Nuestro balance y perspectivas sobre la lucha por presupuesto universitario:
DEL 24% AL 7%: DE LA NEGOCIACIÓN SECRETA A LAS CALLES, DE LAS CALLES A LA CLAUDICACIÓN AL GOBIERNO
Entre la segunda mitad de 2009 y la primera de 2010 a muy pocos académicos vinculados a las altas esferas de las universidades estatales -sino es que a ninguno-, se les pasó por la mente cuestionar la solicitud de aumento de un 24% por concepto de Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) planteada por el CONARE . Era el momento en que estos señores y señoras “de bien” debían escribir y actuar para cerrar filas junto con las autoridades, que planteaban al gobierno la necesidad del incremento porcentual anterior para poder sostener el crecimiento de la universidad en sus distintos ámbitos.
Estos académicos defensores de la negociación final, que ahora se han multiplicado como los panes y los peces de la biblia, no hablaron en ningún momento en contra de la demanda de 24% como crecimiento del FEES. Se sobreentiende entonces que era una demanda correcta, en la que además, teníamos acuerdo amplios sectores del estudiantado y los trabajadores universitarios. El problema es que bastó que las autoridades agrupadas en el CONARE pactaran un mediocre 7% de crecimiento porcentual del presupuesto, para que hayan comenzado a correr ríos de tinta justificando lo injustificable: que el 7% fue un buen acuerdo, que ese monto es suficiente para que la Universidad siga creciendo (lo hubieran respaldado desde el principio!), y sobretodo que quienes sostenemos que cuando menos había que luchar hasta el final por el 13% creíamos estar “armando la revolución” y desconocemos la situación real de la opinión pública respecto a la Universidad. Esta posición, bajo formas diplomáticas, es asumida por el economista Luis Paulino Vargas (uno de los académicos más representativos de la política del CONARE), quien ridiculiza a quienes aspiraban a luchar hasta lograr una primera victoria sobre el gobierno conquistando el 13%.
La verdad es que ni “la revolución” estaba en juego como intenta decir don Luis Paulino, ni plantear la necesidad de luchar por el 13% implicaba desconocer el sentir de la opinión pública a nivel nacional. Para nosotros lo que estaba en juego primero que todo era un modelo de Universidad al servicio de los trabajadores y sus hijos, y de los demás sectores populares del pueblo costarricense. En segundo lugar, estaba en juego una estrategia que sirviera para que la Universidad con su lucha se convirtiera en ejemplo de resistencia a nivel nacional frente a los planes de ajuste que prepara el gobierno; y por supuesto que la opinión pública (o el sentir de la población hacia la UCR y las otras universidades) era tan solo un elemento de esa estrategia, como se verá al final de este artículo.
Lo que sí hay que afirmar es que los rectores, acostumbrados a la opulencia y a los privilegios materiales negociaron lo suficiente para no perder su status; pero no lo suficiente para mantener y mejorar las condiciones de vida y estudio de miles de trabajadores y estudiantes. La mejor prueba es que desde ya las rectorías (especialmente la de la UCR) tratan de regatear el aumento salarial para los trabajadores para la segunda mitad de este 2010 a un 1.5% (debajo de la inflación), y todavía es incierto si se va a mantener intacto el sistema de becas y beneficios complementarios, en este caso de la UCR; que depende de la existencia de los recursos provenientes del FEES para su otorgamiento.
Ahora bien, si se trata de valorar el comportamiento de las autoridades y sus académicos a sueldo, hay que decir que estos pasaron de cerrar filas contra el gobierno apoyados en la movilización de masas; a cerrar filas con el gobierno en contra de la movilización de masas, los activistas, y las organizaciones obreras y estudiantiles que estuvieron siempre (con política correcta o no) en la defensa del FEES y en la acción contra el gobierno.
Todas las imágenes centrales del capítulo de lucha presupuestaria, y especialmente su cierre, conducen a la conclusión de que las autoridades se han unido al gobierno para estar en mejores condiciones de enfrentar la aguda crisis económica y fiscal en la que está inmerso el país. A diferencia de años anteriores cuando se apoyaban en las organizaciones de los estudiantes y trabajadores de la Universidad, los rectores han dado un giro. Han perdido confianza en el movimiento estudiantil, que demuestra en cada una de las últimas luchas que está dispuesto a ir más allá del límite que le marcan las jerarquías institucionales; por eso ahora Yamileth y sus subordinados se han refugiado en el gobierno como su aliado, por supuesto no sin recelo, pero apuestan a mantener su estabilidad aliados al gobierno de la minería a cielo abierto, de la privatización de los puertos del Caribe, y del ingreso de los 7 mil soldados norteamericanos a nuestras costas.
