Por Brayan Brenes
El jueves 15/11 más de 20 mil jóvenes marchamos por las calles de San José para repudiar la represión policial del 8/11, así como para exigir la renuncia del Ministro de Seguridad Mario Zamora y el Jefe de Policía Raúl Rivera por ser los principales responsables de una jornada en defensa del seguro social que terminó con más de 30 compañeros detenidos y decenas de golpeados.
La acción de repudio a la represión estuvo compuesta por dos columnas
centrales: la primera ubicada en el Parque de la Merced y respaldada
por masivas asambleas de cientos de estudiantes, y la segunda que tenía
como punto de partida el Pretil de la UCR, desde donde el sindicato
universitario llamó a marchar a los funcionarios. En menos de una semana
se puso de pie el movimiento estudiantil para responder al gobierno,
conquistamos el Paro Activo en la UCR para que fuera posible marchar
masivamente y pusimos el cuerpo en la calle, acompañados por los
piquetes artísticos de los grupos de música y artes dramáticas de la
Universidad que representaron escenas sobre la represión en cada
intersección vial. A la marcha se integraron importantes personalidades
así como decenas de observadores de los Derechos Humanos, colectivos
ambientalistas, del movimiento legalized, representantes del movimiento
por la diversidad sexual “Invisibles”, delegaciones sindicales de
UNDECA, el SISS y otras, en uno de los movimientos por la defensa de los
derechos democráticos más dinámico y nutrido en años.
La movilización del 15N constituyó una verdadera proclama por parte de miles de jóvenes que no estamos dispuestos a seguir soportando la represión que protagoniza la policía, no solo frente a la Caja del Seguro Social, sino cotidianamente en los barrios, las calles y los lugares públicos, donde las fuerzas del orden ejercen su poder “especial” para controlar la vida de la juventud y los sectores populares.
Más allá de que la jornada del 15/11 resultó exitosa, hay que remarcar que la Presidenta contestó a la movilización dando la orden de sitiar prácticamente la ciudad con miles de policías antimotines que rodearon las cuadras cercanas a la Avenida 2º, al mismo tiempo que colocó a las mujeres represoras como fachada de “tregua” en los costados de la marcha, en un intento por confundir a una franja de la opinión pública que percibe a estas policías como “protectoras”, y no como parte de una institución preparada para sofocar y aplastar la lucha social. La Presidenta Chinchilla y los medios de comunicación intentaron por una parte invisibilizar la acción contra la represión, y por otra ensayaron naturalizar el hecho de que existe una presencia policial cada vez más abrumadora en las calles, que fue patente el día de la marcha. Pero precisamente este operativo de silencio mediático desplegado por el gobierno y la prensa empresarial refleja los temores de la Presidenta y su equipo, que no quieren que se hable más ni de la represión que se viene ejerciendo desde Zapote para garantizar la “gobernabilidad”, y mucho menos que se hable más del agudo descontento que se viene acumulando contra la corrupción y el desmantelamiento acelerado de instituciones públicas centrales para el país como la CC.SS., amenazadas de desaparecer con la política neoliberal de Chinchilla y el PLN.
Es precisamente por lo anterior que los miles de jóvenes que nos movilizamos el 15/11 debemos continuar la lucha y la organización, no solo para defender la seguridad social y denunciar la represión, sino para darle apertura a una gran campaña democrática en contra de la militarización de Costa Rica, para exigir que se anule la autorización de entrada de barcos de guerra yanquis a las costas nacionales, la derogatoria de la Ley Antiterrorista de Bush aprobada en 2009 en el Congreso, así como demandar el desmantelamiento del aparato policial que fortalece Chinchilla, que no es precisamente para garantizar la “seguridad ciudadana”, sino para ahogar las luchas sociales que puedan desarrollarse en Costa Rica.
Es urgente consolidar los espacios organizativos que han surgido en las últimas semanas, darle expresión a la voluntad de lucha que viene demostrando la juventud universitaria, y proponerse el desafío de construir una vanguardia política junto a los trabajadores de la ciudad y el campo, que de respuesta a los grandes problemas nacionales independientemente de los empresarios y sus partidos.
Dos políticas opuestas frente a la represión
y la defensa del Seguro Social
El Paro Activo así como la movilización del 15 de noviembre fueron producto del arduo trabajo de decenas de activistas y dirigentes que prepararon y convocaron asambleas, mítines frente a Rectoría, así como jornadas de concientización que incluyeron numerosos performances, proyecciones en video sobre la represión durante tardes enteras, así como una incesante convocatoria en la Universidad. Fue de esta manera como se garantizaron asambleas como la del viernes 9 de noviembre con 600 estudiantes o la del lunes 12 con alrededor de 400, organizadas independientemente de la Federación de Estudiantes de la UCR, anteriormente dirigida por el PT/MAS y ahora por Progre.
