En esta edición de ECR (ECR N°7), hemos querido publicar –con un poco de atraso, pero de manera segura-; la respuesta de nuestros compañeros de la LER-QI a las primeras críticas del PSTU. El partido más importante de la LIT (el PSTU), amparándose en una argumentación típicamente “campista” (a la inversa de quienes apoyan al sector de la burguesía amparado tras el proyecto de Hugo Chávez); ha criticado el que los compañeros de la JIR en Venezuela, y la FT en general, hayan llamado a votar nulo en el pasado Referéndum Constitucional, como una posición elemental de independencia de clase. Los compañeros de la JIR venezolana, y la LER-QI en Brasil han defendido de manera consecuente este llamado, manteniendo total independencia tanto del chavismo y los sectores burgueses amparados en este; así como de la derecha proimperialista escuálida, esa misma que en un mismo coro, llamó junto al PSTU y Bandera Roja (grupo maoísta pro-derechista venezolano) a votar “NO”.
El artículo que sigue, discute lo que hay que discutir: la táctica y la estrategia de los distintos grupos de la izquierda frente al Referéndum Constitucional de Hugo Chávez.La discusión, toma todavía más importancia después del Referéndum; en momentos donde Chávez perdió más de 3 millones de votos para su proyecto político, 3 millones que no se pasan del lado de la derecha, sino que se mantienen con una posición que tiende a la independencia política de los “campos burgueses” en pugna. Es con estos sectores, mucho más sabios que Bandera Roja o el PSTU; con los que los revolucionarios debemos priorizar el trabajo político en la perspectiva de construir el partido revolucionario en Venezuela, contra toda variante de conciliación de clases, como el PSUV para un “socialismo con empresarios”, ese mismo que más de tres millones de venezolanos ya comienzan a ver con ojos críticos y escépticos.
El artículo que sigue, discute lo que hay que discutir: la táctica y la estrategia de los distintos grupos de la izquierda frente al Referéndum Constitucional de Hugo Chávez.La discusión, toma todavía más importancia después del Referéndum; en momentos donde Chávez perdió más de 3 millones de votos para su proyecto político, 3 millones que no se pasan del lado de la derecha, sino que se mantienen con una posición que tiende a la independencia política de los “campos burgueses” en pugna. Es con estos sectores, mucho más sabios que Bandera Roja o el PSTU; con los que los revolucionarios debemos priorizar el trabajo político en la perspectiva de construir el partido revolucionario en Venezuela, contra toda variante de conciliación de clases, como el PSUV para un “socialismo con empresarios”, ese mismo que más de tres millones de venezolanos ya comienzan a ver con ojos críticos y escépticos.
La cuestión del chavismo vine siendo un verdadero divisor de aguas en la izquierda. Así lo mostraron las posiciones frente al referéndum sobre la reforma constitucional, que resultó en la primera derrota electoral de Chávez en casi nueve años, festejada por la burguesía opositora y por el imperialismo, que impulsaron una gran campaña por el NO.
La izquierda directamente chavista y “antineoliberal”, como el PSOL (Partido Socialismo y Libertad de Brasil, con excepción de su corriente interna la CST, Corriente Socialista de Trabajadores), la Liga Comunista Revolucionaria de Francia (LCR) y el Socialist Worker Party de Gran Bretaña (SWP), levantaron la política esperada llamado a votar por Chávez acríticamente. Las últimas tres organizaciones (PSOL, LCR y SWP), que incluso avanzan determinadamente en el abandono del marxismo revolucionario, realizaron actos de apoyo a Chávez saludando el supuesto “avance al socialismo” que esta reforma representaría. Fueron coherentes con su nefasta política de ir detrás de de los sectores no monopólicos de la burguesía contra los sectores neoliberales.
Sorprendentemente, al contrario de las corrientes capituladotas a Chávez, cuyas posiciones no fueron sorpresa alguna, estuvo el llamado del PSTU a votar NO, posición defendida por la burguesía opositora proimperialista. Lo que mostró, lamentablemente, fue que las posiciones otrora correctas de este partido contra Chávez no resistieron la prueba, cuando la realidad exigió a los revolucionarios un firme posicionamiento de clase, independiente de los campos burgueses en disputa. Esto, a pesar de ser una cuestión táctica, muestra una concepción estratégica que queremos debatir en este artículo.
