Foto: Jorge Altamira, Gabriela Liszt y Christian Castillo.
El martes 4 se presentó en el Auditorio de la Sede Constitución de la
Facultad de Ciencias Sociales el libro Mi vida, el segundo tomo de las
Obras Escogidas de León Trotsky. Más de 800 personas asistieron al
evento que fue presentado por Gabriela Liszt del CEIP y contó con la
exposición de Jorge Altamira, dirigente del Partido Obrero, y Christian
Castillo, dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas. En el
evento se proyectó un saludo enviado desde México por Esteban Volkov,
nieto de León Trotsky. La edición del libro estuvo a cargo del Centro de
Estudios, Investigaciones y Publicaciones (CEIP) “León Trotsky” y
cuenta con el apoyo del Instituto de Derecho de Asilo, Museo Casa León
Trotsky de México. La publicación fue realizada a través de Ediciones
IPS.
A continuación presentamos extractos de la presentación. Se puede ver completa en www.tvpts.tv.
Jorge Altamira: “El libro de Trotsky es un arma de lucha”
Buenas noches a todos, gracias a los organizadores […] hay que felicitarlos por la publicación del libro Mi vida de Trotsky […] Nosotros tenemos que esforzarnos para que la lectura de Mi vida sea interpretada por los trabajadores más activos, más conscientes, por los luchadores de la clase obrera. Cuando yo leí Mi vida […] sentía que estaba leyendo un libro […] asociado a procesos revolucionarios […] ¿Cómo podemos hacer para que los trabajadores argentinos vivan esa misma experiencia? […] Tenemos que actuar como si cada uno de nosotros, todos los que estamos aquí, fuéramos Trotsky y queremos contribuir a la marcha de la emancipación de la clase obrera y de la humanidad […].
El libro de Trotsky es un arma de lucha. Dentro de los infundios y mentiras, calumnias del estalinismo […] Trotsky escribe Mi vida para combatir esos intentos […] Muchos sacaron la conclusión de que el trotskismo era una réplica del estalinismo […] El trotskismo es antes que nada la defensa de la vigencia histórica de la revolución bolchevique de 1917 […] Es una política por la revolución mundial. No es una querella contra el estalinismo [que] es un aparato contrarrevolucionario que en su defensa adopta todos los recursos políticos posibles […].
Quisiera incorporar también una visión de Mi vida que me viene de un análisis que hace nuestro compañero del Partido Obrero Revolucionario de Grecia […]. Para Savas Matsas, el relato sobre Ulises que se hace en la mitología griega, el Quijote de Cervantes, y el último Ulises del irlandés Joyce; tienen una cosa en común […]. Lo que tienen en común es que son viajes. […] Para descubrir el mundo, para descubrir la naturaleza, para descubrir el Cosmos y para descubrirse a sí mismo […] el Ulises de Homero es un Ulises que recorre el mundo […] el mercado mundial de su época. […] Después dice que el Quijote es alguien que arranca de un pueblo medieval; y es un libro que relata el advenimiento del capitalismo […] Y, finalmente, el Ulises de Joyce es un viaje al interior del personaje Ulises. Y es la expresión de la decadencia capitalista que ya no puede desarrollar objetivamente absolutamente nada y vive una continua introspección. Si nosotros tomamos este modelo ¿Qué significa “Mi vida”? Mi vida es el diario de la revolución mundial […].
Hay tres ideas que son las que ordenan todo su pensamiento político. La primera idea es el problema de la decadencia del capitalismo. […] Estas crisis de hoy, son las del capitalismo senil […] hay corrientes que afirman que la teoría del imperialismo es un invento de Lenin y de algunos más, y que lo que vemos se trata siempre del viejo y mismo capitalismo, y que no hay nada en la forma de dominación del imperialismo que lo haga diferente al capitalismo en general. ¿En qué se manifiesta su decadencia, su declinación? Se tiene que manifestar de una forma histórica concreta […] Por eso esta gente dice, “muchachos, no se preocupen por la crisis capitalista mundial, ya hubo otras y los capitalistas salieron” […] El programa de transición ya comienza con una caracterización del capitalismo en decadencia y, por lo tanto, de la madurez de las condiciones objetivas para la revolución […] Al margen de esto, una teoría revolucionaria no tiene fundamento objetivo.
