En el marco de la peor crisis capitalista mundial en 80 años, y con un ambiente caracterizado por los despidos masivos de trabajadores en las maquilas, la construcción, la industria; y la caída de las remesas, la inversión extranjera y las exportaciones en un país profundamente dependiente y vulnerable frente a la situación económica internacional; se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en El Salvador el 15 de marzo.
Estas elecciones se desarrollan en un contexto en el que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se ha convertido virtualmente en la principal fuerza política del país después de su contundente fortalecimiento en las pasadas elecciones de enero de 2009, frente a su principal rival el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Para los revolucionarios de la Liga de la Revolución Socialista (LRS) y la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI) es necesario hoy más que nunca prestarle atención a lo que pueda suceder en uno de los países caracterizados en la década de los ’70 por sus profundos procesos revolucionarios. Hoy más que nunca es urgente el combate contra la burguesía salvadoreña y el imperialismo desde una posición de independencia de clase e internacionalismo proletario, con una ubicación desde un programa socialista y revolucionario, que parta de las demandas más sentidas de los trabajadores y campesinos pobres contra el saqueo imperialista y la expoliación de los grandes empresarios y terratenientes frente a las elecciones en este país, que forje los cimientos de una estrategia revolucionaria sólida que pueda influir en los momentos decisivos que prepara la debacle capitalista, y dirigir a los trabajadores hacia la victoria; lo que solo puede lograrse manteniendo en lo más alto las banderas de la total independencia política y organizativa de la clase trabajadora tanto de las distintas variantes que ofrece la burguesía tradicional más proimperialista, así como de aquellas variantes de recambio que se postulen para seguir administrando el Estado burgués para los capitalistas.
Estas elecciones se desarrollan en un contexto en el que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se ha convertido virtualmente en la principal fuerza política del país después de su contundente fortalecimiento en las pasadas elecciones de enero de 2009, frente a su principal rival el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Para los revolucionarios de la Liga de la Revolución Socialista (LRS) y la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI) es necesario hoy más que nunca prestarle atención a lo que pueda suceder en uno de los países caracterizados en la década de los ’70 por sus profundos procesos revolucionarios. Hoy más que nunca es urgente el combate contra la burguesía salvadoreña y el imperialismo desde una posición de independencia de clase e internacionalismo proletario, con una ubicación desde un programa socialista y revolucionario, que parta de las demandas más sentidas de los trabajadores y campesinos pobres contra el saqueo imperialista y la expoliación de los grandes empresarios y terratenientes frente a las elecciones en este país, que forje los cimientos de una estrategia revolucionaria sólida que pueda influir en los momentos decisivos que prepara la debacle capitalista, y dirigir a los trabajadores hacia la victoria; lo que solo puede lograrse manteniendo en lo más alto las banderas de la total independencia política y organizativa de la clase trabajadora tanto de las distintas variantes que ofrece la burguesía tradicional más proimperialista, así como de aquellas variantes de recambio que se postulen para seguir administrando el Estado burgués para los capitalistas.
Las ilusiones de “cambio” de las masas salvadoreñas y su apoyo al FMLN
Al mismo tiempo que sigue profundizándose la crisis capitalista mundial, y la economía en todas partes del mundo comienza a penetrar en el campo de la recesión, Centroamérica y El Salvador avanzan en quedarse cada vez con menos márgenes en el plano económico para mantener la estabilidad necesaria para los negocios de los capitalistas. Esta región, que exporta de conjunto más del 50% de lo que produce hacia Estados Unidos y que recibe grandes volúmenes de capital extranjero, se prevé que sea violentamente golpeada por la crisis capitalista internacional que tiene epicentro en el país del norte. En el plano político el desgaste de los partidos tradicionales de la burguesía ha seguido profundizándose, y las opciones de recambio en las altas esferas de la institucionalidad burguesa salvadoreña se potencian como alternativas de gobierno, este es el caso del FMLN.
En un escenario signado por las dificultades excepcionales en Centroamérica, y con décadas de lento pero progresivo debilitamiento de ARENA como partido tradicional de la burguesía en El Salvador, el FMLN ha logrado ganar en enero 96 de 262 municipios, así como ha obtenido 35 diputaciones de 84 posibles en la Asamblea Legislativa. (www.fmln.org/ 1° de febrero de 2009). Estos resultados muestran que no es casualidad que precisamente en medio de la peor crisis que se avecina, haya pegado un salto el debilitamiento de los partidos más importantes de la burguesía, y en este caso particular del partido ARENA, fortaleciéndose a la vez una alternativa que como el FMLN usa la imagen de partido “de cambio”, obrero y “popular” que promete “gobernar para las mayorías”, para ganar así mayor caudal electoral.
De acuerdo con el semanario costarricense El Financiero “Los resultados de las elecciones de alcaldes y diputados del pasado 19 de enero en El Salvador dejaron a la izquierda como la principal fuerza política del país (…)” [1] (El Financiero N°706. P 28).
Es necesario recordar que luego de los reaccionarios acuerdos de paz firmados entre las burguesías centroamericanas y el imperialismo norteamericano en la década de los ’90 (que tenían como principal objetivo estrangular los procesos revolucionarios vividos en la región desde los años ’70 mediante la vía de la “reacción democrática”), el FMLN evolucionó de ser un grupo guerrillero que reivindicaba la “revolución” y la “liberación nacional”, a ser un aparato electoral que abiertamente se caracterizó por impulsar pequeñas “reformas”. Luego de la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec en 1992 –que fueron vistos como una “victoria democrática” por parte de la dirección del FMLN-, donde el otrora grupo guerrillero pactó con la burguesía su integración al régimen y a la institucionalidad burguesa, el FMLN experimentó un crecimiento lento pero firme en términos electorales -a pesar de algunas coyunturas cortas de debilitamiento-. Este fortalecimiento desde luego pegó un salto en las pasadas elecciones del 18 de enero, y Mauricio Funes Cartagena, candidato a Presidente por la antigua organización guerrillera se perfila en las encuestas como el posible ganador de las elecciones del próximo 15 de marzo.
En momentos donde el capitalismo atraviesa la peor crisis en décadas, la historia encuentra el FMLN profundamente adaptado y en los marcos de la institucionalidad impuesta y defendida naturalmente por la burguesía. Los tiempos actuales, que reactualizan la época de “crisis guerras y revoluciones”, hacen obligatorio responder a las siguientes preguntas: ¿en esencia qué es el FMLN? ¿Qué tipo de Estado e intereses de clase defiende este partido? Y más importante aún ¿qué política deben impulsar los revolucionarios en medio las elecciones en El Salvador?
Al mismo tiempo que sigue profundizándose la crisis capitalista mundial, y la economía en todas partes del mundo comienza a penetrar en el campo de la recesión, Centroamérica y El Salvador avanzan en quedarse cada vez con menos márgenes en el plano económico para mantener la estabilidad necesaria para los negocios de los capitalistas. Esta región, que exporta de conjunto más del 50% de lo que produce hacia Estados Unidos y que recibe grandes volúmenes de capital extranjero, se prevé que sea violentamente golpeada por la crisis capitalista internacional que tiene epicentro en el país del norte. En el plano político el desgaste de los partidos tradicionales de la burguesía ha seguido profundizándose, y las opciones de recambio en las altas esferas de la institucionalidad burguesa salvadoreña se potencian como alternativas de gobierno, este es el caso del FMLN.
En un escenario signado por las dificultades excepcionales en Centroamérica, y con décadas de lento pero progresivo debilitamiento de ARENA como partido tradicional de la burguesía en El Salvador, el FMLN ha logrado ganar en enero 96 de 262 municipios, así como ha obtenido 35 diputaciones de 84 posibles en la Asamblea Legislativa. (www.fmln.org/ 1° de febrero de 2009). Estos resultados muestran que no es casualidad que precisamente en medio de la peor crisis que se avecina, haya pegado un salto el debilitamiento de los partidos más importantes de la burguesía, y en este caso particular del partido ARENA, fortaleciéndose a la vez una alternativa que como el FMLN usa la imagen de partido “de cambio”, obrero y “popular” que promete “gobernar para las mayorías”, para ganar así mayor caudal electoral.