LA ESTERILIDAD DE UNA POLÍTICA FORMALMENTE “INDEPENDIENTE”
Desde un punto de vista cronológico la lucha directa por presupuesto universitario (FEES) comenzó solo cuando ya se había extinguido el movimiento en defensa de la autonomía universitaria, que desde abril tomó el centro de la escena en la vida política nacional. O en otras palabras, solo comenzó cuando ya se había extinguido la rabia acumulada como producto de la violación a la autonomía universitaria por parte del OIJ, y cuando prácticamente no quedaban fuerzas movilizadas en la calle o la propia casa de estudios que amenazaran con llevar a las autoridades más allá de lo que ellas querían.
Hemos dicho reiteradamente que las autoridades condujeron “a nada” la lucha en defensa de la Autonomía Universitaria: la mejor evidencia es que Jorge Rojas sigue tranquilamente como Director del OIJ, los agentes que violentaron el campus de la UCR siguen impunes, y los ciudadanos costarricenses normales reivindican la acción de la policía de élite del país pues “perseguían” a un corrupto. Además se descubrió por fin que “la UCR no es el Vaticano” y que cualquiera puede ingresar a hacer todo cuanto quiera en cualquier momento, especialmente el OIJ. Pero esta no es toda la evidencia, lo más grave es que ni el abogado Willy recuperó los dientes que perdió enfrentando a los agentes judiciales, ni se revirtieron las demandas interpuestas contra los trabajadores y estudiantes que protagonizaron el enfrentamiento, es decir, todavía pueden ser procesados judicialmente.
Las autoridades (a pesar de disponer de buena fuerza movilizada que podía aprovecharse para luchar por el FEES) prefirieron quedar como protagonistas del circo (especialmente Yamileth González) y frenar una lucha bastante prometedora. En cuanto vieron que despuntaba un sector por izquierda fuera de su tutela, corrieron a cerrar la coyuntura –y hay que decirlo-, apoyados en la federación y el sindicato universitarios en distintos momentos.
La política del SINDEU y la FEUCR durante todo un período (en los hechos)
No se puede explicar la situación política actual en la UCR, signada por el fortalecimiento de las tendencias a la derecha y la desmovilización obrero-estudiantil únicamente partiendo de los últimos meses, o peor aún, de las últimas semanas. La debilidad para haber llevado una lucha seria por presupuesto hasta el final, en el marco de un movimiento obrero-estudiantil independiente es en buena medida producto de una política sistemática de capitulación por parte de las dos principales organizaciones del movimiento universitario: el SINDEU y la FEUCR, dirigidas respectivamente por el PRT y el MAS.
Es que más allá de los tempranos mitines organizados por la FEUCR desde el 2009 para pedirle a las autoridades que decretaran paros activos para defender el presupuesto, podría decirse que su política se redujo durante un período importante a “hacer presión” sobre la Rectoría, a hacer críticas de procedimiento (sobre la forma en que era negociado el FEES), pero no precisamente a desarrollar un fuerte movimiento independiente, y mucho menos, a desarrollar un movimiento que rompiera con las autoridades y las obligara a tomar el camino de la movilización en defensa del presupuesto.
Para el caso del SINDEU (co-dirigido por el PRT), este se dedicó durante buena parte de 2009 y casi toda la primera mitad de 2010 a escuchar los informes de Yamileth sobre las negociaciones, y a actuar eventualmente como consejero de la mejor forma en que debía negociarse el presupuesto para las universidades estatales (todavia en los dias finales de la lucha siguieron este curso por ejemplo pidiendole asambleas a la Rectora).
Tanto la FEUCR como el SINDEU, durante buena parte del período de negociación del presupuesto, así como durante la lucha en defensa de la autonomía de la UCR; NUNCA hicieron una intervención pública durante las movilizaciones unificadas para deslindarse de las autoridades, ni siquiera para resaltar la diferencia de intereses entre las jerarquías ultraprivilegiadas de las universidades estatales (y centralmente de la UCR), y los intereses de los trabajadores docentes y no docentes que sostienen la casa de estudios. Nunca se demarcaron, pensamos nosotros que posiblemente por miedo a asustar a las autoridades y que con esto se generara un mal ambiente entre los trabajadores y los estudiantes, que son los que los eligen anualmente tanto para el sindicato como para la federación.
Durante la lucha en defensa de la autonomía las autoridades coparon absolutamente todo el espacio en la dirección política, con la impotencia de la federación estudiantil y el sindicato como testigos; y la historia se repitió crudamente en el capítulo del presupuesto, únicamente con resultados más escandalosos y preocupantes hacia el interior de la Universidad y el movimiento universitario.