Y él va insistir sistemáticamente, y quisiera aportar para ustedes que lean […] unas minutas de Trotsky en discusión con el partido norteamericano, el Socialist Workers Party, que trataba de cómo trabajar con un proletariado muy empírico, muy apegado a cosas prácticas, sin aspiración teórica […] siempre les señalaba que la situación de EE. UU. desde el punto de vista histórico mundial, era una situación de decadencia del capitalismo y de perspectivas estratégicas revolucionarias […].
El otro aporte […] es el problema del partido. […] ¿Qué es un partido? El partido no es un aparato […] El partido de la clase obrera es la transformación del proletariado en clase consciente de sus objetivos históricos […]. Nosotros comprendemos perfectamente que el Frente de Izquierda es una forma histórica, como una forma práctica o política, de carácter transitorio que siembra el desarrollo de la conciencia revolucionaria, de la organización, pero la tarea histórica es construir un partido de la clase obrera […] Y en la lectura de Mi vida, la cuestión del partido es fundamental […]. Trotsky se mantiene desde el año 1902 hasta 1917 fuera del partido bolchevique. En Mi vida se va a ver en los diez años posteriores que nadie asimiló como Trotsky la importancia del partido político de la clase obrera […] Nosotros no olvidamos que hay otros partidos obreros, mejor dicho reformistas. Hay partidos centristas que son obreros. Ya Marx en su Manifiesto Comunista toma este punto […] Dice “nosotros los comunistas no queremos un antagonismo con esos partidos sino que representamos en el movimiento histórico de la clase obrera el interés de orden general”. […] ¿Está planteada para la Argentina la formación de otro partido obrero revolucionario? Pensamos que no. […] Y sería un grave error plantear la formación de un partido obrero centrista, que sería centrista porque sería un partido no basado en un programa revolucionario, no basado en la posición histórica, sino que sería un partido basado en las plataformas electorales por las cuales hoy luchan los trabajadores […].
Hay una tercera cuestión […] sobre la actual crisis mundial […] ustedes piensen que mediante la utilización de recursos absolutamente extraordinarios, después de siete años de crisis, la economía no levanta […] Y lo que está en crisis en todo el mundo es el agotamiento de sus recursos extraordinarios […]. Esta crisis mundial abre grandes perspectivas que tenemos que desarrollar, y empieza a manifestarse de nuevo un ascenso de la izquierda, que lamentablemente capitalizan las izquierdas centristas o reformistas, pero que es un indicador del seguro ascenso de una izquierda revolucionaria sobre la base del fracaso de estas corrientes […]
Y para concluir: ¿qué quedó de la Argentina kirchnerista? ¿Qué quedó de la batalla cultural que según Beatriz Sarlo había ganado el kirchnerismo? […] El nacionalismo burgués, pequeñoburgués, ha vuelto a fracasar […] y esta vez de un modo mucho más inmundo que en el pasado, como lo demuestra la alianza kirchnerismo-Macri contra los trabajadores del subte […]. Tenemos que oponer a este gobierno y a la salida que se teje […] una alternativa de la izquierda […].
Porque el objetivo irrenunciable […] es construir un partido para tomar el poder y establecer la dominación política del proletariado […] ¿Qué es la dictadura del proletariado? […] No es una arquitectura institucional, donde las decisiones se toman de una manera o se toman de otra. Es la organización del proletariado como clase dominante bajo la dirección de un partido revolucionario ¿Por qué? Porque el objetivo de la toma del poder y de la dictadura del proletariado es abolir la sociedad de clases [...]. Es la conciencia política, el programa, de que es la última forma de la dominación de clase y el inicio de la transición hacia una sociedad sin clases y sin Estado. Por lo tanto, decadencia del capital, partido, comunismo, emancipación humana, forman un único haz que no puede deshacerse sin pervertir la causa revolucionaria.