De acuerdo con el semanario costarricense El Financiero “Los resultados de las elecciones de alcaldes y diputados del pasado 19 de enero en El Salvador dejaron a la izquierda como la principal fuerza política del país (…)” [1] (El Financiero N°706. P 28).
Es necesario recordar que luego de los reaccionarios acuerdos de paz firmados entre las burguesías centroamericanas y el imperialismo norteamericano en la década de los ’90 (que tenían como principal objetivo estrangular los procesos revolucionarios vividos en la región desde los años ’70 mediante la vía de la “reacción democrática”), el FMLN evolucionó de ser un grupo guerrillero que reivindicaba la “revolución” y la “liberación nacional”, a ser un aparato electoral que abiertamente se caracterizó por impulsar pequeñas “reformas”. Luego de la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec en 1992 –que fueron vistos como una “victoria democrática” por parte de la dirección del FMLN-, donde el otrora grupo guerrillero pactó con la burguesía su integración al régimen y a la institucionalidad burguesa, el FMLN experimentó un crecimiento lento pero firme en términos electorales -a pesar de algunas coyunturas cortas de debilitamiento-. Este fortalecimiento desde luego pegó un salto en las pasadas elecciones del 18 de enero, y Mauricio Funes Cartagena, candidato a Presidente por la antigua organización guerrillera se perfila en las encuestas como el posible ganador de las elecciones del próximo 15 de marzo.
En momentos donde el capitalismo atraviesa la peor crisis en décadas, la historia encuentra el FMLN profundamente adaptado y en los marcos de la institucionalidad impuesta y defendida naturalmente por la burguesía. Los tiempos actuales, que reactualizan la época de “crisis guerras y revoluciones”, hacen obligatorio responder a las siguientes preguntas: ¿en esencia qué es el FMLN? ¿Qué tipo de Estado e intereses de clase defiende este partido? Y más importante aún ¿qué política deben impulsar los revolucionarios en medio las elecciones en El Salvador?
FMLN: ¿se podrá gobernar el Estado burgués “para las grandes mayorías” trabajadoras? El programa del FMLN: un programa para preservar el capitalismo salvadoreño
El FMLN nació a finales de los ’70 como consecuencia de la fusión de varias agrupaciones de “izquierda”. Aquella década estuvo marcada por la crisis económica internacional que desde finales de los ’60 había sido el resorte de importantes procesos de lucha de clases, como el “mayo francés” en 1968, el “otoño caliente italiano”, así como otros movimientos importantes en países semicoloniales como el “Cordobazo” en la Argentina apenas en 1969, lo que había marcado todo un período de ascenso revolucionario y lucha populares en América Latina y el mundo.
El FMLN pasó de ser un grupo guerrillero que reivindicaba formalmente “la revolución” Centroamericana, a ser un aparato electoral que redujo su lucha por reformas en el marco del capitalismo. Semejante derrotero del FMLN -que comenzó con la negociación de los “acuerdos de paz” y su posterior incorporación al régimen burgués-, es la consecuencia natural del fracaso de su estrategia guerrillera, como también lo demuestra con sus peculiaridades el FSLN en Nicaragua, donde terminó derrotado el proceso revolucionario nicaragüense y el FSLN totalmente adaptado al Estado burgués.
Esta involución del FMLN de “grupo guerrillero” a partido electoral, se refleja muy claramente en su programa político, que de alguna manera es la conclusión lógica de este proceso de transformación del FMLN en un pilar más del sistema capitalista salvadoreño. Veamos el programa.
El documento programático del FMLN, a pesar de hablar en el lenguaje de la “profundización de la democracia”, de la “democracia participativa”, de la igualdad y la distribución de riqueza, así como infinidad de flores y adornos más; no habla de lo fundamental: de la propiedad de los medios masivos de producción. Mientras para la dirección del FMLN la tenebrosa situación social y económica de atraso de El Salvador se debe “Al fracaso de las políticas neoliberales”, y a una “carga fiscal” “baja e injusta” para los ricos salvadoreños; lo que queda al descubierto con la crisis económica mundial es que no se trata únicamente del neoliberalismo, sino del conjunto del capitalismo como sistema. El FMLN da a entender que con un Estado Social de Derecho (¡burgués!), de defensa de la propiedad privada, y de continuidad del capitalismo, pero con buenos y pulcros administradores; es posible alcanzar la igualdad y la justicia.
Para quienes puedan tener una duda del tipo de Estado que defiende el FMLN y el tipo de propiedad que pretende preservar, basta con leer bien su plataforma programática. Según la dirección del FMLN una de las principales tareas de su gobierno será “la creación y mantenimiento de un clima de negocios favorable para la empresa privada de todos los tamaños” [2] Y continúan diciendo que “La nueva política garantizará un manejo macroeconómico responsable y sostenible que contribuya a la generación de un ambiente económico y social predecible y ordenado.” A pesar de los adornos y la intención embellecedora de los dirigentes “izquierdistas”, cualquier persona mínimamente apegada a la realidad sabe que no se puede “crear”, y mucho menos aún “mantener” un clima de negocios “favorable”, es decir, libre de huelgas, paros y acciones obreras de lucha; si no es defendiendo ferozmente a los capitalistas, y sobretodo amputando cualquier iniciativa independiente de los trabajadores para defender sus derechos. Esta es la única forma de mantener un “ambiente económico y social predecible y ordenado” [3], sobre la base de la explotación de la fuerza de trabajo ajena.
Es claro que el FMLN, con tal de garantizar su permanencia inamovible en las principales instituciones del Estado burgués, no luchará por expropiar a los sectores industriales actualmente en manos de grandes patronales transnacionales (especialmente en el sector textil), o de atacar la propiedad de los grandes terratenientes o banqueros; sino que su acción estará dirigida ante todo al aseguramiento de un clima “predecible y ordenado”. En momentos donde los despidos en las maquilas, la construcción y la industria de conjunto se cuentan por decenas de miles; al FMLN más que garantizar el pan, el trabajo y una existencia digna para todos los trabajadores y el pueblo pobre, le preocupa más el clima para los negocios que puedan tener los capitalistas salvadoreños y extranjeros.
Pero la estabilidad y el clima “ordenado” que necesitan el FMLN y los capitalistas, no se podrá garantizar únicamente por medio de los deseos, hace falta el cemento moral de la “unidad” y la “reconciliación nacional”, de manera que los trabajadores sean contenidos en los marcos de la institucionalidad burguesa y el “Estado Social de Derecho”. En este plano, el programa de gobierno avanza más cuando dice que su acción se va a encuadrar en “Democratizar el gobierno y demás instituciones del Estado, así como del conjunto de relaciones sociales y de poder en El Salvador” [4].
A diferencia de los planteos de los revolucionarios más prominentes del siglo XX, que planteaban la necesidad de destruir el Estado burgués, y construir un nuevo Estado –que se fuera extinguiendo paulatinamente- sobre la base de nuevas instituciones, el FMLN propone hacerle algunos parches al podrido régimen salvadoreño para hacerlo “más democrático” y “social”.
