Los primeros meses del año 2012 mostraron algunos elementos que apuntan hacia la posible apertura de una nueva situación política a nivel nacional, signada centralmentalmente por la división entre los partidos de los empresarios de un lado y la recomposición de las acciones de los trabajadores y distinto tipo de sectores empobrecidos de otro, lo que da a entender que existen importantes reservas para el desarrollo de nuevas luchas y un nuevo ciclo de lucha de clases a escala nacional.
Lo anterior se reflejó por ejemplo con los numerosos piquetes organizados por los sindicatos docentes del país en repudio del insuficiente aumento salarial de 5 mil colones para los trabajadores del sector público y contra el plan fiscal, las protestas de los vendedores ambulantes en contra de las medidas de la Sala Constitucional que les prohiben su derecho a ganarse la vida en las calles (ante un Estado que no les garantiza empleo digno), o en las acciones de los campesinos pobres de la comunidad de Medio Queso cercana a la frontera con Nicaragua donde desde el año pasado se vienen desarrollando intentos de ocupación de tierras por alrededor de 200 campesinos sin tierra.
Todas estas acciones se combinan con otras que tanto por su masividad como por la “novedad” en sus métodos merecen ser tratadas por aparte. Una de ellas es la importante huelga del 15 de febrero, sostenida por decenas de miles de docentes, trabajadores energéticos y de la salud; o la ocupación del Edificio de la Contraloría General de la República, protagonizada por más de 150 campesinos que exigían la tenencia y el uso de tierras en comunidades como Barra del Colorado, Isla Calero, Talamanca, Sixaola, Manzanillo, y otras.
Si la huelga del 15 de febrero fue importante (entre otras cosas por un acatamiento de más del 70% de docentes del país según el MEP), lo es también la magnitud de la movilización, cercana a 30 mil personas que desembocaron en la Casa Presidencial; lo que la convierte posiblemente en una de las más importantes desde la lucha contra el TLC en 2007.
En todo este contexto y a pesar de que aún no ha golpeado directamente la crisis capitalista internacional, se acelera aún más el desgaste del gobierno de Chinchilla: el PLN es presa de las pugnas internas alrededor de cuál plan de ajuste será más efectivo para descargar el peso del déficit fiscal sobre los hombros de los
asalariados… y como si fuera poco, aumenta la crisis entre los partidos de la Alianza por Costa Rica, sometida a múltiples presiones después de los acuerdos entre la jefatura del PAC (Ottón Solís) y el oficialismo en busca de aprobar los nuevos impuestos, lo que ha dividido también al partido de la “acción ciudadana”.
Lo importante de los elementos expuestos en cuanto a movilizaciones y acciones de protesta, así como respecto a la crisis de los distintos partidos de la burguesía, radica en que se viene acumulando desde hace meses una importante disposición a la lucha en el seno de los trabajadores; mientras se abren importantes brechas en las filas de la clase dominante que pueden y deben ser explotadas en todos sus extremos.
Desde la LRS creemos que es necesario impulsar las más grandes acciones de protesta posibles como las huelgas, las movilizaciones, así como los bloqueos de calles contra el gobierno de Chinchilla, que se dirijan a archivar el Plan Fiscal y derrotar cualquier variante de ajuste. Además de lo anterior es necesario defender y desarrollar todo cuanto sea posible las ocupaciones como la de la Contraloría o de tierras como la de Medio Queso, que lamentablemente en su nuevo capítulo hace unos días terminó en un violento desalojo policial.
En medio de este panorama, se impone también que toda empresa pública o privada que cierre, se declare morosa con la CCSS o despida trabajadores, sea ocupada y puesta bajo control obrero, como lo hicieron los trabajadores de cerámicas Zanón en Argentina durante la gran crisis de 2001 en ese país, o como ya han comenzado a hacerlo los trabajadores en Grecia ante los despidos o los ataques patronales.
Los revolucionarios de la LRS a la vez que llamamos a luchar con estos métodos y este programa para hacerle pagar la crisis a los capitalistas, redoblamos los esfuerzos por poner en pie una organización que esté a la altura de los grandes combates de clase que se avecinan y que avancen hacia la victoria, lo que creemos solo puede darse bajo las banderas del trotskismo, continuador del marxismo revolucionario como estandarte de los obreros y los pobres del mundo durante más de siglo y medio de grandes batallas en contra del capitalismo.