A pesar de la enorme fuerza social puesta en movimiento durante un mes de huelga indefinida: los trabajadores públicos salen fracturados y golpeados en su primer confrontación con el gobierno.
Después de un mes de huelga indefinida contra el "combo fiscal" que involucró dos espectaculares movilizaciones (una de ellas cercana al millón de asistentes), decenas de bloqueos y hasta la toma de instalaciones de RECOPE y muelles; el gobierno pareciera lograr imponerse en este primer enfrentamiento contra los trabajadores públicos, apoyado en las declaratorias de ilegalidad del movimiento huelguístico en distintas instituciones públicas, y gracias a la maniobra del "diálogo preliminar"; que le permitió infundir el miedo y dividir a las organizaciones de los trabajadores.
Como no podía ser de otra forma, el diálogo se convirtió en un disparo al pie de la acción de masas y ha permitido al gobierno retomar la estabilidad política, necesaria para un fallo de la Sala Constitucional favorable a la aprobación del "combo fiscal" en la Asamblea Legislativa.
Gracias a la estrategia permanente de la "mesa de diálogo" a manos vacías promovida históricamente por los dirigentes sindicales tradicionales, el gobierno pudo aprovechar su ventaja para conocer de forma certera como debilitar al movimiento huelguístico y como fracturar la valiosísima unidad conquistada por los trabajadores en estas jornadas de lucha.
Siguiendo una firme estrategia divisionista y criminalizante, el gobierno primero neutralizó a los sindicatos del sector salud, con una campaña virulenta desde los medios aprovechando el "dolor de las personas"; después neutralizó a los trabajadores de RECOPE por "no ser su movimiento pacífico", y más recientemente se golpeó con las sentencias de ilegalidad a los trabajadores del ICE y el golpe más fuerte al principal soporte del movimiento huelguístico en el Magisterio. Entre otros sectores menos vistosos de empleados públicos.
Las declaratorias de ilegalidad han revelado rápidamente las intenciones del gobierno y el PAC: aprovechar el golpe psicológico que produce el fallo de los tribunales para criminalizar a los trabajadores, imponer represalias como las rebajas salariales e impulsar una verdadera ofensiva contra el derecho a la huelga de los asalariados; que como si fuesen niños "malportados" ahora serán castigados porque "no dejará de cumplirse la Ley", según la amenaza del poder ejecutivo.
En apenas un mes, la situación política costarricense ha sido dinámica, fluida y muy cambiante; ha combinado días de pequeñas movilizaciones, mitines y bloqueos; con espectaculares acciones de masas y decididas acciones callejeras que dieron para pensar en una victoria del popular movimiento de huelga contra el gobierno.
La situacion política ha sido tan dinámica en el último mes, que Costa Rica ha pasado de la incertidumbre de lo que podría pasar ante los bloqueos, la paralización del tránsito, los servicios y la carencia de combustible (en medio de una tensa polarización); a momentos de retroceso en las grandes acciones de masas, tal como el momento actual donde inclusive las principales organizaciones sindicales que han sostenido la huelga se han planteado hacer una "pausa" mientras la Sala Constitucional se pronuncia sobre la decisión del poder legislativo.
Aunque sea triste mencionarlo, la huelga mostró a un joven movimiento de masas con una enorme disposición de lucha, pero bajo el freno de dirigentes sindicales históricos que todavía conservan algo de confianza en el PAC, lo que demostraron en las últimas elecciones. Solo así se comprende la equivocada disposición al diálogo preliminar a manos vacías con una fuerza gigantesca en desarrollo en las calles, con un gobierno que ni siquiera tuvo necesidad de presentar al Presidente en las conversaciones, y mucho menos pensó siquiera en la posibilidad de retirar el proyecto fiscal del Congreso, a pesar del peligro de una verdadera escalada en la polarización social de Costa Rica.
Aunque suene desolador, el movimiento huelguístico pasó de tener la fuerza social necesaria para imponer la derogatoria del plan fiscal, a retroceder hasta el punto donde lo que se pide es que no se apliquen represalias ni rebajas salariales para los trabajadores que se rebelaron contra el gobierno. Y solo un milagro en la Sala Constitucional pareciera poder revitalizar al movimiento en las calles o por lo menos devolver la moral de lucha.
Con todo el respeto que se merecen por su aporte a las luchas sociales y sin querer maltratar a ningún dirigente, ha quedado en evidencia que las direcciones tradicionales de las organizaciones de los trabajadores fueron más allá de lo que ellos pensaron, y que fueron obligados a extender la huelga por la presión de una nueva generación de jóvenes trabajadores que no están dispuestos a ver deteriorarse sus condiciones de vida, además impactados por el ejemplo cercano en el tiempo y el espacio de grandes procesos de lucha como por la gran rebelión nicaraguense.
Es por lo anterior que se hace necesario que los dirigentes sindicales tradicionales (por su bien y por su salud mental) ayuden a tomar su lugar a los luchadores jóvenes y abnegados que hayan mantenido su independencia política frente al PAC en los últimos años y meses, de manera que se conviertan en la nueva dirección de las organizaciones sindicales en las próximas luchas, con una estrategia para llevar a victorias a los trabajadores y no a nuevas decepciones, como lamentablememte ha sucedido en los últimos años de conciliación, seguidismo y confianza en el PAC y sus aliados.
El combo fiscal constituye apenas el inicio de un conjunto de medidas económicas del gobierno para que la crisis de la economía nacional e internacional sea pagada por los trabajadores. Por eso es de esperar nuevos golpes y represalias por parte del gobierno de Carlos Alvarado contra el pueblo, ante lo que se debe estar preparado.
Si bien el resultado de la huelga indefinida no coincide hasta el momento con la espectacular fuerza vista durante ciertos lapsos en estas jornadas históricas de lucha y movilización social, hay que tomar ese resultado como un aviso para repensar las estrategias de lucha, renovar fuerzas y energía dentro de las organizaciones de los trabajadores; y pensar las formas de romper con la pasividad, sumisión y miedo al poder político y económico; así como perder el miedo a las declaratorias de ilegalidad de huelga, que siempre serán de esperar con una reforma procesal laboral hecha a la medida de quienes tienen el poder político y económico. Perder ese miedo y estar dispuesto a ir hasta el final en las acciones de lucha próximas se opone a las intenciones de la mafia del PAC, que sueña con recortar las garras de este movimiento.
Como ya se dijo vivimos tiempos dramáticos, donde la economía mundial ha venido consumiendo el escaso "ahorro" logrado con el crecimiento económico de los últimos diez años posteriores a la crisis de 2007-2008, el comercio mundial podría contraerse, y por eso ya el FMI anuncia el decrecimiento económico en ciertos países y agudos escenarios de recesión en otros; por lo que pide medidas cada vez más agresivas contra los pueblos para sanear las finanzas públicas.
Es urgente prepararse para un escenario de gran polarización social en los próximos meses y años, manteniendo la independencia política más intransigente respecto al PAC y todo partido que ayude a sostenerlo en el poder. Es la única manera de construir una verdadera disposición para la batalla en los trabajadores y obtener contundentes victorias en las próximas luchas. Los trabajadores deben mantenerse unidos y preparados para los nuevos golpes que prepara el PAC y los partidos de la clase dominante.