Y hay algunos elementos que el movimiento obrero y de masas salvadoreño deben prestarle mucha atención, especialmente a lo que tiene que ver con el fortalecimiento de las instituciones represivas. En su afán de mantener artificialmente la “estabilidad” y el “orden” en una etapa histórica donde lo que parece predominar a nivel mundial son las convulsiones, el FMLN plantea que para consolidar la “promoción de la convivencia social” es necesaria la “participación social”, y especialmente con el “fortalecimiento técnico, administrativo y humano de la Policía Nacional Civil”. (Prog. P. 86). Ante la carencia de bases económicas aceptables y sostenibles para garantizar el equilibrio del régimen burgués en tiempos de crisis, el FMLN deja ver que se prepara para sofocar las contradicciones de clase cuando tenga que hacerlo recurriendo a la policía nacional “civil”. Al parecer en estos dos pasajes el FMLN se propone abiertamente como una fuerza para preservar el capitalismo. A la burguesía en los actuales momentos, definidos por las complicaciones en todos los terrenos, se le dificulta enormemente contener el descontento de masas, en un país que como El Salvador, ya fue protagónico en los ’70 por la acción radicalizada de los trabajadores y los campesinos.
Como señalábamos en el reciente número de la Estrategia Internacional N°25 de la FT-CI: “La burguesía salvadoreña puede optar, ante el descontento de miles de trabajadores, por un recambio en las principales instituciones burguesas como la presidencia, colocando a algún personaje del FMLN [como Mauricio Funes] –completamente integrado al régimen burgués- como administrador de los negocios de los capitalistas” [5]. Esas notas, finalizaban planteando que “Aunque en la región puedan venir recambios en las instituciones burguesas al estilo de los que se dieron como vía de contención en los primeros años del siglo [XXI], los nuevos administradores de los Estados capitalistas no podrán garantizar ni el pan ni el trabajo” [6]. Esto lo decíamos porque en una época como la actual, donde queda al desnudo el rol reaccionario de la propiedad privada y la ruina de miles de trabajadores que quedan sin trabajo por los despidos que no tienen otra finalidad que proteger las ganancias de los patrones; no se puede resolver ni una sola de las principales demandas históricas de las masas trabajadoras, sino es atacando precisamente la propiedad privada.
Está probado hasta el cansancio que las fórmulas de capitalismo con “rostro humano”, y con rostro “social” no son más que utopías. En países como Venezuela, donde Hugo Chávez promociona el “socialismo del siglo XXI”… con empresarios una buena parte de los trabajadores continúan en la informalidad, y a pesar de los altísimos precios que alcanzó el petróleo en los últimos años existen graves problemas de vivienda y pobreza en el país de la 5° reserva mundial de petróleo; precisamente porque la propiedad de los medios de producción sigue estando bajo la tutela de unos cuantos parásitos, que se han mantenido o han nacido bajo el paraguas del “socialismo con empresarios” de Chávez. Aunque el programa del FMLN no menciona aspiración alguna de construir el socialismo, tal como lo hace Chávez de palabra; ponemos el caso de Venezuela como un ejemplo de que las masas trabajadoras del pueblo no pueden lograr resolver sus problemas mediante la preservación de la propiedad privada.
En Bolivia, la tierra en donde García Linera plantea un “capitalismo andino”, tampoco la defensa a muerte de la propiedad privada ha servido para liberar a este país de la miseria y la pobreza. Por eso no creemos que la misma fórmula utópica y de tinte populista vaya a funcionar en un país que como El Salvador, ni siquiera tiene las reservas petroleras o gasíferas de países como Venezuela y Bolivia respectivamente, que de alguna manera podrían ser utilizadas como base de contención, así como para dar algunas concesiones a las masas.
El programa de gobierno de “la principal fuerza política” actual de El Salvador se acerca a un programa socialdemócrata, y hay que decirlo abiertamente: no tiene un solo rasgo revolucionario.
Con algunos años de retardo, El Salvador podría estar a las puertas de un gobierno de contención claramente “preventivo”, apoyado en las instituciones naturales de la burguesía y en las organizaciones sociales y sindicales del pueblo que puedan respaldar al FMLN y a su dirección “popular”, de manera que se puedan neutralizar, al menos en parte; las tendencias más radicalizadas de las masas trabajadoras salvadoreñas en medio de la crisis capitalista mundial.
Es por todo esto que los revolucionarios no creemos que votar al FMLN sea una opción para los trabajadores, ya que el capitalismo salvadoreño únicamente permanecerá intacto con un gobierno del partido de Mauricio Funes. En ese sentido creemos que es un error reducir la lucha a desplazar del gobierno a una variante de proyecto capitalista simplemente por otra; sin más perspectiva estratégica, ya que precisamente el propio FMLN podría ser una de las cartas del capitalismo salvadoreño, y que pueda jugar un rol de contención frente a las masas ante un escenario internacional que promete ser turbulento.
Aunque millones de trabajadores y vastos sectores del pueblo salvadoreño se inclinen por un gobierno del FMLN, desde la FT-CI y la LRS nuestra obligación es alertar que un gobierno que se incline a preservar el capitalismo no podrá resolver los grandes problemas históricos de las masas. Ni la liberación nacional frente al imperialismo norteamericano (amo y señor de buena parte de la economía y la política nacionales), ni la liberación de los trabajadores frente a sus patrones será posible con el programa de reformas del partido de Mauricio Funes.
Por eso la perspectiva no debe ser esperar cambios evolutivos en los personales administrativos de las instituciones burguesas, sino que la perspectiva debe ser la de preparar consciente y pacientemente la revolución socialista, que una a obreros, campesinos y pueblo pobre en un solo movimiento; unificado a través de órganos democráticos de masas –de tipo soviético- en donde los trabajadores puedan ejercer directamente el poder, diluyendo a las parasitarias instituciones burguesas salvadoreñas que como la Asamblea Legislativa o la Presidencia, han servido únicamente para aprobar los planes del imperialismo.
El FMLN nació a finales de los ’70 como consecuencia de la fusión de varias agrupaciones de “izquierda”. Aquella década estuvo marcada por la crisis económica internacional que desde finales de los ’60 había sido el resorte de importantes procesos de lucha de clases, como el “mayo francés” en 1968, el “otoño caliente italiano”, así como otros movimientos importantes en países semicoloniales como el “Cordobazo” en la Argentina apenas en 1969, lo que había marcado todo un período de ascenso revolucionario y lucha populares en América Latina y el mundo.
El FMLN pasó de ser un grupo guerrillero que reivindicaba formalmente “la revolución” Centroamericana, a ser un aparato electoral que redujo su lucha por reformas en el marco del capitalismo. Semejante derrotero del FMLN -que comenzó con la negociación de los “acuerdos de paz” y su posterior incorporación al régimen burgués-, es la consecuencia natural del fracaso de su estrategia guerrillera, como también lo demuestra con sus peculiaridades el FSLN en Nicaragua, donde terminó derrotado el proceso revolucionario nicaragüense y el FSLN totalmente adaptado al Estado burgués.
Esta involución del FMLN de “grupo guerrillero” a partido electoral, se refleja muy claramente en su programa político, que de alguna manera es la conclusión lógica de este proceso de transformación del FMLN en un pilar más del sistema capitalista salvadoreño. Veamos el programa.
El documento programático del FMLN, a pesar de hablar en el lenguaje de la “profundización de la democracia”, de la “democracia participativa”, de la igualdad y la distribución de riqueza, así como infinidad de flores y adornos más; no habla de lo fundamental: de la propiedad de los medios masivos de producción. Mientras para la dirección del FMLN la tenebrosa situación social y económica de atraso de El Salvador se debe “Al fracaso de las políticas neoliberales”, y a una “carga fiscal” “baja e injusta” para los ricos salvadoreños; lo que queda al descubierto con la crisis económica mundial es que no se trata únicamente del neoliberalismo, sino del conjunto del capitalismo como sistema. El FMLN da a entender que con un Estado Social de Derecho (¡burgués!), de defensa de la propiedad privada, y de continuidad del capitalismo, pero con buenos y pulcros administradores; es posible alcanzar la igualdad y la justicia.
