Sin movilizaciones imponentes como las
del año anterior el gobierno de Carlos Alvarado enfrenta una nueva
crisis, con un cuestionamiento más agudo a su capacidad política
para gobernar, y con sectores sociales en movimiento contra uno de
sus bastiones de confianza:
el ministro Edgar Mora.
Desde hace meses, contrario a su
discurso democratizante y “progresista”, el Partido Acción
Ciudadana viene ensayando un posicionamiento cada vez más
autoritario y represivo frente a la población costarricense. Este
partido, aliado con los cadáveres que revivió desde la última
contienda electoral (PLN, PUSC) y en un intento por imponer una
relación de dominación a los trabajadores públicos y al pueblo
después de la histórica huelga de 2018 (con sus espectaculares
movilizaciones); apuesta por la fuerza con tal de limitar la
capacidad de lucha de los trabajadores públicos. Lo anterior por
medio de la Ley que declara la educación como “servicio esencial”,
reduciendo la capacidad de movilización y expresión de los
trabajadores.
Este es el mismo PAC
que propuso aliado con referentes del PLN (Sandra Pisk y el FA) la
Ley Mordaza de “Crímenes de odio”, para silenciar una oposición
política generalizada a su mandato (y amplificada por las redes
sociales) en apenas un año de administración.
Las organizaciones de los trabajadores
intentan recuperar la confianza en sus músculos. La segunda
asociación de profesores del país (con 46 mil afiliados) convocó a
una movilización significativa, de almenos 20 o 30 mil asistentes el
pasado 6 y 7 de junio en contra de la Ley que prohibiría las huelgas
en los servicios públicos esenciales. La sorpresiva gran
movilización hizo posible calcular la disposición a la lucha del
sector magisterial como uno de los más activos del país.
APSE Y ANDE, las dos organizaciones
magisteriales más grandes de Costa Rica, convocaron a días de
huelga específicos durante el mes de junio, combinadas con
movilizaciones y concentraciones en la Asamblea Legislativa y otros
sitios a lo largo del país. Estas movilizaciones, parecieran haber
reactivado la desconfianza general de la población hacia el gobierno
de Carlos Alvarado (así como el malestar de distintos sectores
productivos del país con el cobro del IVA desde julio, como se ha
reflejado en las más recientes protestas).
En distintas protestas han aparecido
los pescadores, los transportistas; y ahora, los estudiantes. Y
apenas en el primer día de manifestaciones, los pescadores de la
península de nicoya intentaron derribar los portones de la Casa
Presidencial pidiendo espacio para el “diálogo” con el
Presidente. Ese simbólico hecho (derribar los portones de la sede
del Poder Ejecutivo), mostró que hay sectores sociales que no tienen
ningún respeto por la figura del Presidente y que parecieran estar
extendiéndose, paralelamente a los “círculos de opinión
política” (como lo son algunas páginas que todavía permite
Facebook), que llaman abierta o encubiertamente a un “golpe de
Estado” contra Carlos Alvarado.
Los verdaderos responsables de que
Carlos Alvarado sea Presidente (grupo Nación: Teletica y La Nacion)
han “detectado” que la situación política de hoy, tiene cierto
parecido a la del 2018, cuando pequeñas protestas de sectores
“nacionalistas” contra la política migratoria del gobierno;
abrieron la primera crisis política al
gobierno y al PAC en su segundo mandato.
Con
preocupación La Nación recopiló las páginas desde las redes
sociales que se “incitan a la violencia”.
Ensayando
un dispositivo de manipulación como el del 2018, el gobierno y sus
medios “progresistas” oficiales (La Nación y Teletica) pretenden
convertir en rehenes de su política a los grupos de homosexuales y a
los inmigrantes del país, a los que colocan como supuestas
“víctimas” de los grupos que llaman a golpe de Estado contra el
gobierno.
Una
de las páginas “realizó 27 publicaciones promoviendo una
movilización violenta en las calles”, mostrando casi como asomo,
la poca aceptación que tiene la segunda administración del PAC.