Más allá de las dimensiones de una jornada de protesta que se caracterizó por dos muy buenas “columnas” garantizadas por el Paro Activo y el trabajo desplegado durante una semana, hay que aceptar que también aparecieron importantes obstáculos, por ejemplo cuando los “dirigentes” del PT- FA-Progre pasaron de ser espectadores en las primeras asambleas a sabotearlas abiertamente cuando no lograban imponerse a la mayoría. A pesar de haber integrado las dos principales comisiones surgidas de las asambleas (seguridad y comunicación), los dirigentes del PT-FA-Progre se dedicaron más a cuidar los intereses de sus pequeños grupos electorales que a impulsar hacia adelante al conjunto del movimiento. El lunes 12, formados en bloque, llegaron al colmo de exigir con gritos que se declarase la marcha como “pacífica”, asustados ante la idea que comenzaba a circular sobre el derecho a ejercer a la “autodefensa” ante la posibilidad de agresión policial. Pero esto no es todo, el frente PT-FA-Progre rompió el acuerdo de marchar en bloque desde el Parque de La Merced, fracturaron el movimiento y pusieron en peligro desde el Paro Activo, la posibilidad misma de movilización, hasta la integridad de compañeros de la comisión de seguridad, a quienes difamaron curso por curso como “infiltrados”, reflejando su desesperación política al no haber podido controlar importantes asambleas compuestas por centenas de jóvenes independientes que buscan el camino de la lucha, contra la represión y el gobierno.
En contraste con las anteriores organizaciones y a pesar de nuestras modestas fuerzas, los militantes de la LRS hicimos grandes esfuerzos por mantenernos desde el primer momento en la línea del frente, dando la batalla porque se impusiera el paro activo, trabajando por garantizar los mítines a la Rectoría, convocando curso por curso al estudiantado para protestar contra la represión policial; participamos de las asambleas, interviniendo, dando sugerencias, ayudando para que el movimiento en general se desarrollara, más allá de cualquier tipo de interés mezquino de “secta” o de aparato, como hicieron los dirigentes de algunas organizaciones. También fuimos parte de las comisiones formadas en asambleas de cientos de estudiantes, y dentro de ellas continuamos el debate político en contra de quienes dejaban a la suerte la preparación frente a la represión, casualmente los mismos que al final rompieron con las decisiones de las asambleas.
Los trotskistas de la LRS llamamos a apoyarnos en las conquistas políticas y organizativas conquistadas en en estas semanas, con tal de que las asambleas y comisiones que fueron puestas en pie desde el 8/11 sirvan como punto de apoyo para construir un polo combativo y revolucionario dentro del movimiento estudiantil, que se proponga para ser parte de una vanguardia política que defienda los intereses históricos de los trabajadores de la ciudad y el campo, de la juventud y de todos los pobres, especialmente bajo la amenaza de un reinicio de la crisis capitalista mundial, que tendrá agudas repercusiones en la lucha de clases costarricense.
Momentos de lucha y organización
Jueves 8 de noviembre:
La movilización del 15N constituyó una verdadera proclama por parte de miles de jóvenes que no estamos dispuestos a seguir soportando la represión que protagoniza la policía, no solo frente a la Caja del Seguro Social, sino cotidianamente en los barrios, las calles y los lugares públicos, donde las fuerzas del orden ejercen su poder “especial” para controlar la vida de la juventud y los sectores populares.
La Presidenta y los medios de comunicación promueven el silencio
sobre la movilización y naturalizan el incremento de la presencia
policial
Más allá de que la jornada del 15/11 resultó exitosa, hay que remarcar que la Presidenta contestó a la movilización dando la orden de sitiar prácticamente la ciudad con miles de policías antimotines que rodearon las cuadras cercanas a la Avenida 2º, al mismo tiempo que colocó a las mujeres represoras como fachada de “tregua” en los costados de la marcha, en un intento por confundir a una franja de la opinión pública que percibe a estas policías como “protectoras”, y no como parte de una institución preparada para sofocar y aplastar la lucha social. La Presidenta Chinchilla y los medios de comunicación intentaron por una parte invisibilizar la acción contra la represión, y por otra ensayaron naturalizar el hecho de que existe una presencia policial cada vez más abrumadora en las calles, que fue patente el día de la marcha. Pero precisamente este operativo de silencio mediático desplegado por el gobierno y la prensa empresarial refleja los temores de la Presidenta y su equipo, que no quieren que se hable más ni de la represión que se viene ejerciendo desde Zapote para garantizar la “gobernabilidad”, y mucho menos que se hable más del agudo descontento que se viene acumulando contra la corrupción y el desmantelamiento acelerado de instituciones públicas centrales para el país como la CC.SS., amenazadas de desaparecer con la política neoliberal de Chinchilla y el PLN.
