Por Fernando Rosso, Ruth Werner - PTS
La historia de la Argentina de los años
kirchneristas bien puede contarse a través de los crímenes sociales que
se produjeron bajo sus gobiernos. Cromañón a fines de 2004, la Masacre
de Once en febrero del año pasado o los muertos por el temporal, en la
Semana Santa de hace exactamente un año.
La tormenta que acaba de conmover a gran parte de la Capital y la
provincia de Buenos Aires, con epicentro en La Plata, volvió a mostrar
la crisis estructural de la Argentina capitalista y dejó al desnudo la
responsabilidad y el cinismo de los políticos patronales. La gravedad de
los acontecimientos derribó el clima de reconciliación nacional
pregonado por Cristina Fernández luego del abrazo con Bergoglio en el
Vaticano. Ni CFK, ni Scioli, ni Macri movieron un dedo en todos sus años
de gobierno para hacer las obras necesarias para paliar los efectos de
la catástrofe. El resultado es, hasta ahora, más de 50 muertos y cientos
de miles de afectados. Hubo, efectivamente, una cruda catástrofe
natural, pero convertida por la desidia de empresarios y gobiernos en un
nuevo crimen social: otra vez las víctimas las pone el pueblo
trabajador.
Cínicos
No terminaban de informarse los hechos en la Ciudad de Buenos Aires,
cuando flotaba no sólo la basura en las calles, sino también la
inmundicia de los políticos patronales, oficialistas u opositores. Su
única preocupación era desligar responsabilidades y aprovechar los
acontecimientos para sus internas. Macri vacacionaba en Brasil y volvió
de “urgencia” para ponerse al frente…de las cámaras y hacer politiquería
sobre la tragedia popular. El gobierno nacional lanzó su contracampaña
casi “festejando” porque Macri estaba en problemas, mientras aumentaba
el número de muertos y damnificados.
El temporal siguió su violento recorrido hacia La Plata y
alrededores, demostrando que el “aliado” de la coalición gubernamental,
Daniel Scioli, tiene a la provincia de Buenos Aires en condiciones
similares a la “derecha” macrista de la Capital. El intendente de La
Plata, el kirchnerista Pablo Bruera, mintió descaradamente informando
que había asistido a los evacuados la noche del 2 de abril cuando en
realidad todavía “descansaba”, como Macri, en Brasil.
Cristina Kirchner también consideró que había que hacer demagogia y
se fue hasta Tolosa a “recorrer los barrios” y recordarle a los
desamparados que habían perdido a sus familiares, que cuando ella era
chica le entró “agua en casa”. Los vecinos la increparon a los gritos.
La fortuna personal de la Presidenta asciende a 8,4 millones de dólares
con 28 propiedades. Cristina debió pasar rápido a hacer declaraciones en
la TV con promesas y más promesas. Pero su respuesta concreta, más que
la ayuda que nunca alcanza, es la convocatoria al Ejército y a la
Gendarmería a cumplir su rol de control para evitar desbordes sociales
frente a lo que llamó presencia de “caras extrañas”. El mismo Hugo
Moyano expresó su solidaridad. Sin embargo, viene coqueteando con la
posibilidad de armar una lista en Capital con Lavagna y Macri, o
apoyando a Scioli, los responsables políticos directos de este desastre.
Por la tarde llegaban las noticias de los primeros saqueos y en la
Capital comenzaron a escucharse cacerolazos y cortes de calle en los
barrios más afectados. Ya en la noche del 2 de abril se habían producido
saqueos y ocupaciones de vivienda en Villa Soldati. La noticia fue
rápidamente ocultada por todos los medios.
Crecimiento para pocos
En diez años de crecimiento récord, los que “la juntaron con pala”
fueron los grandes empresarios y banqueros, nacionales y extranjeros.
Miles de millones de dólares fueron a pagar la deuda externa a los
“buitres” mientras otros tantos se fugaron en concepto de remesas para
las casas matrices de las multinacionales y las mineras que contaminan
el medio ambiente y saquean nuestras riquezas. A confesión de parte,
relevo de pruebas: en esos 10 años de crecimiento, la infraestructura
del país es igual o peor que en los ’90, la década del “neoliberal”
Carlos Menem. En la Ciudad de Buenos Aires la urbanización anárquica, a
favor de la rápida ganancia capitalista, llevó a la pérdida de espacios
verdes. La construcción de megatorres redujo drásticamente las tierras
de absorción para lluvias y para darle mayores beneficios a las empresas
se eliminó el pulmón de manzana en esos edificios. La absorción natural
se redujo sensiblemente. Los cimientos de las megatorres actúan como
verdaderos diques de contención del desagote subterráneo natural.
