a promover el odio y el desprestigio hacia la burocracia sindical de conjunto, son funcionales a embellecer o sustituir en el mejor de los casos, una camarilla burocrática por otra, al costo de arriesgar a los trabajadores y su lucha contra la burguesía y el imperialismo.

El carácter de clase del estado cubano y la importancia del programa para los revolucionarios. ¿Qué método y qué programa para el “nuevo partido obrero y socialista”?

La tradición del marxismo revolucionario que encuentra su continuación y actualización en el pensamiento de Trotsky, parte de que es imposible luchar por conquistar nuevas posiciones sino es conservando las ya ganadas. A escala de una huelga o una fábrica, a nivel de derechos democráticos como el de la prensa, la asociación, y especialmente en el caso de la conquista de un estado obrero por medio de una revolución (la madre de las conquistas revolucionarias en la época del capitalismo imperialista); los marxistas revolucionarios somos partidarios de conservar las posiciones obtenidas para tomarlas como punto de apoyo y fortalecer las luchas posteriores de la clase obrera, especialmente a escala internacional con tal de alcanzar su total emancipación.

En este método por ejemplo, es en el que se inspiraron los revolucionarios norteamericanos encabezados por James Cannon, cuando un importante sector de revolucionarios, bajo la presión de la descomposición del Estado obrero ruso y la represión burocrática de la camarilla de Stalin contra los trotskistas, paulatinamente iban abandonando su caracterización de la Unión Soviética como Estado Obrero degenerado y su defensa misma contra los ataques del imperialismo, tal como planteaba León Trotsky. Es que este tema no era cualquier cosa, se trataba de fijar una posición respecto a una revolución que ya había ocurrido, un gran punto de apoyo de los trabajadores a escala internacional, como se da por ejemplo en la actualidad –guardando las distancias- con la discusión sobre el carácter de clase del estado cubano, definido por nuestra corriente la Fracción Trotskista como un “estado obrero deformado” en acelerada descomposición.

En este caso concretamente, la discusión es que Cuba representa un punto de apoyo conquistado por las masas latinoamericanas en su lucha contra el capitalismo y la opresión del imperialismo norteamericano, y la única revolución triunfante, de masas, del siglo XX en el continente americano. Más allá de las deformaciones del Estado obrero cubano, representa no solo un cambio en las relaciones de propiedad, siendo liquidadas la propiedad privada y el capitalismo; sino que representa la nacionalización de los medios de producción en la isla y enormes conquistas por parte de los trabajadores, que fueron posibles únicamente sobre la base de la liquidación de la propiedad burguesa en la ciudad y el campo. Un enorme ejemplo no solo para las masas oprimidas latinoamericanas, sino una fuente de inspiración para conservar, proteger y extender esas conquistas a escala internacional.

Recordando una Conferencia Nacional de 1929 que fue vital para que los trotskistas norteamericanos le dieran unidad a sus fuerzas por medio de una comprensión común de las tareas de su época, James Cannon señala:
“(…) Nuestro destino estaba determinado en aquellos primeros días por la respuesta que diéramos a la cuestión del programa y al modo en que analizáramos las tareas de la época.
La conferencia no tomó en consideración todas las cuestiones propuestas por las condiciones políticas del momento. Tomó solamente las más importantes, es decir, aquellas que debían ser respondidas primero. Y la primera de ellas era la cuestión rusa, la cuestión de la revolución existente.”[11]

Este método utilizado por Cannon y los primeros trotskistas norteamericanos (aconsejados y vinculados directamente a Trotsky), lamentablemente no parece ser el que utilizan los compañeros de las dos organizaciones en perspectiva de “fusión”, como veremos más adelante.

