domingo, 4 de agosto de 2013

Egipto: La brutal represión deja decenas de muertos en El Cairo

Por Diego Sacchi, FT-CI 


El último sábado El Cairo vivía una nueva jornada de movilizaciones exigiendo la libertad del depuesto presidente Morsi y contra el nuevo gobierno, desconociendo el ultimátum dado por el Ministro de Defensa y General del Ejército Al Sisi para que los partidarios de la Hermandad Musulmana se sumen al gobierno de transición y abandonen las calles. La respuesta del ejército y las fuerzas de seguridad a este desafío fue una brutal represión que culminó con una masacre cuando los uniformados dispararon contra los manifestantes. La avenida Nasser se transformó en un campo de batalla durante horas, con barricadas y fogatas, con decenas de muertos y centenares de heridos del lado de los manifestantes.

A la represión le siguieron nuevas provocaciones por parte de Al Sisi como vocero del nuevo gobierno, llamando terroristas a los manifestantes, denunciando un supuesto ataque contra las fuerzas militares. Este miércoles el gobierno mediante un decreto autorizó al ejército a reprimir los acampes de los manifestantes que apoyan a Morsi por considerarlos una amenaza a la “seguridad nacional”, esto se suma a los decretos de excepción que autorizan a las fuerzas armadas a detener civiles. Estos anuncios preparan nuevos días convulsivos.

El gobierno títere de un Ejército al servicio de los intereses imperialistas

El nuevo gobierno civil de transición surge como expresión de la usurpación por parte del Ejército a las masas que se movilizaron contra el gobierno de Morsi (ver La Verdad Obrera 529). El golpe del 3 de Julio que ponía fin al gobierno de la Hermandad Musulmana tuvo como fin evitar que la movilización de millones, cansados de las políticas de corte neoliberal y proimperialista al servicio de los intereses de los empresarios, tirara a Morsi.

El gobierno de transición que preside Mansour (presidente de la Corte Suprema) y cuenta con el apoyo de las principales figuras políticas opositoras como El Baradei, es una coalición de militares, políticos burgueses, organizaciones oportunistas surgidas de la movilización, entre ellos el movimiento Tamarod (“Rebelde”) y dirigentes de nuevos sindicatos (como el nuevo Ministro de Trabajo Abu Eita presidente de la Federación Egipcia de Sindicatos Independientes). Es un gobierno al servicio del Ejército que busca mantener intacto el aparato estatal de la dictadura de Mubarak conservar el rol de árbitro y el control de alrededor del 40% de la economía; mantener al país subordinado a Estados Unidos y los compromisos con el Estado de Israel.

La represión y un intento reaccionario para sacar a las masas de las calles

El golpe contra Morsi fue visto por los millones que se movilizaban como el cumplimiento de sus demandas y un paso para resolver sus reclamos, es por esto que amplios sectores depositan en el ejército las expectativas de que mejorará la situación que se ha ido degradando en los últimos años producto de la crisis económica y las políticas gubernamentales. Sobre estas expectativas busca apoyarse los militares para golpear mediante la represión a los sectores opositores.

La represión contra los manifestantes del día sábado no es solo un ataque contra los militantes de la HM, comienza a mostrar el intento del Ejército de resolver un importante problema: el de sacar de las calles a las masas movilizadas mediante la fuerza. La coalición que forma el nuevo gobierno civil viene siendo cómplices de este accionar, mediante los decretos como los que habilitan al ejército a arrestar civiles y coartar las libertades democráticas en nombre de la “seguridad nacional”.

El avance reaccionario del ejército contra los manifestantes de la Hermandad Musulmana, las acusaciones contra Morsi de “traición” a la seguridad nacional por haber tratado de escapar de las cárceles del dictador Mubarak con ayuda de Hamas, son la muestra del intento por parte de las cúpulas de las fuerzas armadas de criminalizar a los opositores. Hoy es la Hermandad Musulmana, mañana otras organizaciones, los sindicatos y los trabajadores movilizados.

La ofensiva del Ejército abre las puertas de una nueva crisis

Los llamados de Al Sisi a los sectores que apoyan al nuevo gobierno a movilizarse y la represión contra las manifestaciones opositoras son un intento de consolidar el actual gobierno, pero comienzan a poner la estabilidad del país pendiendo de un hilo. La Hermandad Musulmana que hasta hace menos de un mes era la principal socia de las fuerzas armadas ahora se ha lanzado a las calles viéndose apartada del gobierno. El paso a la oposición de esta fuerza es un cambio importante ya que, aunque en crisis luego de haber aplicado los planes neo liberales durante el gobierno de Morsi, es el principal movimiento político del islamismo egipcio.

El intento del ejército de aprovechar el momentáneo apoyo popular para avanzar en la represión a los opositores puede abrir una nueva crisis si se pasa de la relación de fuerzas. No es casualidad que sectores del nuevo gobierno como el vicepresidente El Baradei o el movimiento salafista Nur (islamista ultra ortodoxo) hayan repudiado “la violencia desmedida” y llamen al ejército a garantizar el diálogo. En el mismo tono se manifestaron los principales gobiernos europeos y el propio presidente Obama llamó a apresurar la transición y el llamado a nuevas elecciones. El mandatario norteamericano también realizo el pedido a dos viejos “halcones” republicanos (entre ellos John McCain) para que viajen a “colaborar” con las fuerzas armadas y el nuevo gobierno para avanzar en el “dialogo y la estabilidad”, una muestra más de la preocupación imperialista por la situación y la posibilidad de que los enfrentamiento profundicen la crisis en uno de los principales aliados de la región.

Los límites del ataque del nuevo gobierno

Este nuevo intento de desvío por parte del gobierno civil y los militares, cuenta con mucha menos legitimidad que el que se dio luego de la caída de Mubarak.

La crisis económica que continua golpeando a Egipto y, en el marco de la crisis capitalista, la decadencia de la economía dependiente de las importaciones empeora las condiciones de vida de las amplias masas; el desempleo pasó del 9% en 2010 al 13%. Al menos el 25 % de la población vive en la pobreza. El quite de subsidios al combustible y los bienes básicos como pedía el FMI fueron unos de los motores de la bronca contra Morsi y el plan del actual gobierno y el ejército es continuar esos planes.
Las expectativas generadas en las masas en que las fuerzas armadas pueden ser una salida a la crisis comienzan a chocar con la situación actual donde el ejército comienza a reprimir duramente. Sectores como el Movimiento 6 de Abril (uno de las principales organizaciones durante las movilizaciones contra Mubarak) o una minoría importante de dirigentes sindicales se comienzan a pronunciar contra los nuevos decretos represivos. Esto es producto de que los trabajadores, los jóvenes y las masas egipcias han hecho una experiencia extraordinaria de dos años y medio de luchas, en el marco de los procesos de la primavera árabe.

Esta situación demuestra que, hasta el momento, la clase dominante, el ejército y el imperialismo no han podido cerrar el proceso revolucionario abierto con la caída de Mubarak. Es necesario levantar una política independiente llamando a no confiar en las distintas variantes burguesas que hoy son parte del gobierno avala la represión, partiendo del rechazo a las persecuciones y asesinatos a la Hermandad Musulmana y otras organizaciones. En este camino, para que la clase obrera y la juventud explotada y oprimida impongan sus reivindicaciones, tienen que desarrollar sus propios organismos de autodeterminación y levantar un programa transitorio que una las reivindicaciones democráticas, sociales y antiimperialistas y abra el camino a la lucha por el poder obrero y popular.