Para quienes puedan tener una duda del tipo de Estado que defiende el FMLN y el tipo de propiedad que pretende preservar, basta con leer bien su plataforma programática. Según la dirección del FMLN una de las principales tareas de su gobierno será “la creación y mantenimiento de un clima de negocios favorable para la empresa privada de todos los tamaños” [2] Y continúan diciendo que “La nueva política garantizará un manejo macroeconómico responsable y sostenible que contribuya a la generación de un ambiente económico y social predecible y ordenado.” A pesar de los adornos y la intención embellecedora de los dirigentes “izquierdistas”, cualquier persona mínimamente apegada a la realidad sabe que no se puede “crear”, y mucho menos aún “mantener” un clima de negocios “favorable”, es decir, libre de huelgas, paros y acciones obreras de lucha; si no es defendiendo ferozmente a los capitalistas, y sobretodo amputando cualquier iniciativa independiente de los trabajadores para defender sus derechos. Esta es la única forma de mantener un “ambiente económico y social predecible y ordenado” [3], sobre la base de la explotación de la fuerza de trabajo ajena.
Es claro que el FMLN, con tal de garantizar su permanencia inamovible en las principales instituciones del Estado burgués, no luchará por expropiar a los sectores industriales actualmente en manos de grandes patronales transnacionales (especialmente en el sector textil), o de atacar la propiedad de los grandes terratenientes o banqueros; sino que su acción estará dirigida ante todo al aseguramiento de un clima “predecible y ordenado”. En momentos donde los despidos en las maquilas, la construcción y la industria de conjunto se cuentan por decenas de miles; al FMLN más que garantizar el pan, el trabajo y una existencia digna para todos los trabajadores y el pueblo pobre, le preocupa más el clima para los negocios que puedan tener los capitalistas salvadoreños y extranjeros.
Pero la estabilidad y el clima “ordenado” que necesitan el FMLN y los capitalistas, no se podrá garantizar únicamente por medio de los deseos, hace falta el cemento moral de la “unidad” y la “reconciliación nacional”, de manera que los trabajadores sean contenidos en los marcos de la institucionalidad burguesa y el “Estado Social de Derecho”. En este plano, el programa de gobierno avanza más cuando dice que su acción se va a encuadrar en “Democratizar el gobierno y demás instituciones del Estado, así como del conjunto de relaciones sociales y de poder en El Salvador” [4].
A diferencia de los planteos de los revolucionarios más prominentes del siglo XX, que planteaban la necesidad de destruir el Estado burgués, y construir un nuevo Estado –que se fuera extinguiendo paulatinamente- sobre la base de nuevas instituciones, el FMLN propone hacerle algunos parches al podrido régimen salvadoreño para hacerlo “más democrático” y “social”.
Y hay algunos elementos que el movimiento obrero y de masas salvadoreño deben prestarle mucha atención, especialmente a lo que tiene que ver con el fortalecimiento de las instituciones represivas. En su afán de mantener artificialmente la “estabilidad” y el “orden” en una etapa histórica donde lo que parece predominar a nivel mundial son las convulsiones, el FMLN plantea que para consolidar la “promoción de la convivencia social” es necesaria la “participación social”, y especialmente con el “fortalecimiento técnico, administrativo y humano de la Policía Nacional Civil”. (Prog. P. 86). Ante la carencia de bases económicas aceptables y sostenibles para garantizar el equilibrio del régimen burgués en tiempos de crisis, el FMLN deja ver que se prepara para sofocar las contradicciones de clase cuando tenga que hacerlo recurriendo a la policía nacional “civil”. Al parecer en estos dos pasajes el FMLN se propone abiertamente como una fuerza para preservar el capitalismo. A la burguesía en los actuales momentos, definidos por las complicaciones en todos los terrenos, se le dificulta enormemente contener el descontento de masas, en un país que como El Salvador, ya fue protagónico en los ’70 por la acción radicalizada de los trabajadores y los campesinos.
Como señalábamos en el reciente número de la Estrategia Internacional N°25 de la FT-CI: “La burguesía salvadoreña puede optar, ante el descontento de miles de trabajadores, por un recambio en las principales instituciones burguesas como la presidencia, colocando a algún personaje del FMLN [como Mauricio Funes] –completamente integrado al régimen burgués- como administrador de los negocios de los capitalistas” [5]. Esas notas, finalizaban planteando que “Aunque en la región puedan venir recambios en las instituciones burguesas al estilo de los que se dieron como vía de contención en los primeros años del siglo [XXI], los nuevos administradores de los Estados capitalistas no podrán garantizar ni el pan ni el trabajo” [6]. Esto lo decíamos porque en una época como la actual, donde queda al desnudo el rol reaccionario de la propiedad privada y la ruina de miles de trabajadores que quedan sin trabajo por los despidos que no tienen otra finalidad que proteger las ganancias de los patrones; no se puede resolver ni una sola de las principales demandas históricas de las masas trabajadoras, sino es atacando precisamente la propiedad privada.
Está probado hasta el cansancio que las fórmulas de capitalismo con “rostro humano”, y con rostro “social” no son más que utopías. En países como Venezuela, donde Hugo Chávez promociona el “socialismo del siglo XXI”… con empresarios una buena parte de los trabajadores continúan en la informalidad, y a pesar de los altísimos precios que alcanzó el petróleo en los últimos años existen graves problemas de vivienda y pobreza en el país de la 5° reserva mundial de petróleo; precisamente porque la propiedad de los medios de producción sigue estando bajo la tutela de unos cuantos parásitos, que se han mantenido o han nacido bajo el paraguas del “socialismo con empresarios” de Chávez. Aunque el programa del FMLN no menciona aspiración alguna de construir el socialismo, tal como lo hace Chávez de palabra; ponemos el caso de Venezuela como un ejemplo de que las masas trabajadoras del pueblo no pueden lograr resolver sus problemas mediante la preservación de la propiedad privada.
En Bolivia, la tierra en donde García Linera plantea un “capitalismo andino”, tampoco la defensa a muerte de la propiedad privada ha servido para liberar a este país de la miseria y la pobreza. Por eso no creemos que la misma fórmula utópica y de tinte populista vaya a funcionar en un país que como El Salvador, ni siquiera tiene las reservas petroleras o gasíferas de países como Venezuela y Bolivia respectivamente, que de alguna manera podrían ser utilizadas como base de contención, así como para dar algunas concesiones a las masas.
El programa de gobierno de “la principal fuerza política” actual de El Salvador se acerca a un programa socialdemócrata, y hay que decirlo abiertamente: no tiene un solo rasgo revolucionario.
Con algunos años de retardo, El Salvador podría estar a las puertas de un gobierno de contención claramente “preventivo”, apoyado en las instituciones naturales de la burguesía y en las organizaciones sociales y sindicales del pueblo que puedan respaldar al FMLN y a su dirección “popular”, de manera que se puedan neutralizar, al menos en parte; las tendencias más radicalizadas de las masas trabajadoras salvadoreñas en medio de la crisis capitalista mundial.
Es por todo esto que los revolucionarios no creemos que votar al FMLN sea una opción para los trabajadores, ya que el capitalismo salvadoreño únicamente permanecerá intacto con un gobierno del partido de Mauricio Funes. En ese sentido creemos que es un error reducir la lucha a desplazar del gobierno a una variante de proyecto capitalista simplemente por otra; sin más perspectiva estratégica, ya que precisamente el propio FMLN podría ser una de las cartas del capitalismo salvadoreño, y que pueda jugar un rol de contención frente a las masas ante un escenario internacional que promete ser turbulento.
Aunque millones de trabajadores y vastos sectores del pueblo salvadoreño se inclinen por un gobierno del FMLN, desde la FT-CI y la LRS nuestra obligación es alertar que un gobierno que se incline a preservar el capitalismo no podrá resolver los grandes problemas históricos de las masas. Ni la liberación nacional frente al imperialismo norteamericano (amo y señor de buena parte de la economía y la política nacionales), ni la liberación de los trabajadores frente a sus patrones será posible con el programa de reformas del partido de Mauricio Funes.