Nuestra posición frente a Chávez…
Nosotros, la Liga Estrategia Revolucionaria, nos ubicamos entre los que dicen que Chávez tiene un proyecto nacionalista burgués y busca implementarlo utilizando una retórica antinorteamericana y “socialista”, dialogando con el desgaste ante las masas del neoliberalismo de la década pasada y de los representantes tradicionales de la burguesía, mientras sigue regateando con el imperialismo y garantizando su dominación, más claramente expresada en las empresas mixtas, mientras protege la propiedad privada y la explotación capitalista en su país, favoreciendo incluso el enriquecimiento de la “boliburguesía”, nombre con el cual se conoce a los empresarios ricos que apoyan a Chávez gracias a los inmensos beneficios que vienen teniendo.
Discutimos en innumerables artículos y llamamos a las organizaciones de izquierda que a inicios de 2007 compartían esta caracterización (el PO argentino, el PSTU en Brasil, el POR boliviano) a impulsar junto a nosotros campañas comunes orientadas a luchar por una posición basada en la independencia de clase. Así, frente a las nacionalizaciones chavistas, que en gran medida no pasaban de la constitución de empresas mixtas entre capital estatal y privado, llamamos a luchar por nacionalizaciones sin indemnización bajo control de los trabajadores. Contra el partido de Chávez, el PSUV, llamamos a la formación de un partido obrero independiente para que la clase pudiera expresarse contra todas las variantes del chavismo y el reformismo. Y por fin, contra la falacia del “socialismo del siglo XXI” llamamos a defender la perspectiva de un gobierno obrero, de campesinos y el pueblo pobre, la única vía para dar una respuesta de fondo a sus demandas más profundas.
...y la cuestión del referéndum
Fue como consecuencia de estas posiciones que llamamos a votar nulo. Se trata de levantar una política opuesta a la lógica “campista”, según la cual habría que elegir uno de los dos “campos” en disputa. Eso es porque caracterizamos que ninguno de los lados expresa los intereses de la clase obrera, ni la burguesía derechista, ni el chavismo y su “boliburguesía”.
La reforma constitucional que Chávez buscaba refrendar era una vía para profundizar sus rasgos bonapartistas, es decir, aumentar la concentración de poderes en su figura para mejor alzarse como árbitro entre los intereses en pugna de las distintas clases sociales, como era el punto que garantizaba la reelección indefinida. A pesar de contar con algunas concesiones como la reducción de la jornada laboral a 36 horas, la reforma constitucional chavista daba continuidad a su política de “socialismo con empresarios” (!). Por lo tanto, era inaceptable, para todos aquellos que apuestan a una salida independiente y revolucionaria de los trabajadores y el pueblo oprimido, apoyar a Chávez votando por el SI.
Desde la oposición burguesa, los sectores de derecha, hoy más institucionalizados, fruto incluso del cambio de política del imperialismo norteamericano que, debilitado por los reveses en Irak no ha buscado patrocinar nuevos golpes en América Latina, levantó la bandera del NO en el referéndum chavista. Vale recordar que estos sectores burgueses son los que protagonizaron la tentativa de golpe en abril de 2002, demostrando que no tenían pudor alguno en adoptar sus propias medidas de tipo bonapartista contra las masas cuando lo vieran necesario. Su campaña por el NO partió de la defensa de la propiedad privada, polarizando contra un supuesto “castro-comunismo” que Chávez pretendería implementar (aun cuando la reforma de Chávez es en realidad una reglamentación del “socialismo con empresarios” y de las empresas mixtas de explotación del petróleo en conjunto con el imperialismo). Contó como base social con el grueso del movimiento estudiantil marcado por la fuerte influencia de los sectores derechistas, que en el último período se enfrentó con los chavistas, contra un supuesto “ataque a la propiedad privada”.
De eso deriva que luchar contra las medidas bonapartistas de Chávez junto a estos sectores –en realidad reaccionarios aunque en este momento travestidos con ropajes “democráticos”–, ¡termina transformándose en una defensa de los aspectos más degradados de la democracia latinoamericana después de la ofensiva neoliberal! Por eso, votar NO en este caso no puede ser una posición que ayude a los trabajadores a avanzar en su conciencia y su independencia política.
Para los revolucionarios sólo es posible hacer unidad táctica con sectores de la burguesía en situaciones ultra-excepcionales, cuando se trata de alguna medida concreta que significara una conquista para los trabajadores, y que un sector burgués nacionalista podría eventualmente favorecer. Sería el caso, por ejemplo, del apoyo a la nacionalización del petróleo, impulsada por Cárdenas en México.
