Por Bryan Brenes
Los cuatro años de gobierno de Laura Chinchilla han estado marcados por la retórica “nacionalista” en relación a Nicaragua: en la primera parte de su mandato prácticamente todo su “plan de gobierno” se centró en la “defensa” de la llamada Isla Calero, para posteriormente, en la etapa final de su administración, centrar su discurso en la “defensa” del conjunto de la provincia de Guanacaste que reclama el gobierno de Daniel Ortega como propia. Solo los abundantes escándalos de corrupción, relacionados con la Autopista San José-Caldera, los casos de ministros que no pagaban impuestos, así como el robo a mansalva durante los trabajos de construcción de la Trocha Fronteriza 1856 le pusieron límite a la retórica del equipo de gobierno, que claramente apostó a rivalizar con el vecino país del norte para encubrir sus negocios al amparo del Estado.
El significado y los alcances de las tensiones fronterizas
Las actuales tensiones fronterizas tienen un claro significado: la asociación política y económica de Nicaragua con la República Popular China para construir un Canal Interoceánico. Un canal que en principio atravesaría parte de la frontera con Costa Rica -el territorio que hoy se conoce como Isla Calero- pero que ahora se conectaría a través del Lago de Nicaragua, tocando parte de la Isla Portillo.
Los planes por construir el Canal han intensificado las pasiones “nacionalistas” en ambos lados de la frontera. En Nicaragua la conexión interoceánica puede significar el resurgir económico nacional, ya que una vía de comunicación de esas características rivalizaría con el Canal de Panamá, tanto en términos económicos (permitiría la circulación de grandes volúmenes de mercancías) como en el aspecto geopolítico. En este último plano, sería por ejemplo, más fácil ver circular barcos como el norcoreano Chong Gang recientemente confiscado con armas cubanas en Panamá, por el nuevo canal nicaragüense. El proyecto, que se enmarca dentro del derecho soberano de Nicaragua a disponer de su territorio, lamentablemente ha tomado el curso de un desarrollo desmesurado de la “pasión nacionalista”, en detrimento de las relaciones entre los trabajadores nicaragüenses y costarricenses.
Por otra parte en Costa Rica el proyecto de Canal nicaragüense es visto como una amenaza, no solo porque tocaría una parte del territorio nacional, sino porque de fondo se halla el padrinazgo político de los EE.UU., que son quienes más disputada sienten su hegemonía en el patio trasero, en este caso por China, que ha lanzado una verdadera ofensiva en cuanto a relaciones diplomáticas y comerciales. Aunque la señora Presidenta Chinchilla ha recibido millones de dólares del gobierno chino, a pesar de que financia a la policía con recursos chinos, que construirá nuevos tramos de carretera hasta la provincia de Limón provenientes del país asiático… pareciera no darse cuenta todavía que la campaña xenófoba y nacionalista contra Nicaragua la ubica como uno de los principales obstáculos que deberá sortear el país del norte y los empresarios chinos que construirán el Canal a través del lago nicaragüense.
Chovinismo y militarismo en Costa Rica
Si durante los primeros días del gobierno liberacionista la señora Presidenta colocó a los policías en condición casi que de héroes nacionales por defender la Isla Calero -al punto inclusive de pedir que se aprobara un impuesto especial en el Congreso para financiar a esa institución-, en la actualidad se busca no solo dotar de legitimidad a la policía por proteger la integridad del territorio costarricense, sino que hay distintos sectores militaristas que buscan formar escuadrones paramilitares para colocar en la zona fronteriza.
Este es el caso del ex Coronel José Fabio Pizarro, que ha llamado hasta a cuatro mil costarricenses a integrar la Patrulla 1856, con tal de aprender el manejo de las armas y defender a Costa Rica de la “invasión nicaragüense”.
Más allá de lo ridículo que suena un llamado a defender un país que se lo están robando a pedazos desde adentro, es posible que sectores desclasados así como desempleados puedan vincularse a la Patrulla, sobretodo apoyados en la xenofobia y el odio contra los nicaragüenses.
La salida de la Patrulla 1856 es una opción desesperada de un sector vinculado a la institucionalidad política costarricense, por eso no es casualidad que la Fuerza Pública y el MSP no haya pasado de expresar sus “reservas” y “preocupación” por el posible surgimiento de una fuerza política paramilitar de estas características. Es que esta “Patrulla” más allá de los fines reaccionarios inmediatos que cumpliría hacia afuera de las fronteras nacionales, los cumpliría tarde o temprano también hacia adentro, tanto contra los trabajadores nicaragüenses que se hallan en Costa Rica como contra los propios trabajadores costarricenses, especialmente de abrirse escenarios convulsivos de lucha de clases, sobretodo de reanimarse la crisis
económica del capitalismo.
Si los coroneles chovinistas hacen un llamado a miles de costarricenses para aprender el manejo de las armas con tal de defender la “patria”, los revolucionarios debemos también hacer un llamado a los miles de trabajadores, costarricenses y nicaragüenses para instruirlos en los fundamentos de la historia de nuestros pueblos y demostrarles quienes nos han robado nuestros países desde adentro.
Es que el enemigo principal, el que más daño nos hace lo tenemos dentro de las fronteras nacionales. En el caso de Costa Rica es el gobierno de la corrupción de Chinchilla, el gobierno que no es capaz ni de mantener decentes las calles y principales vías de comunicación, porque todos los recursos que aportan los trabajadores por medio de los impuestos se los roban. Nuestro enemigo son los gobernantes que están destruyendo la salud, la educación pública, que se la entregan al Banco Mundial. ¿De qué soberanía nos están hablando? Nuestro principal enemigo es el gobierno de los viajes en aviones de narcotraficantes, vinculado al tráfico de órganos, etc.
Los trotskistas no tenemos que defender ningún país hasta tanto no haberle arrebatado el poder a los empresarios y sus aliados y hasta tanto no haber construido un Estado obrero en base a la democracia directa de los trabajadores. Hasta tanto hacemos un llamado a los trabajadores, costarricenses, nicaragüenses y a la juventud a poner en pie un movimiento por la revolución social en Costa Rica, que sea parte de un gran movimiento por una internacional de la revolución socialista en todo el mundo hasta arrebatar el poder a la burguesía y al imperialismo, y acabar con los conflictos que provocan las fronteras nacionales.