El dirigente histórico del trotskismo norteamericano James Cannon, partiendo de la importancia decisiva que tiene el programa repetía con frecuencia que “En el curso de los acontecimientos se ha probado que todos aquellos quienes, ya sea por impaciencia, ignorancia o subjetivismo –no importa cuál fuera la causa- prematuramente anunciaron la muerte de la revolución rusa, estaban anunciando en realidad, su propia muerte como revolucionarios”; y terminaba diciendo que “aquellos que toman una posición incorrecta sobre la cuestión rusa dejan el campo revolucionario tarde o temprano”.[12]
 
Más concretamente, la cuestión fundamental es que en nuestros días los compañeros de la LIT y un importante sector de su grupo nacional, el MAS; plantea que Cuba no es un estado obrero, ni siquiera “deformado” como era su caracterización hace unos cuantos años, sino que caracterizan a la isla como una “dictadura capitalista”, al estilo de la de Pinochet en Chile, Videla en Argentina o Hosni Mubarak en Egipto.

Sin extendernos mucho sobre la extraña afirmación de la LIT y la mayoría de la dirección del MAS de que en un país pueda existir capitalismo sin burguesía, nos parece que van por un peligroso camino político, producto de una caracterización no científica de las verdaderas relaciones de propiedad que aún existen en Cuba y que todavía no han sido liquidadas bajo la dirección burocrática del castrismo; que mina todos los días las conquistas de la revolución de 1959. Cuba sigue siendo un estado obrero deformado en descomposición, que hasta el día de hoy, constituye un ejemplo para las masas oprimidas latinoamericanas en la lucha contra la opresión imperialista. Y que de ser regenerado, en el marco de los procesos revolucionarios que comienzan a aflorar en el planeta, puede constituir una formidable palanca para impulsar la lucha internacionalista por la revolución socialista  en Latinoamérica y a nivel internacional.

Esta caracterización de “dictadura capitalista” en los hechos lleva a la LIT y a los compañeros del MAS que defienden sus posiciones, a adoptar un programa de “revolución democrática” contra la “dictadura capitalista” de los Castro, donde uno de sus ejes centrales sería el de las libertades políticas “hasta para la burguesía”. Desde luego este planteo, que se sostiene sobre la base de que Cuba es ya un estado capitalista, lleva a los compañeros a abandonar un programa de revolución política tendiente a conquistar un régimen de tipo soviético en Cuba, que instaure la planificación democrática de la economía, derogue las medidas restauracionistas aplicadas desde la década de los ‘90, organice un plan en función de los productores y los consumidores (y no precisamente del Ejército y los burócratas), y garantice la libertad de los partidos que defiendan la revolución y sean independientes del imperialismo norteamericano. 

Lamentablemente el programa “democratizante” de los compañeros del MAS-LIT, los coloca más cerca de Obama y los gusanos de Miami que de los trabajadores cubanos, que aún no han perdido totalmente sus conquistas, y no han sido vencidos por la capa burocrática restauracionista.

Parecerá extraño que hasta el momento no hayamos mencionado al PRT, pero es por la razón de que en apariencia, los compañeros coincidirían con nuestra caracterización de que Cuba sigue siendo un “estado obrero deformado”, que evidentemente se encuentra amenazado bajo la dirección castrista.

Los compañeros del PRT, incluso en su periódico reproducen un artículo del intelectual Miguel Ángel Hernández de la UCV de Venezuela, donde se llama a “los trabajadores, la juventud y el pueblo cubano a enfrentar el brutal ajuste [que prepara Raúl Castro]”, así como “a luchar contra la restauración capitalista instrumentada por el régimen del PCC”.[13]
 
Puesto que los editores de las publicaciones del PRT no señalan diferencias con Hernández, ni tampoco su propia visión respecto al artículo; y tomando en cuenta que en otros textos han señalado el carácter de clase de Cuba como un estado obrero deformado, pensamos que coincidimos en términos generales, por lo menos en la caracterización y en la definición de que el capitalismo no se ha restaurado.