Los militantes del PSTU sabrán discernir que llamar a votar NO en Venezuela no tiene nada que ver con esa política. Basta reflexionar sobre cuál es la conquista concreta que significa para la clase obrera la victoria del NO. ¿El mantenimiento de la constitución burguesa reaccionaria de 1999? ¿Acaso el actual régimen venezolano sería una conquista a ser defendida por los revolucionarios? ¿Es el mantenimiento del actual régimen y el triunfo del imperialismo a lo que los compañeros llaman “victoria democrática”?
La ausencia de una lógica de delimitación de clase.
El PSTU, en su afán de distanciarse de Chávez y de la izquierda que capitula a esta dirección burguesa, recayó en una posición peligrosa que sólo puede sembrar confusión entre los trabajadores y las masas. Sobre todo en los sectores que se negaron a dar “carta blanca” a Chávez en sus intentos bonapartistas, aunque también vieron claramente la imposibilidad de votar con la derecha burguesa, tal como expresaron los tres millones de votos ausentes de la base chavista.
Intuitivamente, estos sectores que se abstuvieron en la votación tuvieron una posición más sabia que la del PSTU, retirando su apoyo político a Chávez sin que eso signifique ofrecérselos al bloque de la oposición de derecha.
Cabe preguntarse: ¿qué está por detrás de esta posición del PSTU? En primer lugar, la ausencia de una lógica firmemente anclada en las delimitaciones de clase, base fundamental que debe ser el norte de los revolucionarios en sus políticas. El razonamiento del PSTU parte de que para combatir a Chávez y a la izquierda directamente chavista o la que lo apoya como el PSOL, en el referéndum habría que votar contra él, sin importar el hecho de someterse a un bloque político cuyos jefes ya son conocidos por el pueblo venezolano y representan las alas burguesas más proimperialistas del país. Esta es la muestra de que el PSTU elige sus aliados (y adversarios) sin tener en cuenta las fronteras de clase. Olvida las cuestiones estratégicas para privilegiar las tácticas y termina defendiendo… pésimas tácticas.
¿“Tercera posición” con el NO?
El PSTU plantea que frente al chavismo y la burguesía opositora habría que forjar una “tercera posición”. Tenemos acuerdo, de eso se trataba. Pero ¿cómo puede la política de votar NO constituirse como en una “tercera posición”?
El PSTU dice: “Existió una lucha democrática victoriosa en Venezuela. Sólo existe una explicación para que el imperialismo y la oposición de derecha capitalicen internacionalmente la justa derrota de Chávez: la vergonzosa capitulación de la izquierda latinoamericana al gobierno venezolano (…)”. Después afirma: “La única alternativa para los trabajadores venezolanos es que se construya un tercer campo, independiente tanto de la oposición de derecha como del gobierno de Chávez. En caso que la polarización política en Venezuela se siga dando alrededor de estas dos alternativas, inevitablemente los trabajadores acabaran derrotados junto con Chávez y su decadencia”[2].
Después dice que es “centrista” quien se plantea la lucha concreta, no de palabras, para construir un “tercer campo”, es decir, una política obrera independiente: “Existirán varios sectores de izquierda que se rehusarán a apoyar el SI chavista. Pero con una postura completamente centrista, tampoco defenderán el NO”[3]. Discutiendo contra el Partido Causa Operária (PCO), van más allá: “Esta fue la posición del PCO, que defendió ‘ni SI, ni NO’, o sea, ante tal polarización política de importancia para toda América Latina, el PCO no sabe si está a favor o en contra de la reforma de Chávez”[4] (destacado nuestro).
Pero, ¿no acababa de afirmar el propio PSTU que “en caso que la polarización política en Venezuela se siga dando alrededor de estas dos alternativas, inevitablemente los trabajadores acabaran derrotados junto con Chávez y su decadencia”?
Cuando las dos alternativas se plantean en la realidad (y veamos bien que estamos hablando de una polarización que se expresa mayoritariamente en las urnas, en el marco de la institucionalidad, y no de tendencias a la guerra civil como en Bolivia), cuando éstas se ubican y se organizan como movimientos por el SI y por el NO, entonces “ante tal polarización política de importancia para toda América Latina” el PSTU termina… escogiendo uno de los lados, y en la práctica, abandonando la lucha para “que se construya un tercer campo”(!). Hay que hacer un llamado a los compañeros del PSTU[5] para que reflexionen: ¿Dónde está la “tercera posición”?