El “Encuentro Popular del SINDEU” en abril y la política de no romper con las autoridades
A pesar de los “encuentros populares” convocados por el SINDEU en el marco de la defensa de la autonomía, tales encuentros estuvieron teñidos siempre por la conciliación con las autoridades universitarias, y aquellos acuerdos que por su carácter podían complicar la relación entre sindicato y “administración” fueron excluidos. Un ejemplo contundente es que en un encuentro realizado el sábado 17 de abril donde participaron decenas de organizaciones estudiantiles y sindicales, se votó por acuerdo mayoritario ir a huelga universitaria a partir del 29 de abril, conjuntamente estudiantes, los trabajadores de JAPDEVA y sobretodo los docentes de secundaria que comenzarían el enfrentamiento contra la Ley de Empleo Público encabezados por APSE.
Como era natural en esos días de abril la prensa empresarial del país rodeaba los acontecimientos universitarios con una atención especial, por eso después del encuentro del 17 el SINDEU que era el convocante envió los acuerdos votados a la prensa (a La Nación), y entre otros puntos eliminaba de la lista de acuerdos el llamado a sumarse desde la UCR a la huelga nacional convocada para el 29. La maniobra del SINDEU y el PRT era clara: no podía incluirse un acuerdo de ir a huelga (de manera independiente) pues las autoridades no lo habían avalado y eso podía complicar el clima de “unidad” que prevalecía, a costa de mantener a trabajadores y estudiantes como furgón de cola de los académicos que dirigen la Universidad. Esto más allá de que luego de varios días incorporaran por pura formalidad el punto excluido, pero sin tomarlo como una tarea urgente e inmediata.
Pero más allá de lo simbólico de evitar convocar a una huelga de forma independiente (aunque llevara a exigir a las autoridades comenzar la lucha en defensa del presupuesto universitario), lo que sí no fue simbólica fue la actitud del sindicato y la federación el mismo 29 de abril. Ese día mientras miles de docentes convocados por APSE se movilizaban en la capital y decenas de trabajadores de JAPDEVA salían a bloquear caminos en Limón, con una salvaje represión que dejó unos 25 detenidos; la UCR no se sumaba activamente a las movilizaciones, quedando expectante de una dinámica jornada de lucha que involucró a numerosos sectores.
Aunque el SINDEU y la FEUCR intentaron capitalizar lo sucedido desde abril, lo hicieron durante la mayor parte del tiempo con una estrategia combinada de “presión” y conciliación con las autoridades universitarias, desaprovechando importantes oportunidades de generar un gran movimiento independiente sobre la base del desenmascaramiento de la política de la Rectoría. Si bien como revolucionarios no negamos la necesidad de movilizaciones unificadas con las autoridades, lo que criticamos es la política de seguidismo a estas, subordinando a trabajadores y estudiantes a una jerarquía privilegiada que no tiene ningún interés en luchar seriamente.
Despuntes por “izquierda” en la lucha de tendencias sindicales, y el giro formal hacia la "independencia" política
Bajo el efecto de las primeras fricciones entre el MAS y el PRT después de la lucha en defensa de la autonomía, la tendencia “Unidad Sindical” comenzó a criticar al PRT y al SINDEU por no mantener en los hechos la independencia política respecto a las autoridades en la naciente lucha por presupuesto. Esta crítica de parte de “Unidad Sindical” resultó extraña en su momento, pues sus inspiradores (del MAS) que también dirigen la FEUCR, mantenían una política completamente ajena a la independencia política respecto a las autoridades desde la FEUCR.
Este planteamiento, en el cual habíamos insistido siempre desde la LRS junto a la huelga general universitaria nos pareció progresivo, pues no solo retomaba planteamientos nuestros a lo largo de numerosas asambleas y movilizaciones; sino que creímos que podía servir para hacer desprender un sector de trabajadores y estudiantes por la base, fuera del control de las autoridades. Pero lamentablemente nos equivocamos: el PRT comenzó a agitar el tema de la independencia y la autonomía del SINDEU respecto a las autoridades, pero únicamente como respuesta defensiva a las críticas del MAS, mientras seguían a la zaga de la Rectoría pidiéndole a “la compañera Yamileth” que “no aflojara”. Mientras tanto el MAS aunque avanzó luego en el planteamiento de la independencia política, tanto desde su tendencia “Unidad Sindical” como desde la FEUCR, lo hizo bajo el signo de los zig zags y sin romper definitivamente con la Rectoría; más allá de los gritos de la hija del Ministro de Hacienda (presidenta de la FEUCR) a Yamileth González en la asamblea general de funcionarios convocada por la Rectora durante la primera semana de lecciones, y luego en la irrupción en la sesión del Consejo Universitario a fines de agosto.