Ante
el desempleo y la crisis económica nacional, el PAC y sus aliados
contestan con decretos autoritarios y adoctrinantes, usando la fuerza
del aparato del Estado para reforzar el control y la censura del
pueblo. Ante los mensajes que llaman a la violencia contra un
gobierno que solo odios ha desatado, el Ministro Maikol Soto señaló
que “desde hace un año vigilan algunas páginas y que tienen
identificados a individuos que promueven el uso de la violencia”
mediante esa red social. “Desde hace por lo menos un año,
venimos dándole un seguimiento a todas las redes sociales que
tenemos en acceso, que tenemos en nivel de investigación cuando
tienen llamadas a atentados a personas o al presidente o que
promueven la violencia o la violencia contra otros grupos sociales".
La respuesta del prepotente Carlos
Alvarado es el uso de la fuerza: la fuerza de la vigilancia, del
control, de la prohibición. La vigilancia por medio del MSP y la DIS
contra ciertos grupos y personas, la del control por medio de leyes
mordaza como la de los “crímenes de odio” y la de la prohibición
de las huelgas en “servicios esenciales2 como la educación para
imponer calma social y el programa económico del gobierno del PAC y
sus aliados del PLN, PUSC y otros partidos.
El mes de junio ha permitido descubrir
que el pueblo costarricense se enfrenta a un gobierno fracturado (con
renuncias de distintos ministros en los últimos meses) y erosionado,
que dilapidó el capital político que significó la imposición de
las nuevas cargas tributarias; pero que rápidamente se involucró en
escándalos de corrupción y abusos contra la población.
Con relativamente pequeñas pero
intensas acciones populares (movilizaciones, huelgas o
concentraciones), como las de los estudiantes y padres de familia
pidiendo la renuncia de Édgar Mora, el gobierno ha entrado en una
crisis similar a la de 2018, que permitió servir de antesala para
las grandes acciones de huelga y movilización que polarizaron Costa
Rica durante más de tres meses de huelga de empleados públicos.
En aquella oportunidad fueron pequeños
grupos “nacionalistas” que no necesariamente representan a las
distintas capas sociales las que despertaron el rechazo e irrespeto
contra la figura del Presidente. Hoy son sectores más generalizados
a lo largo del país en más de 80 colegios de toda Costa Rica. Que
piden directamente la renuncia de Édgar Mora, uno de los soportes de
la avanzada autoritaria y la política gubernamental.
Si bien han tendido a entrelazarse la
crisis del gobierno con la movilización y los llamados de pequeños
sectores “al golpe de Estado”, en los días siguientes es
necesario establecer los contactos e instancias de unidad necesarias
entre estudiantes transportistas, pescadores, docentes y todos los
que vienen enfrentando a Carlos Alvarado para planificar y convocar
a superiores acciones de protesta para después de vacaciones; al
mismo tiempo que se mantienen concentraciones y demostraciones de
protesta durante estas semanas.
En la
segunda mitad de 2019 los trabajadores y el pueblo prueban nuevamente
el alcance de sus fuerzas. Los docentes mostraron importantes
acciones el jueves 6 y viernes 7 de junio y ahora los estudiantes son
los que han mostrado su valor cerrando más de 230 colegios en todo
el país; anunciando semanas y meses de una nueva dinámica en la
actividad del movimiento de masas.
También
es urgente encarar seriamente la discusión sobre un eventual
derrocamiento del cuestionado gobierno de Carlos Alvarado, más
específicamente si su caída pasa por un “golpe de Estado” por
arriba, dirigido posiblemente por serctores militaristas y policiales
disidentes; o por medio de una revolución de los trabajadores y el
pueblo desde abajo. Esta discusión estratégica no es un antojo sino
que se impone por las discusiones de la realidad, donde ya algunos
hablan del gobierno autoritario de Alvarado como dictadura, y llaman
al usurpador de la Presidencia como “dictadorzuelo”.