Ahora bien, lo que no entendemos con mucha claridad es qué importancia para el nuevo partido “clasista y socialista” tendría el carácter de clase de un Estado producto no solo de una revolución de masas en 1959 (la única triunfante en el siglo XX en todo el continente), sino un Estado que sigue resistiendo a la agresión del imperialismo norteamericano y un bloqueo asesino que afecta especialmente a los trabajadores y el pueblo pobre de Cuba. Es decir: ¿qué importancia tendría para este nuevo partido que resultaría de la fusión de dos grupos “trotskistas” (entiéndase trotskismo como una tradición que nació entre otras cosas, como producto de la necesidad de regenerar un Estado obrero ruso que se había degenerado), una revolución que ocurrió a escasos cientos de kilómetros de Costa Rica, ubicado inclusive en la misma región de Centroamérica y el Caribe? ¿Si ni siquiera existe un programa para rescatar una revolución que sigue viva y que ya ocurrió, cómo pensar en hacer una nueva revolución en el subcontinente?

Por lo menos de nuestra parte, es difícil pensar en la construcción de organizaciones revolucionarias, sino es sobre la base de conquistar una comprensión común de los grandes problemas internacionales vinculados a la revolución internacional, del que hoy en día, por duro que sea, forma parte el derrotero de la heroica revolución de los trabajadores y el pueblo pobre cubano. Este es el método de Trotsky, Cannon y los primeros dirigentes del trotskismo mundial, y es el método que hacemos nuestro. Es en todo caso, el más apropiado para evitar que pequeños grupos nacionales, se rompan a la primera prueba seria, no ya de la intervención conjunta en la vida política de un país, en el sindicalismo o en el movimiento estudiantil; sino en la lucha de clases internacional, más rica y dinámica todavía en cuanto a fenómenos políticos.

Con Cannon consideramos que toda tentativa seria de construir una organización revolucionaria “debe comenzar con un programa internacional”, y que “no hay más espacio para estrechos programas nacionales”.[14] Pensamos que no es suficiente coincidir en un proyecto sindical o en querer integrar un mismo “referente internacional”, sino que hace falta un sólido programa que parta de los grandes problemas internacionales de la clase trabajadora, de sus posiciones ganadas y las que están pendientes por conquistar, sobretodo en un momento donde comienzan a brotar agudos procesos revolucionarios –como los del mundo árabe- y se hace imperante sacar lecciones del siglo pasado, plagado de revoluciones –la mayoría derrotadas- para preparar las victorias del porvenir.

¿Unir formalmente grupos desde arriba o construir un gran núcleo de partido por la revolución socialista en Costa Rica? Preparémonos para grandes combates en la lucha de clases

Aunque en algunos casos la realidad puede resultar dura, hay que aceptarla aunque sea amarga. Hemos mencionado solo algunos elementos que hacen a la trayectoria de dos grupos que plantean una fusión organizativa, sin abordar otros que también tienen importancia; pero lo que se deja ver a pesar de eso, es que evidentemente el panorama es crítico. 

Las diferencias entre el MAS y el PRT en temas cruciales parecen importantes, tanto en su relación y convivencia en el último período, como en temas clave desde el punto de vista programático, especialmente el de la ubicación que cada grupo tiene frente a un tema fundamental de la lucha de clases latinoamericana e internacional, la revolución cubana, que sigue viva. 

No quisiéramos ser irresponsables al contribuir a inflamar (irracionalmente) la emoción que suscita la idea de la “unidad” o de la reconciliación si se quiere, esto porque los sentimientos no son suficientes para mantener cohesionada una organización o construir una nueva, especialmente frente a los duros test de la lucha de clases, sea internacional o nacional. En cambio, nos da la impresión de que los llamados a construir el “nuevo partido obrero y socialista” que hacen los compañeros (especialmente los del MAS) tienen las características de una fusión que se dirige a cubrirle la espalda a la entrada del PRT a la LIT. Esta fusión, llega en momentos en que el MAS perdió la dirección oficial del movimiento estudiantil en la UCR, se ha desplazado hacia la superestructura de algunos sindicatos (como APSE o ANEP) y el PRT se ubica en la codirección del SINDEU, lo que en términos funcionales significaría que el posible nuevo grupo de la LIT, después de que el MAS perdió la dirección de la FEUCR, “tendría un pie en el movimiento sindical y otro en el movimiento estudiantil”. Estos motivos son los que hacen ver más lógica la unión con el PRT.