Tanto el PRT como el MAS, con responsabilidades de dirección en la UCR no dieron la talla, ni supieron aprovechar las múltiples oportunidades que existieron en la primera mitad del año para desarrollar un fuerte movimiento independiente desde la base. Cuando desde la LRS propusimos en diversas asambleas organizar un movimiento desde abajo con delegados votados por escuela y facultad en la perspectiva de desarrollar la huelga universitaria, no hicieron más que actuar en contra de esta política.
Es que aunque formalmente el MAS y el PRT dieron un “giro a izquierda” en el tema de la “independencia”, ambas organizaciones anduvieron a la rastra de las autoridades o los sectores más conciliadores a lo largo de todo un período. Dos ejemplos pueden ser claros en ese sentido: en el caso del MAS este grupo pasó todo el tiempo conciliando con las autoridades, y por extensión, con un sector estudiantil vinculado al Frente Amplio (FA) , vinculado profundamente a la Rectoría y a la plana mayor de la administración universitaria; todo en nombre de “construir un partido de combate”. Esta política tuvo su condensación en el llamado del MAS a votar por el FA en las elecciones nacionales de febrero de 2010 donde lo que primaba no era un programa de independencia de clase o profundos acuerdos en la Universidad donde se concentran estos grupos; sino los cálculos del MAS de “engordar” sus filas con un sector del FA que tiene presencia en la UCR. Para estos momentos como es lógico, el MAS no denunciaba a las autoridades, ni mucho menos a “los progres” como lo hizo en la última etapa de lucha por el FEES; pues se trataba de cooptarlos, sin importar sobre qué política.
En cuanto al PRT, aunque mantuvieron una posición correcta en términos generales en las elecciones nacionales; no fue lo mismo a nivel universitario, donde consecuentes con su corporativismo sindical, se pasaron durante muchos meses subordinados a los informes de la Rectora y las autoridades de conjunto, sin plantear una sola alternativa de salida independiente al tema del presupuesto.
Aunque sabemos que este balance no será compartido a priori por estas dos organizaciones y sus dirigentes, y por algunos activistas independientes que forman parte de su periferia, tenemos la obligación de explicar las que creemos son las causas de la derrota en la lucha por presupuesto a quienes leen nuestras ideas y saben decimos la verdad, aunque sea cruda.
Las tomas de edificios en la lucha por el FEES
Luego de las grandes movilizaciones de agosto protagonizadas por los estudiantes de las cuatro universidades estatales, los jerarcas agrupados en el CONARE acordaran con el gobierno (como podía esperarse) un porcentaje muchísimo menor al que sus propios estudios habían respaldado originalmente (de un 24% de exigencia pasaron a aceptar un 7%). Esto provocó un enorme malestar, y varios sectores de compañeros y compañeras independientes junto a la federación y el sindicato reunidos en asamblea, acordaron llevar adelante la toma del edificio de Rectoría; mientras que otro grupo, completamente independiente del sindicato y la federación definió tomar el edificio de Ciencias Sociales.
Tal como sucedió en la UNA con la toma de varios edificios (Rectoría, Ciencias Sociales y Filosofía), lo ocurrido en la UCR demostró una gran voluntad combativa por parte de un sector de activistas independientes, que no tienen necesariamente relación orgánica con las organizaciones de izquierda dentro de la universidad; pero que tenía el deseo de luchar hasta el final.
Es por esto que ambas tomas eran una excelente oportunidad para organizar a estos compañeros, comenzando por formar un espacio abierto y democrático que incorporara a nuevos sectores y generalizara las ocupaciones alrededor de un plan y una política de largo alcance, votando en cada escuela y facultad delegados que levantaran sus propias banderas reivindicativas, fortaleciendo el movimiento.
Desde la LRS participamos parcialmente en las tomas de los últimos tres días de actividad, pero luchando en todo momento por una política que evitara que las ocupaciones quedaran reducidas a un fin en sí mismo y aisladas consecuentemente. En otras palabras, propusimos siempre una orientación para ganar la simpatía a nuestra lucha a nivel nacional, y vincular a otros sectores de estudiantes y trabajadores a través demandas como la expulsión de las tropas norteamericanas de Costa Rica, o retomar la lucha contra la Ley del Empleo Público; pero esta vez de manera unificada y con un clima de ocupaciones que se desarrollaba por fuera de la tutela de las jerarquías universitarias.
Lamentablemente la orientación de los compañeros de la FEUCR (MAS) y el SINDEU (PRT) no iba en este sentido, como demostró su oposición a vincular el eje de la “militarización” en esta lucha; creyendo que iban a mantener en pie de lucha al resto de compañeros tan solo con incontables asambleas diarias, montadas prácticamente sobre guiones preestablecidos y rechazando por todos los medios a su alcance las propuestas tendientes a pensar la situación estratégicamente, no precisamente en función de las horas o los días, como pensaban la política los dirigentes del MAS, el PRT (y la JS) en un solo bloque.
El escandaloso respaldo a un acuerdo capitulador
La ausencia de una política de lucha no fue el único aspecto sobre el que valdría la pena reflexionar, y que da pie para pensar que lo que primaba era una visión de usar estas importantes acciones como plataforma electoral por parte de los compañeros de los otros grupos.
Siguiendo al pie de la letra la maniobra que el gobierno y las autoridades universitarias realizaron para desmontar las tomas y el bloqueo en la UNA, el MAS y la JS impulsaron enérgicamente y con una sospechosa prisa (apoyados en el silencio del PRT) la firma de un acuerdo con las autoridades, en el que estas supuestamente se comprometían entre otras cosas a garantizar becas, puestos de trabajo, y otras garantías de los estudiantes y trabajadores. Esto como tratamos de explicar no significaba ningún tipo de garantía, pues ya los rectores en comunicados internos y en la prensa, venían diciendo que todo eso podía alcanzarse con el 7% que firmaron con el gobierno.
En otras palabras, estos acuerdos eran un respaldo directo al acuerdo del CONARE, y a la vez el mecanismo usado por el gobierno y las autoridades para recuperar la “normalidad” dentro del campus sin mayores problemas.
Lamentablemente el acuerdo también fue respaldado (con algunas variantes como abrir espacios de discusión con la Rectoría para que “justificara” el presupuesto acordado) en la toma de Ciencias Sociales, donde además de activistas independientes y asociaciones de estudiantes, participaron grupos “anarco-autonomistas”.
La firma de estos acuerdos, presentados por ciertos aparatos estudiantiles y sindicales como un “avance”, en realidad corresponden a la imposición lisa y llana de la política del gobierno (por medio de las Rectorías) al seno de las Universidades, y vergonzosamente muchos grupos, desde los más moderados hasta los más “radicales” terminaron aceptándola.
El plan de acción para que la lucha por presupuesto se desarrollara y avanzara hacia la victoria sobre el MEP y el gobierno
A lo largo de estas líneas la intención ha sido avanzar en una reflexión que ayude a explicar cómo después de haber estado tan “bien” en la Universidad, ahora es que estamos tan “mal”. Es decir, cómo después de tan importantes movilizaciones en defensa de la autonomía y luego en defensa del presupuesto (de las más grandes en existencia de la UCR); ahora la Universidad se encuentra a la defensiva frente a la opinión pública nacional, padeciendo una aguda desmovilización y desorganización; con una centroizquierda institucional asomando la cabeza, y una derecha fortalecida notablemente.
Como marxistas creemos que esta situación desfavorable no era inevitable, y que más bien la lucha podía avanzar hasta desarrollarse y conquistar la simpatía de importantes capas de los trabajadores y el pueblo costarricense a condición de dotarse de una política correcta.
La movilización por un presupuesto justo para las universidades debía librarse huyendo del corporativismo que desafortunadamente corroe el movimiento obrero y estudiantil costarricense. Al contrario del razonamiento de intelectuales como Luis Paulino Vargas, que plantea que no se podía luchar hasta el final por un 13% porque no había preparación y porque el pueblo costarricense podía ver mal que le dieran tanta plata a las universidades; desde la LRS creemos que la UCR debía dar el ejemplo en el enfrentamiento contra los recortes del gobierno y así colocarse como abanderada de la lucha por las causas obreras y populares.
Como lo sostuvimos en numerosas asambleas y volantes, le correspondía al sindicato y a la federación colocarse a la vanguardia por ganar la simpatía de los trabajadores y oprimidos costarricenses; tomando sus demandas, como por ejemplo la oposición a los despidos en la empresa privada, las rebajas salariales, etc; que siguen afectando a miles de trabajadores en el país.
Pero no solo era necesario colocar a la UCR como el símbolo de la resistencia contra los ajustes del gobierno y los empresarios, sino que era necesario explicar pacientemente la necesidad de una gran alianza de sectores subalternos para enfrentar el nuevo período que se viene, donde posiblemente agudice la crisis en Estados Unidos, y de manera directa en Costa Rica; lo que pondrá a la orden del día nuevos despidos masivos, recortes en el presupuesto social, y ataques de todo tipo sobre los trabajadores. A las autoridades no les interesó, y tampoco al sindicato y a la federación, pensar la política en esa perspectiva; sino solo en función de los intereses del momento.