Por eso la perspectiva no debe ser esperar cambios evolutivos en los personales administrativos de las instituciones burguesas, sino que la perspectiva debe ser la de preparar consciente y pacientemente la revolución socialista, que una a obreros, campesinos y pueblo pobre en un solo movimiento; unificado a través de órganos democráticos de masas –de tipo soviético- en donde los trabajadores puedan ejercer directamente el poder, diluyendo a las parasitarias instituciones burguesas salvadoreñas que como la Asamblea Legislativa o la Presidencia, han servido únicamente para aprobar los planes del imperialismo.
Frente a las distintas variantes de gobierno capitalista: La principal tarea de los revolucionarios es defender la independencia de clase. Una discusión necesaria con el “trotskismo” centroamericano.
Antes del desarrollo de grandes convulsiones o combates en la palestra centroamericana, las elecciones salvadoreñas han sido de alguna manera un examen de prueba para estrategias y principios; y evidentemente algunos grupos y corrientes reprobaron.
Quienes llaman a votar a favor del FMLN, apoyándose en la realidad indiscutible de que este partido se ha convertido en una “alternativa real de gobierno”, así como en que existen enormes ilusiones provenientes de las masas desposeídas; cometen un error al llamar a votar por un partido que se ha adaptado completamente a la institucionalidad burguesa y que gobernará el Estado para los capitalistas. Hay al menos tres agrupamientos, o “corrientes internacionales” que se han alineado con la desastrosa posición del llamado a votar por el FMLN, este es el caso de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT), el Socialista Centroamericano (SOCA), y la corriente política el Militante (CMI), que valga decir, es la que ha llegado más lejos en sus capitulaciones.
Aunque los compañeros del Movimiento Socialista de Trabajadores y Campesinos (MSTC) –sección “oficial” de la LIT- en El Salvador alertan correctamente que “las señales provenientes del FMLN hacen pensar que los anhelados cambios, más urgentes cuanto más se agravan los efectos de la crisis capitalista a nivel mundial, probablemente no se realizarán”, y que “Las posiciones expuestas ante temas claves para el nivel de vida de las masas, tales como la dolarización, el papel del estado ante la gran empresa privada, los tratados de libre comercio –especialmente el CAFTA- y sobre todo la deuda externa, apuntan a que en los aspectos principales de la economía, las políticas de un gobierno del FMLN no diferirían mucho de las de ARENA…” [7], los compañeros acaban su Declaración señalando ambiguamente que “las masas tienen el derecho legítimo de luchar por sacar a ARENA del gobierno, ya que esto significaría una dura derrota al proyecto que la burguesía nacional y el imperialismo estadounidense han venido desarrollando impunemente durante ya dos décadas” [8]. Es decir, en la lógica etapista del MSTC lo que importa es únicamente sustituir a un gobierno capitalista por otro, más allá de que el FMLN prometa defender “el Estado” burgués y el conjunto de la propiedad y la “iniciativa privada” para garantizarle el “orden” y un ambiente “previsible” a los negocios de los capitalistas. Los revolucionarios debemos ser muy tajantes: aunque acompañamos a las masas en todo momento, tenemos nuestro derecho a estar en minoría y a diferir de lo que consideramos contrario a la liberación de los trabajadores, por eso, toda política seria que se apoye sobre una estrategia socialista y revolucionaria, impone como primer paso mantener la total independencia política y organizativa de las distintas variantes de proyecto capitalista, y no darle ningún tipo de apoyo al FMLN. El MSTC inocentemente dice que las masas “tienen derecho legítimo de luchar por sacar a ARENA del gobierno” –en lo que estamos totalmente de acuerdo-, pero no dicen que no se puede expulsar a los capitalistas del poder por medio de la vía electoral, colocándose más bien a la retaguardia de las masas salvadoreñas, que con sus ilusiones y deseos de vivir mejor, ahora ven en el FMLN una alternativa para cambiar sus existencias. Gran favor le hace el MSTC a la revolución socialista: en vez de ayudar a las masas a superar sus ilusiones y avanzar hacia una conciencia socialista, se coloca a la retaguardia de estas, posiblemente dejando para otra “etapa” -indefinida en el tiempo- la lucha por el socialismo. Los compañeros del Partido Revolucionario de los Trabajadores salvadoreño (PRT, “sección” simpatizante de la LIT), en conjunto con otros tres grupos del istmo, aunque no en el mismo tono ambiguo del MSTC han dicho: “¡llamamos al voto crítico a favor del FMLN!”, y en una lógica frente populista fascinante plantean la fórmula de un “gobierno del FMLN que incluya las organizaciones obreras, campesinas y populares, sin la participación de burgueses” [9]. Este posicionamiento, aunque se escuda en que es “crítico” -lo que poco le importa a los sectores de masas salvadoreñas para superar sus ilusiones en el FMLN-, es una completa capitulación al FMLN como pilar fundamental del régimen burgués de este país. En realidad el voto crítico al FMLN es un voto “crítico” a favor de la continuidad del capitalismo, ya que este sistema es el que defenderá el partido de Funes, buscando neutralizar las tendencias más radicalizadas de los trabajadores y el pueblo.
En esta trágica lista de posiciones políticas tiene un lugar especial el Bloque Popular Juvenil (BPJ), “voz marxista” del FMLN y sección salvadoreña de la corriente internacional El Militante (CMI). Estos caballeros, acostumbrados ya a capitular frente a toda nueva moda reformista que pueda surgir, avanzan aún más lejos que el PRT y el MSTC (aunque parezca difícil!), y además de llamar a votar por el FMLN declaran luchar “Por un FMLN auténticamente socialista y revolucionario” [10]. Es decir, una política para el delirio: mientras llaman a los trabajadores a votar por la continuidad de los gobiernos capitalistas, le hacen creer a las masas trabajadoras y del pueblo pobre salvadoreño que el FMLN es “su” partido, y todavía peor que se puede reformar. Entendemos que los compañeros de Militante en los últimos años, superlativizando la táctica del entrismo tranformándola en estrategia permanente de construcción partidaria (¡que por lo demás no le ha servido para nada!); han llegado a capitular a una decena de direcciones burocráticas y pequeño burguesas a nivel internacional, pero extremos como el de su “táctica” entrista al PRD mexicano, al PSUV de Chávez, o al FMLN; direcciones abiertamente burguesas en unos casos, o en otros –como el FMLN- en su fase de cristalización como partido burgués, sí constituye un caso escandaloso. Ser revolucionario no es nada fácil, exige saber estar en minoría y saber estar también en la oposición; especialmente cuando los trabajadores aún no han asimilado nuestro programa y nuestra estrategia, precisamente por eso, el partido revolucionario no se construye de la noche a la mañana o tomando caminos cortos, que de manera artificial y antidialéctica nos lleven a construir un partido revolucionario.
El hecho de que sean pequeños grupos sin menor influencia sobre las principales tendencias de la realidad, no justifica los “atajos” para la construcción política que vienen tomando los compañeros de la LIT, el SOCA o la CMI. Están equivocados los compañeros en su lógica de que “la tarea más importante, por el momento” [11] es sacar a ARENA del Estado burgués para continuar con otro gobierno ajeno a los intereses de los trabajadores: esta forma de plantear la política se acerca más a la teoría de la “revolución democrática” de Nahuel Moreno, que a la estrategia de revolución proletaria de León Trotsky. Los revolucionarios de la FT, creemos que hay que expulsar a ARENA del gobierno y del Estado, pero con una estrategia de independencia política frente al proyecto de capitalismo con rostro humano del FMLN.
