Finalmente, los dirigentes de UGT y CCOO, han convocado una huelga general para el 29M contra la reforma laboral de Rajoy y el PP. Por su parte, la CIG de Galicia y la mayoría sindical del País Vasco y Navarra, ya habían convocado huelga para ese día. La CGT, también ha anunciado que se suma a la huelga, aunque haciendo sus propias acciones durante la jornada de forma separada. El resto de fuerzas de la izquierda sindical también se han sumado.
A pesar de la magnitud histórica del ataque, los sindicatos mayoritarios se han negado a plantear un plan de lucha a la escala necesaria para derrotarlo. Esta nueva reforma laboral, es el mayor golpe contra la clase trabajadora en décadas que empequeñece las reformas flexibilizadoras aplicadas anteriormente tanto por el PSOE como por el PP durante los gobiernos de Felipe González, Aznar y Zapatero.
Esta se combina con un ajuste draconiano sobre las cuentas públicas de 35.000 millones, que provocará despidos masivos de trabajadores públicos, recortes de miles de millones en salud, educación y prestaciones sociales, lo que empeorará la profunda crisis económica y social que ya ha dejado a 6 millones de personas sin trabajo.
Un plan global de ataque a las condiciones de vida del pueblo trabajador, que aunque lo lleve adelante el PP, cuenta con el respaldo del Rey, de las burguesías periféricas -en particular la catalana y la vasca, a través de sus partidos históricos, PNV y CiU- y es fiel continuación de la “obra” iniciada por Zapatero, más allá de la oposición demagógica del PSOE para tratar de recomponerse del batacazo electoral del 20N. Pero por sobre todo, cuenta con el beneplácito de la UE, Merkozy, el FMI y el BCE, los verdaderos impulsores de las medidas de ajuste, de quienes el Gobierno de Rajoy es hoy su “mejor alumno”. A pesar de todo esto, la estrategia de los jerarcas sindicales de UGT y CCOO es llamar al gobierno a sentarse a negociar, aunque el PP –asentado en su mayoría parlamentaria- se niegue rotundamente. El colmo de esta postura servil, lo muestra las palabras del secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, diciendo que “Tenemos una oportunidad este mes para hacer una negociación (…) Así no tendremos por qué plantearnos que pasará después del día 29 y acaso podríamos replantearnos lo del día 29” (Público, 12/03/2012).
Todo un reconocimiento, de sus intenciones con la huelga, y de su “vocación negociadora” para esmerilar algunas de las partes más duras de la reforma, pero manteniendo lo central… como han hecho en los últimos 30 años.
Fuentes del gobierno aseguraron que lo que realmente les preocupa es el daño que puede hacer la huelga a la imagen exterior de España: el fantasma de la “imagen griega”. Pero al mismo tiempo, el Gobierno dice que “no sacrificará la reforma laboral por la paz social” y que “está totalmente decidido a impedir que los piquetes de los sindicatos impidan a los trabajadores acudir a sus puestos de trabajo el próximo 29 de marzo” (Europa Press). Estas declaraciones son el preludio de mayores enfrentamientos.
Hacer una gran huelga general activa, garantizando los piquetes y movilizaciones, que imponga en las calles el inicio de un plan de lucha para derrotar con la reforma laboral, esa es la tarea del momento. Quien sabe, tal vez Grecia no esté tan lejos como pensamos… En esta tarea la llamada “izquierda sindical” o “alternativa”, que mantiene una política errática entre el sectarismo estéril y el seguidismo a las direcciones de CCOO y UGT, tienen planteado jugar un rol clave. No hay que repetir unidades sin crítica como la que hemos visto en Catalunya en la lucha de funcionarios. Menos aún traiciones como la que vimos en el Metro de Barcelona. Tampoco sirven las políticas sectarias que levanta la dirección estatal de CGT de querer manifestarse separadamente.
Es necesario que el 29M la izquierda sindical, junto al movimiento estudiantil, el 15M y todos aquellos trabajadores que estén por derrotar la Reforma, conformen potentes y activos bloques críticos en todas las acciones y las manifestaciones de CCOO y UGT. Éstas deben convertirse en un clamor contra el diálogo, por la derrota de la Reforma y porque el 29M sea sólo el pistoletazo de salida de un plan de lucha hasta derrotar al Gobierno del PP y las CCAA.