Pero esto no es todo: también era necesario llamar a los trabajadores organizados en APSE a sumarse a la lucha, apoyando las reivindicaciones universitarias y sumando demandas propias con tal de golpear gravemente al Ministerio de Educación Pública que en todo momento apostó a dividir a los universitarios de los secundarios, bajo el argumento de que el aumento para las Universidades desfinanciaría los colegios públicos.
Este llamado era posible, tomando en cuenta que en el Congreso “Beatriz Ferreto” de APSE se acordó apoyar la lucha presupuestaria de las universidades públicas. Por eso era necesario llamar a los dirigentes del sindicato a que actuaran coherentemente con lo votado en ese Congreso. Esta presión y llamado a sumarse a la lucha le correspondía en primer lugar al sindicato y luego a la federación universitarias, que en los momentos más álgidos olvidaron a sus principales aliados, los trabajadores del magisterio que ya han reflejado disposición a movilizarse en estos últimos años y meses.
En síntesis, las luchas no debían desvincularse unas de otras, o sumarse mecánicamente en función solo de acumular reivindicaciones en el mejor de los casos: era necesario soldarlas alrededor de una causa de impacto a nivel nacional como la expulsión de las tropas de Estados Unidos de Costa Rica, ya que no solo es un tema inédito en la historia nacional, sino que existe en el país una conciencia “pacifista” muy arraigada, de desprecio por lo militar y por las guerras, que puede servir de detonante para generar un gran movimiento.
A pesar de las modestas fuerzas de que dispone la LRS, en todo momento intervinimos en congruencia con esta estrategia. Quizás por tener la “fortuna” de no estar totalmente adaptados a los tiempos pacíficos de la lucha de clases (con sus elecciones sindicales y estudiantiles regulares, numerosas tareas administrativas absorventes, etc), pudimos plantear este plan de acción, que era viable no solo para conquistar nuevos aliados en la lucha por presupuesto; sino para ganar la simpatía del conjunto de trabajadores a nivel nacional y generar un gran movimiento que sirva para echar al imperialismo yanqui de nuestras costas.
Solo de esta manera era posible revertir el clima desfavorable de la opinión pública hacia la UCR, no precisamente dejando de luchar como plantean algunos intelectuales, sino soldando una alianza con otros sectores que se incorporaran a la movilización.
Si bien es cierto merecería una nota completa por aparte, valdría la pena hacer un análisis de la última lucha desarrollada en defensa de las condiciones de estudio por los estudiantes secundarios y universitarios argentinos; que en tan solo quince días en el mes de agosto, pasaron de ocupar dos colegios en Buenos Aires a más de 30, sosteniendo las ocupaciones a lo largo de dos meses; logrando que se incorporaran a su lucha los universitarios (que ocuparon las facultades de Ciencias Sociales, Medicina, Derecho y otras de la UBA); y sobretodo importantes contingentes de trabajadores, como los autopartistas de la ciudad de Rosario que libran una importante lucha contra los despidos, o los obreros de la fábrica Kraft de la zona norte del Gran Buenos Aires. Esta tarea de reflexión internacionalista es básica si se pretende preparar las luchas del futuro, y aún más importante, su victoria.
Como siempre, no faltará quien trate de tirar a la basura las lecciones del movimiento estudiantil argentino o de cualquier parte del mundo, invocando tradiciones diferentes en Costa Rica y otro tipo de cuestiones; pero lo que resulta claro es que el movimiento estudiantil en Argentina solo pudo mantenerse en pie y fortalecerse durante más de dos meses (y no durante tres días de ocupaciones) apoyado en una sólida estrategia de independencia de las autoridades y el gobierno (preparada meticulosamente desde el inicio de las movilizaciones), y en vez de quedarse aislado en las reivindicaciones de cada colegio o facultad, avanzaron en soldar una potente alianza entre secundarios y universitarios; sumando además las demandas de la clase obrera argentina, en buena medida expresadas en la lucha de los trabajadores de SIDERAR (la autopartista) y de Kraft Foods.
El fortalecimiento de la derecha, las elecciones federativas y la salida de fondo para recomponer al movimiento estudiantil
Si algo quedó claro con la pasada coyuntura de lucha por presupuesto universitario fue el fortalecimiento de la derecha universitaria y el surgimiento de nuevas tendencias políticas vinculadas a las autoridades; en el marco de un debilitamiento y aislamiento creciente de la FEUCR (MAS) respecto al estudiantado de conjunto.