Es precisamente por lo anterior que los miles de jóvenes que nos movilizamos el 15/11 debemos continuar la lucha y la organización, no solo para defender la seguridad social y denunciar la represión, sino para darle apertura a una gran campaña democrática en contra de la militarización de Costa Rica, para exigir que se anule la autorización de entrada de barcos de guerra yanquis a las costas nacionales, la derogatoria de la Ley Antiterrorista de Bush aprobada en 2009 en el Congreso, así como demandar el desmantelamiento del aparato policial que fortalece Chinchilla, que no es precisamente para garantizar la “seguridad ciudadana”, sino para ahogar las luchas sociales que puedan desarrollarse en Costa Rica.
Es urgente consolidar los espacios organizativos que han surgido en las últimas semanas, darle expresión a la voluntad de lucha que viene demostrando la juventud universitaria, y proponerse el desafío de construir una vanguardia política junto a los trabajadores de la ciudad y el campo, que de respuesta a los grandes problemas nacionales independientemente de los empresarios y sus partidos.
Dos políticas opuestas frente a la represión
y la defensa del Seguro Social
El Paro Activo así como la movilización del 15 de noviembre fueron producto del arduo trabajo de decenas de activistas y dirigentes que prepararon y convocaron asambleas, mítines frente a Rectoría, así como jornadas de concientización que incluyeron numerosos performances, proyecciones en video sobre la represión durante tardes enteras, así como una incesante convocatoria en la Universidad. Fue de esta manera como se garantizaron asambleas como la del viernes 9 de noviembre con 600 estudiantes o la del lunes 12 con alrededor de 400, organizadas independientemente de la Federación de Estudiantes de la UCR, anteriormente dirigida por el PT/MAS y ahora por Progre.
Más allá de las dimensiones de una jornada de protesta que se caracterizó por dos muy buenas “columnas” garantizadas por el Paro Activo y el trabajo desplegado durante una semana, hay que aceptar que también aparecieron importantes obstáculos, por ejemplo cuando los “dirigentes” del PT- FA-Progre pasaron de ser espectadores en las primeras asambleas a sabotearlas abiertamente cuando no lograban imponerse a la mayoría. A pesar de haber integrado las dos principales comisiones surgidas de las asambleas (seguridad y comunicación), los dirigentes del PT-FA-Progre se dedicaron más a cuidar los intereses de sus pequeños grupos electorales que a impulsar hacia adelante al conjunto del movimiento. El lunes 12, formados en bloque, llegaron al colmo de exigir con gritos que se declarase la marcha como “pacífica”, asustados ante la idea que comenzaba a circular sobre el derecho a ejercer a la “autodefensa” ante la posibilidad de agresión policial. Pero esto no es todo, el frente PT-FA-Progre rompió el acuerdo de marchar en bloque desde el Parque de La Merced, fracturaron el movimiento y pusieron en peligro desde el Paro Activo, la posibilidad misma de movilización, hasta la integridad de compañeros de la comisión de seguridad, a quienes difamaron curso por curso como “infiltrados”, reflejando su desesperación política al no haber podido controlar importantes asambleas compuestas por centenas de jóvenes independientes que buscan el camino de la lucha, contra la represión y el gobierno.
En contraste con las anteriores organizaciones y a pesar de nuestras modestas fuerzas, los militantes de la LRS hicimos grandes esfuerzos por mantenernos desde el primer momento en la línea del frente, dando la batalla porque se impusiera el paro activo, trabajando por garantizar los mítines a la Rectoría, convocando curso por curso al estudiantado para protestar contra la represión policial; participamos de las asambleas, interviniendo, dando sugerencias, ayudando para que el movimiento en general se desarrollara, más allá de cualquier tipo de interés mezquino de “secta” o de aparato, como hicieron los dirigentes de algunas organizaciones. También fuimos parte de las comisiones formadas en asambleas de cientos de estudiantes, y dentro de ellas continuamos el debate político en contra de quienes dejaban a la suerte la preparación frente a la represión, casualmente los mismos que al final rompieron con las decisiones de las asambleas.
Los trotskistas de la LRS llamamos a apoyarnos en las conquistas políticas y organizativas conquistadas en en estas semanas, con tal de que las asambleas y comisiones que fueron puestas en pie desde el 8/11 sirvan como punto de apoyo para construir un polo combativo y revolucionario dentro del movimiento estudiantil, que se proponga para ser parte de una vanguardia política que defienda los intereses históricos de los trabajadores de la ciudad y el campo, de la juventud y de todos los pobres, especialmente bajo la amenaza de un reinicio de la crisis capitalista mundial, que tendrá agudas repercusiones en la lucha de clases costarricense.
Momentos de lucha y organización
Jueves 8 de noviembre:


Viernes 9 de noviembre:



Lunes 12/11:

Martes 13/11:

Miércoles 14/11:

Jueves 15/11:
