jueves, 20 de junio de 2013

El empresariado golpea preventivamente ante el reinicio de la crisis capitalista



Por Johanán León

Mientras la fiebre electoralista de cara al 2014 parece colmar el ambiente,  crecen los anuncios de desaceleración de la economía costarricense que varios medios pro empresariales han difundido, y poco se ha dicho acerca de los cientos de trabajadores que comienzan a sufrir en carne propia los efectos de la crisis capitalista al mejor estilo del año 2008.

Hasta ahora el caso más contundente ha sido el de los más de 500 trabajadores despedidos por la patronal de la empresa textil Jockey en Aserrí, quienes tras años de explotación intensiva le generaron cuantiosas ganancias a estos empresarios, y tras el cierre de la fábrica y el despido masivo de la planilla han pasado a engrosar el ejército de desocupados del país.[1]

Pocas semanas después se anunciaría el cierre de la subsidiaria de Faber Castell en Costa Rica ubicada en la Zona Sur del país y el despido de los 120 trabajadores que sostenían la producción.[2]

La conocida transnacional Dole también anunció el despido de 60 trabajadores en la zona de Limón, contando con la complicidad de algunos burócratas sindicales de la CTRN (Confederación de Trabajadores Rerum Novarum)[3]

Por si todo esto fuera poco, en las últimas semanas se conoció el despido masivo de 261 trabajadores de la empresa Avianca-Taca, tras la decisión de la compañía de cerrar varios vuelos directos.[4]

Primeros ejemplos de lucha obrera: Finca Matas de Costa Rica, Agrícola Agromonte y Bandeco

No en todos los casos sin embargo los ataques y amenazas han quedado sin respuesta.
Los brutales desalojos de la Fuerza Pública sobre cerca de 500 familias, perpetrados a principios de año en Siquirres (Limón) respondieron a un intento del gobierno por aplastar la lucha de los trabajadores de Finca Matas de Costa Rica, quienes ante los despidos  y los más de ¢4,000 millones que les adeudaba la empresa decidieron tomar la finca como pago.

Aún con la brutal represión optaron por no retroceder, y continuaron la lucha con acciones como los bloqueos en la vía a Limón que después de varias semanas obligaron al gobierno a intervenir para frenar el conflicto y evitar que escalara y tuviera mayor repercusión de la que ya iba alcanzando. Las demandas de los trabajadores aún siguen pendientes.

En otra escala está el ejemplo de los trabajadores de la Agrícola Agromonte en San Carlos, quienes ante las brutales condiciones laborales y los ritmos de producción impuestos por la empresa, optaron resueltamente por realizar una huelga indefinida. El desenlace no fue el mismo que en Matas de Costa Rica, pues la empresa luego de esta importante acción despidió a 25 trabajadores, a quienes consideraba los principales dirigentes del movimiento intentando amedrentar al resto de trabajadores frente a futuras acciones de lucha.   

El caso más reciente es el de los 600 trabajadores de la empresa Bandeco en Sixaola que desde hace varias semanas se mantienen en huelga tras el despido de 59 de ellos y la amonestación a más de 160; todo en un proceso dirigido a deshacerse de los principales impulsores de la huelga que desarrollaron en el 2011 y que terminó imponiendo una convención colectiva y la creación de su sindicato. De esta forma las intenciones de la patronal por tener las manos libres para efectuar nuevos ataques, se han topado con una importante respuesta obrera. [5]

La crisis capitalista como telón de fondo

El factor común de estos conflictos obreros no es otro que el reinicio de la crisis capitalista y sus efecto sobre la vulnerable y dependiente economía costarricense. 

A nivel del sector privado quizá uno de los datos que refleja más claramente la dinámica actual es la caída de la Inversión Extranjera Directa en un 21% al cierre del 2012 (una quinta parte!), con el consecuente impacto en el flujo de inversión de las empresas transnacionales afincadas en regímenes  en zona  franca.[6]

Si a lo anterior se añade que el porcentaje de desempleo (según las cifras oficiales) redondea el 10% de la población con posibilidades de trabajar, mientras que 200,000 trabajadores reportan a la CCSS menos del salario mínimo[7]  (ya de por sí de hambre y dejando por fuera a los miles que sufren la precarización del trabajo informal), así como que el salario promedio se encuentra estancado hace más de 30 meses según datos del INEC; puede deducirse que el desempleo y la precarización comienzan a ser la receta que ofrecen los empresarios para preservar e incrementar  sus ganancias.

Sin embargo hay que tomar en cuenta el creciente déficit fiscal que acumula el gobierno y que se dispara crecientemente por las abismales exoneraciones y subsidios a empresarios, los multimillonarios pagos de deuda interna y externa, y por supuesto una multimillonaria cifra destinada al fortalecimiento represivo. Esto es lo que ha venido motorizando los llamados “planes de austeridad” de Chinchilla, que desde hace meses están en marcha y profundizándose, y que implican crecientes recortes de presupuesto como ya se refleja en la salud pública, la educación, y en instituciones como el ICE donde los ataques a las condiciones laborales son crecientes. 