La derecha agrupada en JUNTOS (centralmente impulsada por el PLN) aprovechó que la lucha no avanzó hasta el final y que sufrió una derrota para obtener más resonancia en sus ataques contra la FEUCR, al mismo tiempo que aprovechaba el distanciamiento entre la Rectoría y la propia federación. Con muy buen cálculo político JUNTOS organizó una sistemática campaña contra la FEUCR, acusando con odio a su Presidenta como culpable de la situación vivida por la Universidad.
Las autoridades de inmediato comenzaron un operativo por impulsar algún agrupamiento vinculado a ellas, y apoyándose en los sectores más moderados del reformismo costarricense, impulsaron la agrupación “Progre”, una coalición de activistas independientes encabezados por el Frente Amplio y otras organizaciones.
En este escenario, por primera vez en casi 6 años el MAS se arriesga a perder la FEUCR; ya sea a manos de la derecha, o bien de los “Progres”, que representan una carta que las autoridades no necesitaron utilizar durante casi 6 años de buenas relaciones con la tendencia electoral Convergencia impulsada por el MAS (y en el último período llamada Gente U).
La crisis política que vive a nivel nacional el movimiento de masas se ha refractado en la UCR, y esta a su vez ha impactado en las agrupaciones políticas universitarias. Desde ese punto de vista la alianza entre los partidos electorales impulsados por el MAS (Gente U) y la JS (Voz Alternativa) no muestra fortaleza, sino la debilidad de un grupo que ante la amenaza del perder el aparato (o la imposibilidad de seguirlo manteniendo) apuesta por utilizar a un grupo menor para captar algunos votos.
En el caso concreto de las elecciones federativas es necesario aclarar que estamos categóricamente en contra de que la derecha vuelva a dirigir la Federación de Estudiantes, y por supuesto en contra de que “los Progres” totalmente comprometidos con las autoridades, dirijan la principal organización estudiantil oficial de la UCR. Sostenemos que un regreso de la derecha a la Federación significaría un importante retroceso político y organizativo en la Universidad, especialmente porque es obvio que la derecha volcaría todo el peso del aparato no para organizar sino para combatir al movimiento estudiantil; así como para apoyar el programa de los patrones y el gobierno y extenderlo a la Universidad. La derecha colocaría a la FEUCR al servicio de la minería a cielo abierto, de los recortes presupuestarios en el sector público, del ingreso de tropas y quizá de bases militares al país; y de una verdadera ofensiva contra los trabajadores de Costa Rica.
En el caso de que los “Progres” dirijan el aparato federativo, significaría que las autoridades tendrían la posibilidad de utilizarlos como correa de transmisión para imponer los planes de ajuste del gobierno sobre la educación, con una cobertura de grupo “Progresista” pero moderado, en el marco de una difícil situación política y económica a nivel nacional. Aunque no actuarían como la derecha, los progres tendrían que asumir el programa que la rectoría les imponga, en el contexto de las buenas relaciones con el gobierno; y esto incluye continuar con la campaña de persecución y criminalización de estudiantes que participaron de las recientes luchas; campaña levantada por el Consejo Universitario y la Rectoría.
Es por todo esto que a pesar de tener importantes diferencias tanto con el MAS como con el PRT y la JS, tanto en lo que tiene que ver con la política nacional como a nivel de la Universidad; partimos de que uno de los mayores peligros lo constituye la vuelta de la derecha proburguesa a la dirección del aparato federativo, o en el mejor de los casos la victoria de la “centroizquierda” progre; vinculada al partido (FA) que no solo fue partícipe de llevar la lucha en defensa del FEES a la derrota, sino que votó en el Congreso la Ley Antiterrorista y otras medidas abiertamente reaccionarias.
Aunque nos parece que el agrupamiento “Alerta” (donde participa el PRT con una mayoría de activistas independientes de Trabajo Social) tiene variados elementos positivos políticamente, como el hecho de transcender parcialmente las elecciones universitarias o impulsar las causas de la mujer; asi como el programa politico mas claro de los partidos que se presentan para las presentes elecciones; creemos que es un agrupamiento que no tiene la fuerza suficiente para disputar la dirección universitaria a la derecha. Es por eso que creemos que en las presentes elecciones es urgente cerrar filas frente a la derecha votando críticamente por Alerta o Iniciativa.
ES NECESARIA UNA AGRUPACION UNIVERSITARIA INDEPENDIENTE, PRO-OBRERA, ANTIIMPERIALISTA E INTERNACIONALISTA QUE LUCHE POR UNA UNIVERSIDAD AL SERVICIO DE LOS TRABAJADORES Y LOS OPRIMIDOS
Es nuestra obligación advertir que independientemente del triunfo o la derrota electoral de la coalición impulsada por el MAS y la JS, es necesario hacer un profundo balance de las últimas luchas, y especialmente de las “pequeñas derrotas” que ha sufrido el movimiento obrero-estudiantil; desde luego en la perspectiva de impulsar un gran movimiento universitario independiente, que sea profundamente pro-obrero, antiimperialista e internacionalista y que ponga todas sus fuerzas en la pelea por una universidad al servicio de los trabajadores y los oprimidos de Costa Rica.