Como explicamos arriba, en Venezuela Hugo Chávez (¡en 10 años, y con los últimos años de altísimos precios del petróleo!) no ha terminado con la pobreza y la precarización laboral. Peor aún, se ha llegado al extremo de reprimir ferozmente a los obreros que luchan contra la tercerización y los despidos, como acaba de ocurrir en la planta de la multinacional Mitsubishi, ¡donde murieron dos obreros ante un intento de desalojo policial ordenado por el gobernador chavista! Las “nacionalizaciones”, han sido en realidad reordenamientos de contratos Estado/capital privado-; en Brasil Lula sigue gobernando para los capitalistas, y más bien ha privatizado todo lo que no pudo privatizar Fernando Enrique Cardoso durante el gobierno de “derecha” anterior (¡hasta el Amazonas!); en Bolivia la “Agenda de Octubre” sigue sin ser satisfecha; y en Nicaragua, donde gobierna el FSLN de Ortega sigue vigente el TLC con los Estados Unidos (votado por el mismo FSLN en el Parlamento) y todos los pactos de pillaje logrados con los distintos imperialismos, la propiedad capitalista sigue intacta, y Ortega sigue en consecuencia garantizando la explotación de la burguesía sobre los trabajadores, siendo este partido (FSLN) un pilar fundamental para la preservación del capitalismo nicaraguense.
Llamamos a los compañeros de la LIT y el SOCA a reflexionar, ya que en Venezuela y otras partes de Latinoamérica donde existen gobiernos “progresistas” y “antineoliberales” ni los trabajadores ni los campesinos pobres han visto resolverse una sola de sus demandas históricas fundamentales. Los compañeros de estas organizaciones, de mantener estas posiciones, le harían un pobre favor a la clase trabajadora, y quedan atados de pies y manos cuando después de haber llamado a votar –aunque sea “críticamente”- por la continuidad del capitalismo; el FMLN en unidad con ARENA y los distintos partidos burgueses ataquen a los trabajadores, permitiendo los despidos y los recortes salariales en las maquilas, en la industria, la construcción, y todas aquellas empresas que siguen estando bajo el poder de la “iniciativa privada”.
Llamamos a los compañeros del MSTC, con los que coincidimos en su valoración del programa del FMLN, así como con su caracterización de que este partido no resolverá nada; a tomar una posición consecuente frente a los distintos proyectos de gobierno capitalista. Hacemos extensivo este llamado a los demás grupos.
Antes del desarrollo de grandes convulsiones o combates en la palestra centroamericana, las elecciones salvadoreñas han sido de alguna manera un examen de prueba para estrategias y principios; y evidentemente algunos grupos y corrientes reprobaron.
Quienes llaman a votar a favor del FMLN, apoyándose en la realidad indiscutible de que este partido se ha convertido en una “alternativa real de gobierno”, así como en que existen enormes ilusiones provenientes de las masas desposeídas; cometen un error al llamar a votar por un partido que se ha adaptado completamente a la institucionalidad burguesa y que gobernará el Estado para los capitalistas. Hay al menos tres agrupamientos, o “corrientes internacionales” que se han alineado con la desastrosa posición del llamado a votar por el FMLN, este es el caso de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT), el Socialista Centroamericano (SOCA), y la corriente política el Militante (CMI), que valga decir, es la que ha llegado más lejos en sus capitulaciones.
Aunque los compañeros del Movimiento Socialista de Trabajadores y Campesinos (MSTC) –sección “oficial” de la LIT- en El Salvador alertan correctamente que “las señales provenientes del FMLN hacen pensar que los anhelados cambios, más urgentes cuanto más se agravan los efectos de la crisis capitalista a nivel mundial, probablemente no se realizarán”, y que “Las posiciones expuestas ante temas claves para el nivel de vida de las masas, tales como la dolarización, el papel del estado ante la gran empresa privada, los tratados de libre comercio –especialmente el CAFTA- y sobre todo la deuda externa, apuntan a que en los aspectos principales de la economía, las políticas de un gobierno del FMLN no diferirían mucho de las de ARENA…” [7], los compañeros acaban su Declaración señalando ambiguamente que “las masas tienen el derecho legítimo de luchar por sacar a ARENA del gobierno, ya que esto significaría una dura derrota al proyecto que la burguesía nacional y el imperialismo estadounidense han venido desarrollando impunemente durante ya dos décadas” [8]. Es decir, en la lógica etapista del MSTC lo que importa es únicamente sustituir a un gobierno capitalista por otro, más allá de que el FMLN prometa defender “el Estado” burgués y el conjunto de la propiedad y la “iniciativa privada” para garantizarle el “orden” y un ambiente “previsible” a los negocios de los capitalistas. Los revolucionarios debemos ser muy tajantes: aunque acompañamos a las masas en todo momento, tenemos nuestro derecho a estar en minoría y a diferir de lo que consideramos contrario a la liberación de los trabajadores, por eso, toda política seria que se apoye sobre una estrategia socialista y revolucionaria, impone como primer paso mantener la total independencia política y organizativa de las distintas variantes de proyecto capitalista, y no darle ningún tipo de apoyo al FMLN. El MSTC inocentemente dice que las masas “tienen derecho legítimo de luchar por sacar a ARENA del gobierno” –en lo que estamos totalmente de acuerdo-, pero no dicen que no se puede expulsar a los capitalistas del poder por medio de la vía electoral, colocándose más bien a la retaguardia de las masas salvadoreñas, que con sus ilusiones y deseos de vivir mejor, ahora ven en el FMLN una alternativa para cambiar sus existencias. Gran favor le hace el MSTC a la revolución socialista: en vez de ayudar a las masas a superar sus ilusiones y avanzar hacia una conciencia socialista, se coloca a la retaguardia de estas, posiblemente dejando para otra “etapa” -indefinida en el tiempo- la lucha por el socialismo. Los compañeros del Partido Revolucionario de los Trabajadores salvadoreño (PRT, “sección” simpatizante de la LIT), en conjunto con otros tres grupos del istmo, aunque no en el mismo tono ambiguo del MSTC han dicho: “¡llamamos al voto crítico a favor del FMLN!”, y en una lógica frente populista fascinante plantean la fórmula de un “gobierno del FMLN que incluya las organizaciones obreras, campesinas y populares, sin la participación de burgueses” [9]. Este posicionamiento, aunque se escuda en que es “crítico” -lo que poco le importa a los sectores de masas salvadoreñas para superar sus ilusiones en el FMLN-, es una completa capitulación al FMLN como pilar fundamental del régimen burgués de este país. En realidad el voto crítico al FMLN es un voto “crítico” a favor de la continuidad del capitalismo, ya que este sistema es el que defenderá el partido de Funes, buscando neutralizar las tendencias más radicalizadas de los trabajadores y el pueblo.
En esta trágica lista de posiciones políticas tiene un lugar especial el Bloque Popular Juvenil (BPJ), “voz marxista” del FMLN y sección salvadoreña de la corriente internacional El Militante (CMI). Estos caballeros, acostumbrados ya a capitular frente a toda nueva moda reformista que pueda surgir, avanzan aún más lejos que el PRT y el MSTC (aunque parezca difícil!), y además de llamar a votar por el FMLN declaran luchar “Por un FMLN auténticamente socialista y revolucionario” [10]. Es decir, una política para el delirio: mientras llaman a los trabajadores a votar por la continuidad de los gobiernos capitalistas, le hacen creer a las masas trabajadoras y del pueblo pobre salvadoreño que el FMLN es “su” partido, y todavía peor que se puede reformar. Entendemos que los compañeros de Militante en los últimos años, superlativizando la táctica del entrismo tranformándola en estrategia permanente de construcción partidaria (¡que por lo demás no le ha servido para nada!); han llegado a capitular a una decena de direcciones burocráticas y pequeño burguesas a nivel internacional, pero extremos como el de su “táctica” entrista al PRD mexicano, al PSUV de Chávez, o al FMLN; direcciones abiertamente burguesas en unos casos, o en otros –como el FMLN- en su fase de cristalización como partido burgués, sí constituye un caso escandaloso. Ser revolucionario no es nada fácil, exige saber estar en minoría y saber estar también en la oposición; especialmente cuando los trabajadores aún no han asimilado nuestro programa y nuestra estrategia, precisamente por eso, el partido revolucionario no se construye de la noche a la mañana o tomando caminos cortos, que de manera artificial y antidialéctica nos lleven a construir un partido revolucionario.