El escenario actual es aún más grave, pues lo anterior configura condiciones completamente distintas a las que tenía  la burguesía en el 2009 para intentar maniobrar: hoy no existe ni por asomo superávit fiscal del cual echar mano (como hicieron al transferirlo a las empresas vía créditos), tampoco está a la vista la posibilidad de establecer fuentes de ingresos frescos como intentaron con el fracasado Plan de “Solidaridad Tributaria”, ni mucho menos es factible (económica y políticamente) utilizar mecanismos como el financiamiento masivo de gastos corrientes por la vía de los bonos de deuda pública, en vista de los abismales niveles actuales y al saberse que los recursos públicos son absorbidos por la corrupción de toda la mafia gubernamental.   

Este panorama aparece tal cual aun cuando la crisis no impacta en su máxima expresión, por lo que parece  sugerir que los primeros despidos masivos del año están lejos de ser los únicos casos que se presenten en el próximo período;  y aunque por ahora sean de corte “preventivo”  para evitar pérdidas en momentos donde,  a pesar de una dinámica de decrecimiento y caída de rubros como la IED, no hay una caída abrupta del PIB que rompa el frágil equilibrio económico , esto podría cambiar en los próximos meses.  

Con este contexto y tomando en cuenta los primeros signos, está planteada  la posibilidad de que se desarrollen importantes luchas en respuesta a los ataques del empresariado, aún en las dificilísimas condiciones que imperan en el sector privado para llevar a cabo cualquier intento de organización y lucha.

Por eso los distintos medios de la burguesía nacional en conjunto con los empresarios y el gobierno han tratado de invisibilizar los despidos masivos y sobre todo los primeros ejemplos de lucha, en un intento por evitar que el descontento y la indignación se propaguen como ocurrió en el 2008 cuando fue anunciado el cierre de Domino’s Pizza y los trabajadores quedaron de la noche a la mañana en la calle. 

Desde la LRS creemos que es necesario preparase para giros bruscos en el terreno económico y político que muy posiblemente tendrán expresión en profundas convulsiones sociales; por eso es un momento clave para el reagrupamiento de fuerzas, que permita a partir de una estrategia de independencia de clase respecto a los partidos empresariales y de aquellos cuyo horizonte no rebasa el plano electoral,  no sólo impulsar una solidaridad real desde los distintos sectores con las luchas que protagonicen los trabajadores de la ciudad y el campo, sino estar en las mejores condiciones posibles para enfrentar la crisis capitalista.

En ese sentido es que venimos proponiendo constituir una coordinadora contra el gobierno y la represión  a nivel universitario, en el marco de la cual la participación conjunta en la jornada de lucha del próximo 25 de junio puede ser un primer paso.

Pero al mismo tiempo, creemos que es urgente construir una coordinadora nacional de luchas, integrada por las distintas organizaciones de trabajadores, campesinos pobres, estudiantiles y populares, cuyo objetivo sea golpear decisivamente a los empresarios y al gobierno en su último año de estafas contra la población trabajadora.


[1]Textilera Jockey se va de Aserrí y deja a 500 sin trabajo”, La Nación, 19/1/2013

[2]“Fábrica de lápices Facer-Castell cierra operación en la zona sur”, La Nación, 25/1/2013
 
[3]Dole despedirá a 60 empleados para seguir operando en Limón”, La Prensa Libre, 6 de Febrero de 2013. En el caso de esta empresa no es la primera vez que ocurre, pues ya en el 2010 -con la crisis aún focalizada en Estados Unidos- casi 400 trabajadores estaban bajo amenaza de despido por el  cierre de operaciones en la zona.

[4] “Avianca-Taca despide a 261 empleados en Costa Rica por reorganización de vuelos”. www.teletica.com, 17 de mayo de 2013.

[5] “Huelga acabará hasta que la empresa afloje”, Diario Extra, 8 de junio de 2013.

[6] “Costa Rica recibe menos inversión extranjera en zonas francas”, La Nación, 4 de abril de 2013. Recientemente el Banco Central modificó las cifras relativas al nivel de exportaciones de varias empresas que operan en régimen de zona franca ya que supuestamente habían sido “duplicadas”. De esta forma no sólo ha quedado expuesto un fuerte decrecimiento respecto al primer trimestre del año anterior, asociado al impacto de la crisis en Estados Unidos y Europa, sino que la modesta proyección de crecimiento económico de un 4% para el 2013, sería en realidad mucho menor (“Economía de Costa Rica da señales de fuerte contracción”, www.elfinancierocr.com, 18 de junio de 2013). 

[7] “200.000 trabajadores cotizan al IVM de la CCSS por menos de un salario mínimo”, La Nación, 22 de mayo de 2013.