Las jornadas de lucha por presupuesto pusieron de relieve que existe un importante sector de activistas independientes dispuestos a la organización y la movilización, y no necesariamente solo en función de una política corporativista. Son sectores que en muchos casos no son influenciados ni por la FEUCR, ni por el SINDEU, y tienen vínculos parciales con asociaciones estudiantiles, lo que puede ser positivo.
Es importante que más allá de las elecciones en la UCR, estos sectores independientes parcialmente pro-obreros al apoyar la lucha unificada con los trabajadores, antiimperialistas al oponerse a la entrada de las tropas de los Estados Unidos; e internacionalistas; confluyan en el marco de una gran agrupación estudiantil.
Desde la LRS hacemos un llamado a formar una gran agrupación universitaria que tenga como protagonistas a los activistas independientes, que se dote de un programa para apoyar las luchas de los trabajadores, para expulsar las tropas de EE.UU de Costa Rica, para la lucha internacionalista por ejemplo en defensa de las conquistas de la revolución cubana contra el bloqueo imperialista y los planes de restauración; en el marco de acumular las fuerzas necesarias para convertir a la UCR y al conjunto de universidades en verdaderas fortalezas al servicio de la clase obrera y los oprimidos.
Bajo el riesgo de que estos activistas dispersos retrocedan políticamente y caigan en la desmoralización y la apatía, es necesaria su organización y fusión en una organización universitaria, que dotada de un programa correcto; de alguna forma sirva como puente para preparar la construcción de una gran organización obrera y revolucionaria en Costa Rica.
[1] Los Rectores agrupados en el CONARE planteaban como exigencia un 24%, amparados, según ellos en estudios e investigaciones científicas sobre los gastos y proyecciones de crecimiento de las cuatro universidades estatales. Curiosamente estos serios estudios dejaron de serlo en el momento de la verdad, cuando se definía en el contexto de una lucha histórica en las calles la suerte del presupuesto universitario.
[1] Según el Reglamento de Becas y Otros Beneficios al estudiante, la Universidad otorga las becas y otros “beneficios complementarios” como la alimentación, reubicación geográfica o gastos para transporte únicamente en la medida de las posibilidades; es decir no son derechos, sino que dependen de si las autoridades dicen tener o no presupuesto. Esta es la parte más incierta, pues una fracción del presupuesto del FEES para los próximos años dependerá de la recaudación de nuevos impuestos, extraídos de los brazos posiblemente de los trabajadores y el pueblo pobre de toda Costa Rica.
[1] Entre los asistentes estaban representantes de asociaciones estudiantiles, grupos políticos de izquierda, y sobretodo algunos sindicatos que se hallaban en lucha en ese momento, como SINTRAJAP de Limón; o APSE, la segunda organización docente en importancia del país.
[1] Desde el momento en que la lucha en defensa de la Autonomía demostró tener potencial para cohesionar y movilizar en gran escala a una buena parte de la comunidad universitaria, fuimos los primeros en plantear la necesidad de una gran huelga general (de la UCR y las otras Universidades) para defender la Autonomía, así como vincular la lucha con otras demandas sobre la mesa. Esta política la llevamos adelante desde masivos volantes repartidos en marchas, hasta en las asambleas estudiantiles en que participamos. Desde luego, nunca estuvieron de acuerdo ni la Federación ni el Sindicato con llamar a huelga universitaria, es más; atacaron en todo momento esa perspectiva, aduciendo que no habían posibilidades, precisamente cuando la comunidad universitaria despertaba vigorosamente después de tres años de inmovilidad, y sobre todo de una negociación por presupuesto en curso (que no se atrevían a vincular con las movilizaciones por la “Autonomía”).
[1] Este sector estudiantil, vinculado al FA, forma la base de la agrupación de “Los Progres”, la cual es apadrinada por un sector del Consejo Universitario y la Rectoría, donde tienen presencia figuras como el politólogo Alberto Cortés.
[1] Valga la oportunidad para citar que la orientación de la JS consistió en adaptarse de manera oportunista a la política del MAS, y en menor medida del PRT; evidentemente con fines electorales.
[1] Comunicado electrónico de Yamileth Gonzalez, http://www.ucr.ac.cr/noticias/2010/08/26/la-rectora-informa-a-la-comunidad-universitaria.html