El hecho de que sean pequeños grupos sin menor influencia sobre las principales tendencias de la realidad, no justifica los “atajos” para la construcción política que vienen tomando los compañeros de la LIT, el SOCA o la CMI. Están equivocados los compañeros en su lógica de que “la tarea más importante, por el momento” [11] es sacar a ARENA del Estado burgués para continuar con otro gobierno ajeno a los intereses de los trabajadores: esta forma de plantear la política se acerca más a la teoría de la “revolución democrática” de Nahuel Moreno, que a la estrategia de revolución proletaria de León Trotsky. Los revolucionarios de la FT, creemos que hay que expulsar a ARENA del gobierno y del Estado, pero con una estrategia de independencia política frente al proyecto de capitalismo con rostro humano del FMLN.
Como explicamos arriba, en Venezuela Hugo Chávez (¡en 10 años, y con los últimos años de altísimos precios del petróleo!) no ha terminado con la pobreza y la precarización laboral. Peor aún, se ha llegado al extremo de reprimir ferozmente a los obreros que luchan contra la tercerización y los despidos, como acaba de ocurrir en la planta de la multinacional Mitsubishi, ¡donde murieron dos obreros ante un intento de desalojo policial ordenado por el gobernador chavista! Las “nacionalizaciones”, han sido en realidad reordenamientos de contratos Estado/capital privado-; en Brasil Lula sigue gobernando para los capitalistas, y más bien ha privatizado todo lo que no pudo privatizar Fernando Enrique Cardoso durante el gobierno de “derecha” anterior (¡hasta el Amazonas!); en Bolivia la “Agenda de Octubre” sigue sin ser satisfecha; y en Nicaragua, donde gobierna el FSLN de Ortega sigue vigente el TLC con los Estados Unidos (votado por el mismo FSLN en el Parlamento) y todos los pactos de pillaje logrados con los distintos imperialismos, la propiedad capitalista sigue intacta, y Ortega sigue en consecuencia garantizando la explotación de la burguesía sobre los trabajadores, siendo este partido (FSLN) un pilar fundamental para la preservación del capitalismo nicaraguense.
Llamamos a los compañeros de la LIT y el SOCA a reflexionar, ya que en Venezuela y otras partes de Latinoamérica donde existen gobiernos “progresistas” y “antineoliberales” ni los trabajadores ni los campesinos pobres han visto resolverse una sola de sus demandas históricas fundamentales. Los compañeros de estas organizaciones, de mantener estas posiciones, le harían un pobre favor a la clase trabajadora, y quedan atados de pies y manos cuando después de haber llamado a votar –aunque sea “críticamente”- por la continuidad del capitalismo; el FMLN en unidad con ARENA y los distintos partidos burgueses ataquen a los trabajadores, permitiendo los despidos y los recortes salariales en las maquilas, en la industria, la construcción, y todas aquellas empresas que siguen estando bajo el poder de la “iniciativa privada”.
Llamamos a los compañeros del MSTC, con los que coincidimos en su valoración del programa del FMLN, así como con su caracterización de que este partido no resolverá nada; a tomar una posición consecuente frente a los distintos proyectos de gobierno capitalista. Hacemos extensivo este llamado a los demás grupos.
Por un programa de revolución obrera y socialista
Un programa para la liberación de las amplias masas obreras y populares de El Salvador, partiendo de la total independencia tanto de ARENA, el conjunto de partidos burgueses, así como del proyecto de continuidad capitalista del FMLN; debe partir de la expropiación sin pago de toda empresa que cierre o despida trabajadores, especialmente en la coyuntura actual donde los patrones, para cuidar “sus” ganancias y fortunas, cierran fábricas y establecimientos, dejando en la ruina a millones de trabajadores. Aunado a lo anterior proponemos el control obrero sobre la producción y la distribución. Además, es urgente nacionalizar el comercio exterior, y que las riquezas generadas por los trabajadores no sean extraídas por los grandes monopolios transnacionales, sino que deben servir íntegramente para solucionar los problemas de los trabajadores: vivienda, educación, salud, y otros. Así mismo, la banca debe ser nacionalizada y puesta en su totalidad bajo control directo de los trabajadores y el pueblo pobre, de manera que los capitales públicos y el crédito sirvan efectivamente para quienes producen la riqueza; y no para unos cuantos parásitos patronales que solo buscan beneficiarse con los créditos del Estado para incrementar sus ganancias. Creemos también que debe llevarse a cabo una profunda “revolución agraria” para liquidar el latifundio y acabar con los grandes terratenientes. Es insostenible que mientras existan millones de personas que no tienen terrenos siquiera para pensar en construir una vivienda, existan monopolios agroindustriales y terratenientes que concentren en su poder miles de hectáreas cultivables o aprovechables. Es necesaria la nacionalización y posterior colectivización de la tierra, que sirva para satisfacer las necesidades de alimentos de los salvadoreños, y no las ganancias de los pulpos agrarios. Para todo lo anterior, es imperante la más sólida unidad entre los obreros y los campesinos pobres.
Desde la FT-CI impulsamos la ruptura de los todos pactos con los distintos imperialismos (tanto europeos como con Estados Unidos), así como el no pago de la deuda externa. En este plano, es necesario tirar abajo el TLC con Estados Unidos y romper la negociación del TLC con la Unión Europea, para acabar con el saqueo y la explotación brutal a la que es sometido el pueblo salvadoreño a manos de los bandidos imperialistas.
Otro aspecto clave, es que El Salvador debe abandonar las aventuras del imperialismo norteamericano que -en calidad de lacayo- ha acompañado en los últimos años, como por ejemplo la guerra en Irak, donde el país centroamericano tiene instaladas tropas de su ejército. Es urgente la salida de las tropas salvadoreñas de Irak.
Proclamamos que es necesario que los trabajadores se organicen de manera independiente de todos los partidos que defienden el capitalismo, mediante comités de fábrica y de huelga que sirvan para luchar por una escala móvil de horas de trabajo y repartir la producción entre todas las manos disponibles, y así como combatir el desempleo y la ruina generada por los capitalistas. Proclamamos la necesidad de organismos de democracia obrera de masas, como consejos o juntas donde los trabajadores de las distintas ocupaciones, fábricas y establecimientos puedan organizarse y constituir sus propias instituciones de poder. A la vez que creemos necesaria la disolución de la policía nacional y el Ejército, hacemos un llamado a los trabajadores y a los campesinos pobres a prepararse para garantizar su “autodefensa” frente a los posibles ataques de los patrones en las grandes maquilas, en las fábricas y el campo; para conquistar con nuestras propias manos el control sobre los grandes medios de producción, las tierras, los bancos, y todo lo que existe, por que el mundo es nuestro; no de los capitalistas. Proclamamos la necesidad de construir los Estados Unidos Socialistas de Centroamérica, para ponerlos de inmediato al servicio de la lucha por los Estados Unidos Obreros y Socialistas de Latinoamérica.
Llamamos a todas las organizaciones obreras y socialistas centroamericanas, a luchar por este programa y esta estrategia. Si en los últimos 30 años solo sufrimos retroceso, hoy parecieran abrirse –al calor de la peor crisis capitalista desde el ’29- las puertas de par en par para nuevos y profundos procesos revolucionarios. Solo un programa y una estrategia clara y consecuente, podrá llevar a los trabajadores a la victoria; y no a las profundas derrotas que condujeron los reformistas y burócratas de todo tipoen el siglo pasado.