Christian Castillo: “Una vida extraordinaria que nos habla del mañana”
Me toca a mí, nuevamente, estar en la presentación de las Obras Escogidas de Trotsky, como estuve con mi camarada Emilio Albamonte en la presentación de Stalin, el gran organizador de derrotas. Y ahora, en la presentación de un libro que estamos reeditando en una situación muy particular que puede ser vista desde dos ángulos. Porque cuando empezaron las compañeras y compañeros del CEIP a trabajar en la reedición de Mi vida todavía no estaba claro qué nivel iría asumiendo la lucha de clases en nuestro país. Ahora acabamos de vivir un hecho muy importante que es el primer paro general en mucho tiempo (11 años), donde la clase trabajadora ha tensado sus músculos. Y, además, este paro general tuvo otra peculiaridad, que la prensa no pudo ocultar el protagonismo muy relevante de la izquierda clasista, anticapitalista, en los piquetes y en el impulso a que el paro se dé aún en las fábricas donde los burócratas sindicales llamaban a que el paro no se haga. Entonces, la edición de Mi vida cobra importancia porque en el país hay un nuevo clima obrero.
El segundo elemento importante es que efectivamente estamos editando las Obras Escogidas de Trotsky y Mi vida cuando una nueva generación despunta a la lucha. Y esa generación es la de los jóvenes estudiantes que combaten en Chile, en México, de los trabajadores que luchan en Europa […] En ese sentido, es fundamental llegar a ellos con las ideas y la tradición del marxismo revolucionario porque, entre otras cosas, la época de restauración conservadora que vivimos ha pretendido borrar la tradición revolucionaria del movimiento obrero.
Trotsky tiene una cita en la autobiografía de un artículo que él había publicado en el periódico que editaba en Francia durante la Primera Guerra que, vista desde un ángulo, es muy arriesgada. Trotsky dice: “en Verdún se forja nuestro mañana”. Verdún fue el combate dado entre las tropas francesas y alemanas, uno de los más sangrientos de la Primera Guerra Mundial. Trotsky decía que Verdún iba a sacar todas las ilusiones patrioteras. Que los sufrimientos de la guerra irían forjando una nueva generación revolucionaria. Y Trotsky no se equivocaba. Las Verdún de aquel entonces, no sólo en esa batalla específica, sino los sufrimientos inauditos provocados por la Primera Guerra Mundial forjaron el temple suficiente de quienes pudieron mantenerse contra la corriente y dieron fuerza a quienes llevarían al triunfo de la Revolución de Octubre. De algún modo en medio de la crisis mundial actual, con la salvedad de que no estamos viviendo circunstancias tan tremendas como en la Primera o en la Segunda Guerra Mundial, las nuevas generaciones que empiezan a poblar las cárceles, que se enfrentan en las calles a los gases lacrimógenos, que van a las fábricas a compartir los piquetes con la clase obrera, que se enfrentan en las calles a la policía, que hacen el trabajo de acercarse políticamente a quienes empiezan a luchar y que a la vez ven cómo los gobiernos capitalistas resuelven atacar las condiciones de vida de las masas para intentar salvar por medios extraordinarios los negocios de los grandes capitalistas, ahí, en estos combates se está forjando también nuestro mañana. […]
Este libro es relevante porque el tiempo que nos toca vivir es posiblemente un tiempo bisagra en donde las nuevas generaciones se enfrenten mucho más a condiciones y situaciones como aquellas en las que se forjaron los Lenin, los Trotsky y también personalidades menos conocidas, pero que son muy bien tratadas en Mi vida en toda su enormidad revolucionaria, aunque no lograron la misma trascendencia en cuanto a nombre y que para Trotsky son enormes símbolos de lo que fue una clase insurrecta, una clase que había protagonizado una experiencia revolucionaria. El marinero Markin, del cual Trotsky narra el papel que juega en la guerra civil […]. El estudiante Poznansky que dice que lo siguió por la calle cuando iba de mitin en mitin por Petrogrado y le dice “yo voy a estar con usted porque tiene muchos enemigos” y a partir de ahí no se separa y, de hecho, es uno de sus secretarios clave que solo los separan cuando lo envían al destierro. Skliansky a quien Trotsky señala como el Carnot de la revolución, un gran organizador del Ejército Rojo […]