¿Disputar la dirección o adaptarse a la dirección burguesa existente?
Pero, ¿cómo justifica el PSTU esta posición? Una respuesta probable es que habría que “disputar la dirección”, sobre todo del movimiento estudiantil. Pero hay que preguntar: la política de llamar al “NO” junto a la derecha, ¿es una política de disputa de la dirección, o termina por llevar a la adaptación ante la dirección hoy existente de los sectores opositores a Chávez (nuevamente repetimos: no cualquier dirección, sino la burguesía opositora)?
Disputar la dirección significa intervenir con una política basada en la independencia de clase para hacer que los sectores en cuestión cambien su postura y avancen hacia posiciones revolucionarias. Tenemos acuerdo en que “No se puede confundir las luchas con sus direcciones”. Pero para eso habría que enfrentarse con las banderas de defensa reaccionaria de la propiedad privada, levantadas por la dirección. Es decir, por más progresiva que fuese la “base” de este movimiento (cuestión extremadamente dudosa ya que en gran parte estaba compuesta por hijos de la clase media escuálida, que levantaban banderas de la derecha). Por eso era necesario efectivamente disputar la dirección, estableciendo un profundo diálogo con sus aspiraciones democráticas y pero mostrando estratégicamente que la clase trabajadora es la única que puede ofrecer una verdadera democracia de masas como la base para su gobierno.
La teoría de la revolución democrática y el NO
La segunda respuesta al planteo anterior remite a la concepción estratégica de “revolución democrática” del PSTU, según la cual se puede apoyar sectores de la burguesía “democrática” contra los intentos bonapartistas de determinados caudillos, sectores golpistas de la burguesía y regímenes autoritarios, minando las posiciones de independencia de la clase trabajadora. Así, para hacerle frente a estos sectores lo que estaría planteado para la clase trabajadora sería luchar para conquistar la democracia burguesa[6].
Esta concepción fue formulada por Nahuel Moreno, dirigente trotskista argentino que fundó la LIT, y afirmaba en su texto “Revoluciones del Siglo XX” que estaba a favor de “…una revolución en el régimen político: destruir el fascismo para conquistar las libertades de la democracia burguesa, aunque fuera en el terreno de los regímenes políticos de la burguesía, del Estado burgués”. También se aplicaría como la estrategia para enfrentar a las dictaduras en las semicolonias, contra las que nuevamente se trataría de luchar por la democracia burguesa, como “primera parte” de la lucha por la revolución socialista.
Pero su “aplicación” en el caso del voto NO en Venezuela, a pesar de mantener la misma lógica, es aun más chocante. Si la teoría de la “revolución democrática” es profundamente equivocada, cuestión que venimos discutiendo hace tiempo[7] en otras elaboraciones, hay que señalar que Moreno la formuló como un intento de responder a dictaduras genocidas, como en la Argentina de la década del ’70, o al mismo fascismo en la década del ’30, que asesinaron a millones de personas. Hoy, el PSTU al votar NO en Venezuela, lo hace sin ninguna presión similar de una situación aguda de la lucha de clases.
Pero cuando el PSTU plantea que “Al contrario de lo que dicen los chavistas, las movilizaciones estudiantiles no eran de “derecha”, sino democráticas. Como la izquierda venezolana capitula directamente a Chávez, fueron mayoritariamente las corrientes de derecha las que dirigieron las luchas estudiantiles. Grupos como Bandera Roja, completamente corrompido por la derecha. Pero no se puede confundir la base con la dirección”[8]. Así, la propia formulación expresada por el PSTU deja entrever la trampa presente en su lógica de “revolución democrática”, cuando dicen que “las movilizaciones eran democráticas”, “pero dirigidas por la derecha”, ahí está la trampa: la de que no hay necesariamente una oposición entre una cosa y la otra.
Es necesaria una política independiente.