El gran problema de lo anterior, tanto en relación a las contradicciones programáticas entre uno y otro grupo, como en relación a su trayectoria más reciente; es que más allá de las ambiciones de corto plazo, pueden dar como resultado una organización con un clima políticamente inhabitable para cualquier obrero o estudiante sano que quiera organizarse y luchar, atravesada por las explosiones y las tensiones recurrentes que por lo menos en el movimiento estudiantil y sindical hemos presenciado en el último período; únicamente que con un nivel más elevado de intensidad. Lo anterior lo señalamos no por mala fe, sino porque considerando el grado de distanciamiento en ciertos puntos programáticos, no parece fácil por ejemplo que los compañeros que dirigen el PRT vayan a renunciar a sus posiciones y personalidad política en el marco de su unidad con el MAS.

Con todo lo dicho hasta el momento, nuestra intención ha sido dar una opinión respecto a un proceso de unificación, que a pesar de ser presentado como un fenómeno armónico y sin grandes discusiones de por medio, concentra numerosas contradicciones, por no decir diferencias en su seno.

A pesar de todo esto, al mismo tiempo que no perdemos de vista las diferencias que tenemos con los compañeros del MAS y el PRT sabemos que la crisis del capitalismo mundial, tarde o temprano obligará a que unifiquemos nuestras fuerzas, pero no sobre la base de una suma de tácticas o impulsos sentimentales; sino sobre la base de un balance honesto de la intervención de cada corriente en la vida política y la definición de un programa científico donde cada táctica sea la expresión de una estrategia: es la única forma de construir un sólido núcleo de organización revolucionaria, que comience desde unos cuantos cientos de militantes y se convierta rápidamente en un partido de miles para luchar por el socialismo en Costa Rica y a nivel internacional.

En el año 2008, en medio del primer pico de la crisis capitalista mundial, en el contexto de la quiebra de Lehman Brother’s y de la primera ola de despidos masivos en Costa Rica como producto de la recesión en Estados Unidos, decíamos que la tarea que tenemos los revolucionarios pasa por la capacidad que tengamos para construir un gran partido revolucionario internacionalista, de combate y apoyado en una estrategia de tipo soviético para luchar por el poder obrero y la revolución. E insistíamos además en el hecho de que el capitalismo, luego del inicio de la crisis económica mundial, ha entrado en una crisis histórica, que podría ser igual o peor que la de 1929, regenerándose las condiciones objetivas para introducir en la debacle a la ideología no solo neoliberal, sino a la ideología capitalista en su conjunto, lo que inaugura una nueva fase de la lucha de clases internacional donde los revolucionarios podemos intervenir y probar nuestro programa, [15]  por lo menos sin la pesada carga reaccionaria de los ‘90.

Tres años han transcurrido desde entonces y hoy podemos afirmar que se ha actualizado esa perspectiva, especialmente bajo el fragor de los levantamientos revolucionarios de Túnez, Egipto y otros países del mundo árabe; se ha actualizado después de las huelgas y movilizaciones masivas en Francia contra la reforma de Sarkozy al régimen de las pensiones, siendo testigos del movimiento de los indignados españoles que han comenzado a ocupar las principales plazas de Madrid y Barcelona bajo la demanda de empleo y cuestionando su propia democracia burguesa imperialista, de las huelgas generales en Grecia donde los trabajadores y el pueblo pobre se enfrentan a los planes de ajuste de los capitalistas de su país y el conjunto de Europa, que buscan descargar todo el peso de la crisis y sus penurias sobre la clase obrera.