Desde que empieza hasta que termina Mi vida es un libro que va narrando un medio siglo extraordinario de la vida de Trotsky. El título que él le quería poner al libro era “Medio siglo”, sus primeros cincuenta años de vida. Y verdaderamente Trotsky pasa por sucesos impresionantes. Desde cuando va a tratar de convencer a los obreros en Nikolaiev en los primeros círculos, siendo un muy joven estudiante y tratando de acercarse a la clase obrera. Algo que lo va a marcar toda la vida. Y Trotsky dice: “enfrentando al populismo y enfrentando a la policía del Zar nos fuimos forjando como políticos proletarios”. Y esa es una definición que Trotsky va a mantener toda su vida. Dice: “¿Qué éramos Lenin y yo? Políticos revolucionarios del proletariado”. Y va a oponer esa categoría, con la que nos queremos identificar los que luchamos por la construcción de un partido revolucionario, la va a oponer a la figura de muchos de los personajes centrales de la socialdemocracia alemana y austríaca. […]
El libro pasa por estos aspectos y uno lo ve a Trotsky en 1905 cuando no estaba con los bolcheviques como señalaba Jorge, cuando estaba en el medio, en esos años en donde estaba separado de Lenin y desarrollando lo que él también denomina el instinto revolucionario para vincularse al soviet de Petrogrado y jugar ese papel central. […]
Trotsky se forja, dice él, como un marxista no dogmático. Y ese marxismo no dogmático le permite a Trotsky formular la Teoría de la Revolución Permanente y le permite plantear un marxismo que capta la discordancia de los tiempos entre la economía, la política, la guerra y la revolución […] Trotsky señala este elemento, se enfrenta, digamos, a un mecanicismo economicista en donde él dice algo así como: “uno de los primeros elementos con los que me formé fue ver que a veces la crisis causa la revolución y a veces no, depende de cómo esté el proletariado. A veces puede desorganizar las filas del proletariado y a veces impulsarlo a la revolución” […].
El otro aspecto que me interesa, muy importante que está en el libro es la relación con Lenin. Al final en uno de los últimos capítulos Trotsky sintetiza cuál es mi relación con Lenin […] Dice que llegaron a una síntesis después de haber trabajado juntos, de haberse enfrentado, y luego haber llegado a formar ese gran equipo revolucionario que pudo dirigir la revolución de Octubre, la guerra civil, y dado ese primer gran ejemplo al proletariado internacional y haber dirigido la III Internacional”.
Trotsky no trata de ocultar las diferencias que tuvo con Lenin. […] Es evidente que su vida está íntimamente relacionada con la lucha del proletariado por construir su propio partido, aun cuando Trotsky no estaba con Lenin era partidista, como lo era Rosa Luxemburgo. […] Para Trotsky como para Lenin, la lucha por el partido era no sólo por construir partidos revolucionarios nacionales sino una internacional revolucionaria […]. En este marco dice: Lenin tuvo razón central en la idea del enfrentamiento a los mencheviques, en la división bolcheviques mencheviques, y Trotsky revaloriza cómo Lenin jugó, en ese aspecto, el papel central.
Trotsky en el período posterior a la edición de Mi vida, piensa decenas de tácticas por las que podía surgir el partido revolucionario. Y no son tácticas abstractas. Trotsky toma en cuenta los momentos de evolución de cada una de las clases obreras con las cuales los revolucionarios tienen que actuar. Y toma también en consideración si esos revolucionarios son decenas, son cientos, son miles o decenas de miles. […] Muestra las distintas mil y una ideas de Trotsky para tratar de hacerse un camino hacia las masas: los entrismos en los partidos reformistas, las tácticas transicionales como las que le planteaba al proletariado norteamericano, un proletariado sin independencia de clase al cual le plantea transicionalmente la lucha por un Partido de Trabajadores, el Bloque de los Cuatro para tratar de confluir en la construcción de una nueva Internacional.
Nuestro tiempo tiene analogías con otros tiempos históricos, el proceso histórico no vuelve siempre al mismo punto ni se repite de la misma manera. Nosotros estamos viendo una historia particular, forjada también por triunfos, por derrotas, por experiencias históricas que no son iguales a las que tenía Trotsky al enfrentar ese momento. […] Entonces en estas nuevas condiciones, nosotros tenemos que enfrentar la construcción de partido revolucionario y de una internacional revolucionaria. Y creo que la edición de estos textos de Trotsky, la edición de las Obras Escogidas, tiene que estar justamente al servicio de todos los que de alguna manera queremos retomar su continuidad en las luchas contemporáneas, en nuestro país y a nivel mundial, al servicio de esa tarea en la cual tenemos que poner toda nuestra fuerza, y que la crisis mundial nos plantea redoblar nuestros esfuerzos en la lucha por la construcción de una internacional revolucionaria, la IV Internacional.