A inicios de 2007, las organizaciones que integran la Fracción Trotskista en Venezuela, Brasil, México, Chile, Argentina y Europa le propusimos tanto al PSTU como al PO argentino, una campaña internacional unitaria por la completa nacionalización del petróleo en Venezuela bajo administración obrera y el llamado a construir, con total independencia del PSUV, un partido obrero independiente basado en las organizaciones sindicales que mantengan su autonomía del Estado y por un gobierno obrero y campesino. La Juventud de Izquierda Revolucionaria, organización hermana de LER-QI en Venezuela, ha actuado de acuerdo con esa orientación, habiendo dado un combate como fracción del PRS (Partido Revolución y Socialismo de Venezuela) por una política revolucionaria. Creemos que si la hubiésemos concretado, la izquierda clasista y socialista estaría hoy en mejores condiciones para hacer frente a la actual situación en Venezuela.
[1] Hacemos este debate con el PSTU como una primera respuesta a sus críticas de las posiciones de nuestra corriente, la LER-QI, publicadas en su último periódico Opinión Socialista.
[2] “As polêmicas com a esquerda chavista”, edición electrónica en http://www.pstu.org.br.
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] Esta lógica no puede ayudar a la organización internacional del PSTU, la LIT, a avanzar. La LIT de la cual es parte el PSTU no puede construir seriamente organizaciones solidarias con sus posiciones, ya que el antiguo grupo boliviano de la LIT, que integró esta organización durante décadas, rompió hace más de un año, sin aclaración de ninguna de las partes. En Venezuela la LIT no tiene grupo, y en Argentina, uno de los cuatro centros del trotskismo internacional, después de 6 años de los sucesos del 2001, ahora está intentando unir fragmentos minoritarios de la enorme “diáspora morenista”.
[6] Esto anula la independencia de la clase obrera, en la medida en que esta podría aliarse con sectores “democráticos” de la burguesía, renunciando al programa de su revolución: la socialista. Rompe con la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky en la medida en que éste señala que “para los países de desarrollo burgués atrasado y, en particular, para los países coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la resolución íntegra y efectiva de sus tareas democráticas y de liberación nacional solamente puede ser concebida por medio de la dictadura del proletariado”. Es decir, para los revolucionarios esto significa que ante las dictaduras en las semicolonias es necesario llamar a las masas a movilizarse por su derrota a partir de embates de la lucha de clases. Y que eso debe tener como finalidad, no la institución de la democracia burguesa, y sí la revolución socialista, ya que la burguesía es incapaz de responder a sus demandas democráticas esenciales, tal como prueba hoy todos los regímenes democráticos burgueses de América Latina que siguen condenando a millones a la muerte y a la miseria.
[7] Ver “Polémica con la LIT y el legado teórico de Nahuel Moreno”, en Estrategia Internacional Nº 3.
[8] “Mobilizações se chocam com o governo de Hugo Chávez em 2007”, en http://www.pstu.org.br.
[2] “As polêmicas com a esquerda chavista”, edición electrónica en http://www.pstu.org.br.
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] Esta lógica no puede ayudar a la organización internacional del PSTU, la LIT, a avanzar. La LIT de la cual es parte el PSTU no puede construir seriamente organizaciones solidarias con sus posiciones, ya que el antiguo grupo boliviano de la LIT, que integró esta organización durante décadas, rompió hace más de un año, sin aclaración de ninguna de las partes. En Venezuela la LIT no tiene grupo, y en Argentina, uno de los cuatro centros del trotskismo internacional, después de 6 años de los sucesos del 2001, ahora está intentando unir fragmentos minoritarios de la enorme “diáspora morenista”.
[6] Esto anula la independencia de la clase obrera, en la medida en que esta podría aliarse con sectores “democráticos” de la burguesía, renunciando al programa de su revolución: la socialista. Rompe con la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky en la medida en que éste señala que “para los países de desarrollo burgués atrasado y, en particular, para los países coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la resolución íntegra y efectiva de sus tareas democráticas y de liberación nacional solamente puede ser concebida por medio de la dictadura del proletariado”. Es decir, para los revolucionarios esto significa que ante las dictaduras en las semicolonias es necesario llamar a las masas a movilizarse por su derrota a partir de embates de la lucha de clases. Y que eso debe tener como finalidad, no la institución de la democracia burguesa, y sí la revolución socialista, ya que la burguesía es incapaz de responder a sus demandas democráticas esenciales, tal como prueba hoy todos los regímenes democráticos burgueses de América Latina que siguen condenando a millones a la muerte y a la miseria.
[7] Ver “Polémica con la LIT y el legado teórico de Nahuel Moreno”, en Estrategia Internacional Nº 3.
[8] “Mobilizações se chocam com o governo de Hugo Chávez em 2007”, en http://www.pstu.org.br.