A pesar de nuestras diferencias afirmamos que estamos dispuestos a participar en todo paso tendiente a unir a la vanguardia obrera y socialista contra la burguesía y sus partidos; y que sea superior a todo lo que actualmente existe sobre el escenario nacional en cuanto a organizaciones de izquierda. Es por eso que llamamos a los compañeros del MAS y especialmente a los del PRT, a no reducir la construcción de un partido obrero y socialista únicamente a las reuniones entre la militancia de ambas organizaciones, y a abrir de forma honesta un gran debate nacional sobre la situación mundial y del país entre todos los grupos de la izquierda obrera y socialista que quieran participar, haciendo al mismo tiempo un serio balance de la intervención de cada corriente en la lucha de clases. Desde ya que estamos dispuestos a participar en estos debates, aunque eventualmente constituyamos una minoría.




[1] En el 2008 se dio el primer pico de la crisis capitalista mundial, que tuvo como uno de sus símbolos la quiebra de Lehman Brother’s, un banco que no había quebrado siquiera con el crack de octubre de 1929 y la Depresión económica de los años ’30. Al poco tiempo de que la crisis capitalista alcanzaba uno de sus niveles más dramáticos, comenzaban a desarrollarse profundos procesos de enfrentamiento entre las clases, como lo atestiguaba la huelga general en Guadalupe, las huelgas generales en Grecia, así como el despertar de las luchas en países centrales como Francia o Gran Bretaña. 

Estos procesos de lucha, daban a entender la apertura de un nuevo período signado por la respuesta de las masas al encarecimiento de los alimentos, los recortes de ventajas sociales, de  salarios o despidos masivos; como efectivamente puede comprobarse con los procesos revolucionarios abiertos en el mundo árabe o las grandes huelgas en Francia, Grecia y otros países centrales de Europa.

[2] Luego de su derrota en las elecciones de la federación de estudiantes de la UCR, los compañeros de la dirección del MAS vienen impulsando un giro “hacia la clase obrera”, lo que en realidad ha constituido, más allá del discurso “obrerista” para justificar su giro, un giro hacia los aparatos sindicales (como APSE o ANEP), combinado con un éxodo de la Universidad, donde no se ha vuelto a ver intervenir públicamente al MAS en alguna actividad, después de ser la dirección oficial del movimiento estudiantil de esa casa de estudios.

[3] Esta “inconsecuencia” que señala Morera, en realidad no está muy claro en qué consiste, pues la participación del FA en esta alianza es perfectamente comprensible en el marco de la estrategia y el programa de este partido. En cuanto a su estrategia, esta consiste en ir conquistando evolutivamente espacios en el Congreso, las Municipalidades y como objetivo supremo, el Poder Ejecutivo con tal de construir “otra Costa Rica” “más justa”; una estrategia muy parecida a la de la socialdemocracia europea a inicios del siglo pasado. En cuanto a su programa, el FA sostiene una serie de lineamientos tendientes no a la independencia de clase o el combate de los partidos de la burguesía, sino la conciliación con estos en torno a la defensa del Estado Social de Derecho y los rasgos “benefactores” que aún le quedan a este, por supuesto mediante reformas determinadas por la acción parlamentaria. 

En resumen, el FA es un grupo que si bien no tiene grandes empresarios en sus filas, defiende rabiosamente la estabilidad del Estado de los empresarios, y su vida política gira alrededor de cálculos electorales del momento, lo que pasa por alianzas perpetuas con distintas fracciones burguesas o pequeñoburguesas (llámese PAC, PUSC, ML o el PASE). 

En síntesis, aunque entendemos que tanto los dirigentes del PRT (Morera por ejemplo) como del MAS lo conciben como su principal interlocutor; de nuestra parte estamos en la obligación de señalar que el FA es muy consecuente con los aspectos centrales de su programa y su estrategia, y que precisamente por eso, es uno de los principales obstáculos para la organización independiente de los trabajadores y los pobres del pueblo. 

[4] El Bloque de Obreros y Campesinos (nombre que adoptó el PVP para “evitar su ilegalización”) según el historiador Iván Molina, llegó a tener alrededor de mil militantes en el apogeo de las huelgas de la década del ’30; mientras que para los años ’40, llamado ya Partido Vanguardia Popular, llegó a tener en sus filas al menos 3 mil militantes, en el marco de su alianza electoral con el Partido Republicano de Calderón Guardia y su transformación lisa y llana en una maquinaria de votos en el movimiento obrero.