A continuación presentamos extractos de la presentación. Se puede ver completa en www.tvpts.tv.
Jorge Altamira: “El libro de Trotsky es un arma de lucha”
Buenas noches a todos, gracias a los organizadores […] hay que felicitarlos por la publicación del libro Mi vida de Trotsky […] Nosotros tenemos que esforzarnos para que la lectura de Mi vida sea interpretada por los trabajadores más activos, más conscientes, por los luchadores de la clase obrera. Cuando yo leí Mi vida […] sentía que estaba leyendo un libro […] asociado a procesos revolucionarios […] ¿Cómo podemos hacer para que los trabajadores argentinos vivan esa misma experiencia? […] Tenemos que actuar como si cada uno de nosotros, todos los que estamos aquí, fuéramos Trotsky y queremos contribuir a la marcha de la emancipación de la clase obrera y de la humanidad […].
El libro de Trotsky es un arma de lucha. Dentro de los infundios y mentiras, calumnias del estalinismo […] Trotsky escribe Mi vida para combatir esos intentos […] Muchos sacaron la conclusión de que el trotskismo era una réplica del estalinismo […] El trotskismo es antes que nada la defensa de la vigencia histórica de la revolución bolchevique de 1917 […] Es una política por la revolución mundial. No es una querella contra el estalinismo [que] es un aparato contrarrevolucionario que en su defensa adopta todos los recursos políticos posibles […].
Quisiera incorporar también una visión de Mi vida que me viene de un análisis que hace nuestro compañero del Partido Obrero Revolucionario de Grecia […]. Para Savas Matsas, el relato sobre Ulises que se hace en la mitología griega, el Quijote de Cervantes, y el último Ulises del irlandés Joyce; tienen una cosa en común […]. Lo que tienen en común es que son viajes. […] Para descubrir el mundo, para descubrir la naturaleza, para descubrir el Cosmos y para descubrirse a sí mismo […] el Ulises de Homero es un Ulises que recorre el mundo […] el mercado mundial de su época. […] Después dice que el Quijote es alguien que arranca de un pueblo medieval; y es un libro que relata el advenimiento del capitalismo […] Y, finalmente, el Ulises de Joyce es un viaje al interior del personaje Ulises. Y es la expresión de la decadencia capitalista que ya no puede desarrollar objetivamente absolutamente nada y vive una continua introspección. Si nosotros tomamos este modelo ¿Qué significa “Mi vida”? Mi vida es el diario de la revolución mundial […].
Hay tres ideas que son las que ordenan todo su pensamiento político. La primera idea es el problema de la decadencia del capitalismo. […] Estas crisis de hoy, son las del capitalismo senil […] hay corrientes que afirman que la teoría del imperialismo es un invento de Lenin y de algunos más, y que lo que vemos se trata siempre del viejo y mismo capitalismo, y que no hay nada en la forma de dominación del imperialismo que lo haga diferente al capitalismo en general. ¿En qué se manifiesta su decadencia, su declinación? Se tiene que manifestar de una forma histórica concreta […] Por eso esta gente dice, “muchachos, no se preocupen por la crisis capitalista mundial, ya hubo otras y los capitalistas salieron” […] El programa de transición ya comienza con una caracterización del capitalismo en decadencia y, por lo tanto, de la madurez de las condiciones objetivas para la revolución […] Al margen de esto, una teoría revolucionaria no tiene fundamento objetivo.
Y él va insistir sistemáticamente, y quisiera aportar para ustedes que lean […] unas minutas de Trotsky en discusión con el partido norteamericano, el Socialist Workers Party, que trataba de cómo trabajar con un proletariado muy empírico, muy apegado a cosas prácticas, sin aspiración teórica […] siempre les señalaba que la situación de EE. UU. desde el punto de vista histórico mundial, era una situación de decadencia del capitalismo y de perspectivas estratégicas revolucionarias […].