Además, la pavimentación y repavimentación sucesivas de las calles, para
“reducir costos”, están por encima de la línea establecida para el
escurrimiento del agua. La Plata tiene los mismos problemas,
construcción descontrolada de edificios sin desagües pluviales acordes,
la ciudad “creció enormemente con la misma infraestructura de principios
del siglo veinte” (Clarín 4/4).
Mientras tanto se siguen destinando subsidios multimillonarios a las
privatizadas, como los Roggio o los Cirigliano, los responsables de
crímenes como los de Once. Pero hay más, al día siguiente del temporal
la Corte de apelaciones de Nueva York dio curso a la oferta que el
gobierno hizo a los bonistas especuladores. El Banco Central acaba de
sacar 2300 milllones de dólares para pagar deuda externa a los
organismos multilaterales. ¿Cuántas vidas podría haberse salvado si se
invertía en infraestructura? Para los empresarios y sus políticos
enriquecidos todo sigue igual en sus casas lujosas; para el pueblo
trabajador estos fenómenos “naturales” se convierten en una tragedia con
pérdida de vidas o de sus escasas pertenencias obtenidas con toda una
vida de trabajo. La respuesta para los damnificados es la regimentación
de las calles y la siempre exigua ayuda social y un saludo a la bandera
del nuevo papa argentino que llamó a “mantener la esperanza”.
Solidaridad de clase y una clase de solidaridad
Mientras las inundaciones mostraban por arriba la podredumbre de la
politiquería patronal, por abajo se desarrolló una enorme solidaridad.
Uno de los ejemplos más importantes fue protagonizado por los
trabajadores del subte, que pararon todas las líneas por la muerte de un
compañero que falleció electrocutado. Como denunció el delegado de la
línea B, Claudio Dellecarbonara: “El compañero murió por la negligencia y
la falta de interés de la empresa y los gobiernos”. Son cientos los
ejemplos de arrojo, de apoyo, que nacen en los barrios, en las fábricas,
en las escuelas, en todo el país, con los damnificados. La Argentina
obrera y popular demostró una vez más que la solidaridad de clase se
impuso para enfrentar la situación.
Para una situación extraordinaria, una solución extraordinaria
Los militantes del PTS estamos desde primera hora trabajando en la
ayuda y acompañamiento de las víctimas, colaborando para extender la
solidaridad obrera, estudiantil y popular. Hay que exigir a los
sindicatos, a los centros de estudiantes, a todas las organizaciones
obreras y populares, empezando por las CGTs y las CTAs, que se pongan a
disposición de los damnificados. La organización y distribución de la
solidaridad debe estar en manos de las organizaciones de trabajadores y
vecinos.
Ninguna represión contra los que reclaman respuestas a su precaria
situación. Que las patronales paguen los días no trabajados a los
trabajadores afectados y el Estado nacional, provincial y del gobierno
de la Ciudad indemnicen de inmediato y sin condiciones a las familias
golpeadas por el temporal, otorgando un subsidio para reparar las
pérdidas. Empresas como Kraft, Nestlé, Kimberley, P&G, cadenas de
supermercados como Carrefour, Coto, Jumbo, deberían estar entregando
alimentos, colchones, frazadas, agua mineral, pañales, para paliar las
necesidades. Y si estas empresas y cadenas de hipermercados no lo hacen
por “las buenas” hay que pelear para que se confisquen las mercancías
necesarias hasta resolver el drama que sufren las familias del pueblo.
Hay que implementar ya mismo un plan nacional de obras públicas
controlado por las organizaciones obreras para hacer los emprendimientos
que hicieran falta para prevenir estos desastres. Los recursos para
tomar estas medidas se podrían conseguir rápidamente. La plata debe
salir del no pago de la deuda externa e impuestos extraordinarios a los
grandes capitalistas. Hay que terminar con los monopolios inmobiliarios
que construyen anárquicamente guiados por su ganancia, sin tener en
cuenta la infraestructura necesaria para evitar estas catástrofes.
Contra todos estos políticos patronales que muestran su desprecio por
la vida obrera y popular, los trabajadores debemos desarrollar nuestra
propia alternativa política. Impulsar la construcción de una izquierda
de los trabajadores, partiendo de fortalecer el Frente de Izquierda, es
una necesidad que esta nueva catástrofe pone a la orden del día.