[5] “Repudiamos reuniones de sindicalistas a puerta cerrada con personeros de la embajada norteamericana”. En Bandera Roja 79. PRT. Mayo 2011. pp.7. 

[6] Íbidem. La negrita es nuestra.

[7] Ver: La Prensa Libre. 4/5/2011.
 
[8] La Nación. 3/3/2011

[9] La Nación 28/4/2011

[10] Es que al mismo tiempo que Morales y los otros burócratas se reunían con el embajador norteamericano, este financiaba al movimiento de apoyo al TLC, llegando incluso a garantizar entrenamiento y autobuses a las fuerzas policiales, en caso de que la movilización de masas se le saliera de las manos al gobierno de Oscar Arias en el marco de una discusión decisiva en el Congreso a finales de febrero de 2007.

[11] James Cannon. La historia del trotskismo norteamericano. Ediciones Rebelión. Partido de los Trabajadores Socialistas. Argentina. pp. 38. También disponible en: www.marxists.org

[12] Un interesante estudio a propósito del derrotero de los “antidefensistas” de la URSS en Norteamérica, puede encontrarse en el trabajo “Arrepentidos. Los primeros neocons”, de José M. Roca. En este trabajo Roca retrocede hasta los orígenes de los Neocons y un sector de la ultraderecha norteamericana, paradójicamente vinculada con viejos trotskistas “desencantados” como es por ejemplo el caso de Sidney Hook, quien fundó apenas en 1939 -dos años después de ser expulsado del SWP-, el Comité por la Libertad Cultural, que bajo el nombre de Congreso para la Libertad de la Cultura, se transformaría en uno de los puntos de apoyo centrales del imperialismo norteamericano en la lucha contra la URSS en el marco de la guerra fría. 

Otro caso notable, en cuanto a los “trotskistas desencantados” que se pasaron a las filas de la contrarrevolución después de asumir posiciones revisionistas en cuanto al carácter de clase de la Unión Soviética fue el de Burham, quien además de haber apoyado la invasión norteamericana a Vietnam para “evitar la expansión de la URSS”, se convirtió después en un firme defensor de la política anticomunista del imperialismo norteamericano. No por casualidad, “En 1983 Reagan le concedió la Medalla de la Libertad”, por sus servicios prestados a la política imperialista. Revista Viejo Topo 264. Enero de 2010. pp. 34.

[13] Miguel Ángel Hernández. Cuba y el VI Congreso del PCC. Al estilo chino, la burocracia del PCC se consolida como agente restaurador del capitalismo. Escuela de Sociología. Universidad Central de Venezuela. En Bandera Roja 79. Mayo 2011. pp.9.

[14] Los planteamientos del dirigente del SWP en cuanto a que “no hay más espacio para estrechos programas nacionales”, o que “no se puede construir un partido político revolucionario solamente sobre bases nacionales”, ponen en cuestión no solo el método con el que se pretenden construir organizaciones nacionales; sino hasta las internacionales. Según Cannon el método en la construcción de una Internacional consiste en “organizar a la gente, no importa lo poco que puedan ser en cada país, sobre las bases de un programa internacional y gradualmente construir sus secciones nacionales”. Recordemos, nuevamente, que un punto central del programa, que definía quien era revolucionario y quien no lo era, consistía en la caracterización que se tuviera sobre la Unión Soviética, motivo de violentas polémicas y rupturas en el seno mismo de la IV Internacional. Op.cit. Cannon. pp. 22. Negrita es nuestra.

[15] Liga de la Revolución Socialista. “Un debate al interior de la izquierda obrera y socialista. ¿Cómo prepararnos para grandes combates en la lucha de clases?” En clave revolucionaria 11. Diciembre 2008. pp. 15-16.