El otro aporte […] es el problema del partido. […] ¿Qué es un partido? El partido no es un aparato […] El partido de la clase obrera es la transformación del proletariado en clase consciente de sus objetivos históricos […]. Nosotros comprendemos perfectamente que el Frente de Izquierda es una forma histórica, como una forma práctica o política, de carácter transitorio que siembra el desarrollo de la conciencia revolucionaria, de la organización, pero la tarea histórica es construir un partido de la clase obrera […] Y en la lectura de Mi vida, la cuestión del partido es fundamental […]. Trotsky se mantiene desde el año 1902 hasta 1917 fuera del partido bolchevique. En Mi vida se va a ver en los diez años posteriores que nadie asimiló como Trotsky la importancia del partido político de la clase obrera […] Nosotros no olvidamos que hay otros partidos obreros, mejor dicho reformistas. Hay partidos centristas que son obreros. Ya Marx en su Manifiesto Comunista toma este punto […] Dice “nosotros los comunistas no queremos un antagonismo con esos partidos sino que representamos en el movimiento histórico de la clase obrera el interés de orden general”. […] ¿Está planteada para la Argentina la formación de otro partido obrero revolucionario? Pensamos que no. […] Y sería un grave error plantear la formación de un partido obrero centrista, que sería centrista porque sería un partido no basado en un programa revolucionario, no basado en la posición histórica, sino que sería un partido basado en las plataformas electorales por las cuales hoy luchan los trabajadores […].
Hay una tercera cuestión […] sobre la actual crisis mundial […] ustedes piensen que mediante la utilización de recursos absolutamente extraordinarios, después de siete años de crisis, la economía no levanta […] Y lo que está en crisis en todo el mundo es el agotamiento de sus recursos extraordinarios […]. Esta crisis mundial abre grandes perspectivas que tenemos que desarrollar, y empieza a manifestarse de nuevo un ascenso de la izquierda, que lamentablemente capitalizan las izquierdas centristas o reformistas, pero que es un indicador del seguro ascenso de una izquierda revolucionaria sobre la base del fracaso de estas corrientes […]
Y para concluir: ¿qué quedó de la Argentina kirchnerista? ¿Qué quedó de la batalla cultural que según Beatriz Sarlo había ganado el kirchnerismo? […] El nacionalismo burgués, pequeñoburgués, ha vuelto a fracasar […] y esta vez de un modo mucho más inmundo que en el pasado, como lo demuestra la alianza kirchnerismo-Macri contra los trabajadores del subte […]. Tenemos que oponer a este gobierno y a la salida que se teje […] una alternativa de la izquierda […].
Porque el objetivo irrenunciable […] es construir un partido para tomar el poder y establecer la dominación política del proletariado […] ¿Qué es la dictadura del proletariado? […] No es una arquitectura institucional, donde las decisiones se toman de una manera o se toman de otra. Es la organización del proletariado como clase dominante bajo la dirección de un partido revolucionario ¿Por qué? Porque el objetivo de la toma del poder y de la dictadura del proletariado es abolir la sociedad de clases [...]. Es la conciencia política, el programa, de que es la última forma de la dominación de clase y el inicio de la transición hacia una sociedad sin clases y sin Estado. Por lo tanto, decadencia del capital, partido, comunismo, emancipación humana, forman un único haz que no puede deshacerse sin pervertir la causa revolucionaria.
Christian Castillo: “Una vida extraordinaria que nos habla del mañana”
Me toca a mí, nuevamente, estar en la presentación de las Obras Escogidas de Trotsky, como estuve con mi camarada Emilio Albamonte en la presentación de Stalin, el gran organizador de derrotas. Y ahora, en la presentación de un libro que estamos reeditando en una situación muy particular que puede ser vista desde dos ángulos. Porque cuando empezaron las compañeras y compañeros del CEIP a trabajar en la reedición de Mi vida todavía no estaba claro qué nivel iría asumiendo la lucha de clases en nuestro país. Ahora acabamos de vivir un hecho muy importante que es el primer paro general en mucho tiempo (11 años), donde la clase trabajadora ha tensado sus músculos. Y, además, este paro general tuvo otra peculiaridad, que la prensa no pudo ocultar el protagonismo muy relevante de la izquierda clasista, anticapitalista, en los piquetes y en el impulso a que el paro se dé aún en las fábricas donde los burócratas sindicales llamaban a que el paro no se haga. Entonces, la edición de Mi vida cobra importancia porque en el país hay un nuevo clima obrero.