Por todo lo dicho anteriormente, y como primer paso para formar un potente polo de independencia de clase y estrategia revolucionaria; llamamos a los trabajadores, a los campesinos y al pueblo pobre, al voto nulo o la abstención; ya que ni el FMLN ni mucho menos la podrida derecha proimperialista de ARENA gobernarán para nosotros los trabajadores. Llamamos a luchar por una estrategia y un programa revolucionario, que tenga como norte la unificación centroamericana bajo los Estados Unidos Socialistas de Centroamérica en el marco de la revolución Latinoamericana y los Estados Unidos Obreros y Socialistas de Latinoamérica; para poner a estos Estados a su vez, al servicio de las tareas de la revolución proletaria mundial que abra el paso a la construcción del socialismo.
Un programa para la liberación de las amplias masas obreras y populares de El Salvador, partiendo de la total independencia tanto de ARENA, el conjunto de partidos burgueses, así como del proyecto de continuidad capitalista del FMLN; debe partir de la expropiación sin pago de toda empresa que cierre o despida trabajadores, especialmente en la coyuntura actual donde los patrones, para cuidar “sus” ganancias y fortunas, cierran fábricas y establecimientos, dejando en la ruina a millones de trabajadores. Aunado a lo anterior proponemos el control obrero sobre la producción y la distribución. Además, es urgente nacionalizar el comercio exterior, y que las riquezas generadas por los trabajadores no sean extraídas por los grandes monopolios transnacionales, sino que deben servir íntegramente para solucionar los problemas de los trabajadores: vivienda, educación, salud, y otros. Así mismo, la banca debe ser nacionalizada y puesta en su totalidad bajo control directo de los trabajadores y el pueblo pobre, de manera que los capitales públicos y el crédito sirvan efectivamente para quienes producen la riqueza; y no para unos cuantos parásitos patronales que solo buscan beneficiarse con los créditos del Estado para incrementar sus ganancias. Creemos también que debe llevarse a cabo una profunda “revolución agraria” para liquidar el latifundio y acabar con los grandes terratenientes. Es insostenible que mientras existan millones de personas que no tienen terrenos siquiera para pensar en construir una vivienda, existan monopolios agroindustriales y terratenientes que concentren en su poder miles de hectáreas cultivables o aprovechables. Es necesaria la nacionalización y posterior colectivización de la tierra, que sirva para satisfacer las necesidades de alimentos de los salvadoreños, y no las ganancias de los pulpos agrarios. Para todo lo anterior, es imperante la más sólida unidad entre los obreros y los campesinos pobres.
Desde la FT-CI impulsamos la ruptura de los todos pactos con los distintos imperialismos (tanto europeos como con Estados Unidos), así como el no pago de la deuda externa. En este plano, es necesario tirar abajo el TLC con Estados Unidos y romper la negociación del TLC con la Unión Europea, para acabar con el saqueo y la explotación brutal a la que es sometido el pueblo salvadoreño a manos de los bandidos imperialistas.
Otro aspecto clave, es que El Salvador debe abandonar las aventuras del imperialismo norteamericano que -en calidad de lacayo- ha acompañado en los últimos años, como por ejemplo la guerra en Irak, donde el país centroamericano tiene instaladas tropas de su ejército. Es urgente la salida de las tropas salvadoreñas de Irak.
Proclamamos que es necesario que los trabajadores se organicen de manera independiente de todos los partidos que defienden el capitalismo, mediante comités de fábrica y de huelga que sirvan para luchar por una escala móvil de horas de trabajo y repartir la producción entre todas las manos disponibles, y así como combatir el desempleo y la ruina generada por los capitalistas. Proclamamos la necesidad de organismos de democracia obrera de masas, como consejos o juntas donde los trabajadores de las distintas ocupaciones, fábricas y establecimientos puedan organizarse y constituir sus propias instituciones de poder. A la vez que creemos necesaria la disolución de la policía nacional y el Ejército, hacemos un llamado a los trabajadores y a los campesinos pobres a prepararse para garantizar su “autodefensa” frente a los posibles ataques de los patrones en las grandes maquilas, en las fábricas y el campo; para conquistar con nuestras propias manos el control sobre los grandes medios de producción, las tierras, los bancos, y todo lo que existe, por que el mundo es nuestro; no de los capitalistas. Proclamamos la necesidad de construir los Estados Unidos Socialistas de Centroamérica, para ponerlos de inmediato al servicio de la lucha por los Estados Unidos Obreros y Socialistas de Latinoamérica.
Llamamos a todas las organizaciones obreras y socialistas centroamericanas, a luchar por este programa y esta estrategia. Si en los últimos 30 años solo sufrimos retroceso, hoy parecieran abrirse –al calor de la peor crisis capitalista desde el ’29- las puertas de par en par para nuevos y profundos procesos revolucionarios. Solo un programa y una estrategia clara y consecuente, podrá llevar a los trabajadores a la victoria; y no a las profundas derrotas que condujeron los reformistas y burócratas de todo tipoen el siglo pasado.
Por todo lo dicho anteriormente, y como primer paso para formar un potente polo de independencia de clase y estrategia revolucionaria; llamamos a los trabajadores, a los campesinos y al pueblo pobre, al voto nulo o la abstención; ya que ni el FMLN ni mucho menos la podrida derecha proimperialista de ARENA gobernarán para nosotros los trabajadores. Llamamos a luchar por una estrategia y un programa revolucionario, que tenga como norte la unificación centroamericana bajo los Estados Unidos Socialistas de Centroamérica en el marco de la revolución Latinoamericana y los Estados Unidos Obreros y Socialistas de Latinoamérica; para poner a estos Estados a su vez, al servicio de las tareas de la revolución proletaria mundial que abra el paso a la construcción del socialismo.
Liga de la Revolución Socialista de Costa Rica, integrante de la Fracción Trotskista Cuarta Internacional
26 de febrero de 2009
26 de febrero de 2009
[1] Daniel González. “Derecha se congrega en torno a candidato Arena”. El Financiero N°706. 16-22 de febrero de 2009. P, 28.
[2] “Cambio en El Salvador para vivir mejor. Programa de gobierno 2009-2014.” Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. 2009. P, 42.
[3] Íbidem.
[4] Íbidem. P, 80.
[5] Mediante esta óptica puede entenderse como algunos partidos burgueses como el Partido Socialdemócrata (PSD) se inclinen por un gobierno del FMLN, así como el hecho de la crisis y división interna a la que se vienen enfrentando otros partidos minoritarios tanto en su base como en su dirección en torno al apoyo o no al Frente. Ver “Centroamérica frente a una crisis histórica.” En Estrategia Internacional N°25. Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI). Diciembre de 2008/ enero de 2009. P, 282. Como cita la prensa salvadoreña “Los partidos tales como el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Partido de Conciliación Nacional (PCN), Cambio Democrático (CD) y el Frente Democrático Revolucionario (FDR), han sufrido tanto en sus bases como en sus directorios nacionales una seria de encontronazos debido a la decisión de ver a quién le ofrecen sus apoyos políticos” (La Prensa Gráfica, 19/2/2009). Mientras algunos partidos burgueses minoritarios abiertamente apoyan a Funes por su programa de continuidad capitalista, otros también es cierto que sufren crisis importantes frente a la polarización entre ARENA Y FMLN.
[6] Íbidem. P, 288.
[7] Movimiento Socialista de Trabajadores y Campesinos. “Una política revolucionaria ante las elecciones de 2009”. Lucha Socialista N°7. Tomado de la página del MAS costarricense. www.mascostarica.org
[8] Íbidem.
[9] “El Salvador: llamamos al voto crítico a favor del FMLN. Declaración de los Socialistas Centroamericanos sobre las elecciones en El Salvador." Partido Revolucionario de los Trabajadores. El Socialista Centroamericano (SOCA). Viernes 9 de enero de 2009. www.soca.org
[10] “¿Qué FMLN necesita la clase trabajadora”. Bloque Popular Juvenil (BPJ). Corriente Marxista Internacional. Tomado de www.bloquepopularjuvenil.org
[11] Carta del Socialista Centroamericano a la LRS. 31 de enero de 2009.