El segundo elemento importante es que efectivamente estamos editando las Obras Escogidas de Trotsky y Mi vida cuando una nueva generación despunta a la lucha. Y esa generación es la de los jóvenes estudiantes que combaten en Chile, en México, de los trabajadores que luchan en Europa […] En ese sentido, es fundamental llegar a ellos con las ideas y la tradición del marxismo revolucionario porque, entre otras cosas, la época de restauración conservadora que vivimos ha pretendido borrar la tradición revolucionaria del movimiento obrero.
Trotsky tiene una cita en la autobiografía de un artículo que él había publicado en el periódico que editaba en Francia durante la Primera Guerra que, vista desde un ángulo, es muy arriesgada. Trotsky dice: “en Verdún se forja nuestro mañana”. Verdún fue el combate dado entre las tropas francesas y alemanas, uno de los más sangrientos de la Primera Guerra Mundial. Trotsky decía que Verdún iba a sacar todas las ilusiones patrioteras. Que los sufrimientos de la guerra irían forjando una nueva generación revolucionaria. Y Trotsky no se equivocaba. Las Verdún de aquel entonces, no sólo en esa batalla específica, sino los sufrimientos inauditos provocados por la Primera Guerra Mundial forjaron el temple suficiente de quienes pudieron mantenerse contra la corriente y dieron fuerza a quienes llevarían al triunfo de la Revolución de Octubre. De algún modo en medio de la crisis mundial actual, con la salvedad de que no estamos viviendo circunstancias tan tremendas como en la Primera o en la Segunda Guerra Mundial, las nuevas generaciones que empiezan a poblar las cárceles, que se enfrentan en las calles a los gases lacrimógenos, que van a las fábricas a compartir los piquetes con la clase obrera, que se enfrentan en las calles a la policía, que hacen el trabajo de acercarse políticamente a quienes empiezan a luchar y que a la vez ven cómo los gobiernos capitalistas resuelven atacar las condiciones de vida de las masas para intentar salvar por medios extraordinarios los negocios de los grandes capitalistas, ahí, en estos combates se está forjando también nuestro mañana. […]
Este libro es relevante porque el tiempo que nos toca vivir es posiblemente un tiempo bisagra en donde las nuevas generaciones se enfrenten mucho más a condiciones y situaciones como aquellas en las que se forjaron los Lenin, los Trotsky y también personalidades menos conocidas, pero que son muy bien tratadas en Mi vida en toda su enormidad revolucionaria, aunque no lograron la misma trascendencia en cuanto a nombre y que para Trotsky son enormes símbolos de lo que fue una clase insurrecta, una clase que había protagonizado una experiencia revolucionaria. El marinero Markin, del cual Trotsky narra el papel que juega en la guerra civil […]. El estudiante Poznansky que dice que lo siguió por la calle cuando iba de mitin en mitin por Petrogrado y le dice “yo voy a estar con usted porque tiene muchos enemigos” y a partir de ahí no se separa y, de hecho, es uno de sus secretarios clave que solo los separan cuando lo envían al destierro. Skliansky a quien Trotsky señala como el Carnot de la revolución, un gran organizador del Ejército Rojo […]
Desde que empieza hasta que termina Mi vida es un libro que va narrando un medio siglo extraordinario de la vida de Trotsky. El título que él le quería poner al libro era “Medio siglo”, sus primeros cincuenta años de vida. Y verdaderamente Trotsky pasa por sucesos impresionantes. Desde cuando va a tratar de convencer a los obreros en Nikolaiev en los primeros círculos, siendo un muy joven estudiante y tratando de acercarse a la clase obrera. Algo que lo va a marcar toda la vida. Y Trotsky dice: “enfrentando al populismo y enfrentando a la policía del Zar nos fuimos forjando como políticos proletarios”. Y esa es una definición que Trotsky va a mantener toda su vida. Dice: “¿Qué éramos Lenin y yo? Políticos revolucionarios del proletariado”. Y va a oponer esa categoría, con la que nos queremos identificar los que luchamos por la construcción de un partido revolucionario, la va a oponer a la figura de muchos de los personajes centrales de la socialdemocracia alemana y austríaca. […]
El libro pasa por estos aspectos y uno lo ve a Trotsky en 1905 cuando no estaba con los bolcheviques como señalaba Jorge, cuando estaba en el medio, en esos años en donde estaba separado de Lenin y desarrollando lo que él también denomina el instinto revolucionario para vincularse al soviet de Petrogrado y jugar ese papel central. […]
Trotsky se forja, dice él, como un marxista no dogmático. Y ese marxismo no dogmático le permite a Trotsky formular la Teoría de la Revolución Permanente y le permite plantear un marxismo que capta la discordancia de los tiempos entre la economía, la política, la guerra y la revolución […] Trotsky señala este elemento, se enfrenta, digamos, a un mecanicismo economicista en donde él dice algo así como: “uno de los primeros elementos con los que me formé fue ver que a veces la crisis causa la revolución y a veces no, depende de cómo esté el proletariado. A veces puede desorganizar las filas del proletariado y a veces impulsarlo a la revolución” […].
El otro aspecto que me interesa, muy importante que está en el libro es la relación con Lenin. Al final en uno de los últimos capítulos Trotsky sintetiza cuál es mi relación con Lenin […] Dice que llegaron a una síntesis después de haber trabajado juntos, de haberse enfrentado, y luego haber llegado a formar ese gran equipo revolucionario que pudo dirigir la revolución de Octubre, la guerra civil, y dado ese primer gran ejemplo al proletariado internacional y haber dirigido la III Internacional”.
Trotsky no trata de ocultar las diferencias que tuvo con Lenin. […] Es evidente que su vida está íntimamente relacionada con la lucha del proletariado por construir su propio partido, aun cuando Trotsky no estaba con Lenin era partidista, como lo era Rosa Luxemburgo. […] Para Trotsky como para Lenin, la lucha por el partido era no sólo por construir partidos revolucionarios nacionales sino una internacional revolucionaria […]. En este marco dice: Lenin tuvo razón central en la idea del enfrentamiento a los mencheviques, en la división bolcheviques mencheviques, y Trotsky revaloriza cómo Lenin jugó, en ese aspecto, el papel central.
Trotsky en el período posterior a la edición de Mi vida, piensa decenas de tácticas por las que podía surgir el partido revolucionario. Y no son tácticas abstractas. Trotsky toma en cuenta los momentos de evolución de cada una de las clases obreras con las cuales los revolucionarios tienen que actuar. Y toma también en consideración si esos revolucionarios son decenas, son cientos, son miles o decenas de miles. […] Muestra las distintas mil y una ideas de Trotsky para tratar de hacerse un camino hacia las masas: los entrismos en los partidos reformistas, las tácticas transicionales como las que le planteaba al proletariado norteamericano, un proletariado sin independencia de clase al cual le plantea transicionalmente la lucha por un Partido de Trabajadores, el Bloque de los Cuatro para tratar de confluir en la construcción de una nueva Internacional.
Nuestro tiempo tiene analogías con otros tiempos históricos, el proceso histórico no vuelve siempre al mismo punto ni se repite de la misma manera. Nosotros estamos viendo una historia particular, forjada también por triunfos, por derrotas, por experiencias históricas que no son iguales a las que tenía Trotsky al enfrentar ese momento. […] Entonces en estas nuevas condiciones, nosotros tenemos que enfrentar la construcción de partido revolucionario y de una internacional revolucionaria. Y creo que la edición de estos textos de Trotsky, la edición de las Obras Escogidas, tiene que estar justamente al servicio de todos los que de alguna manera queremos retomar su continuidad en las luchas contemporáneas, en nuestro país y a nivel mundial, al servicio de esa tarea en la cual tenemos que poner toda nuestra fuerza, y que la crisis mundial nos plantea redoblar nuestros esfuerzos en la lucha por la construcción de una internacional revolucionaria, la IV Internacional.