por : Gustavo De Biase
Jueves 8 de sept. de 2011
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El martes 6/9 se llevó a cabo una huelga general contra el plan de ajuste del gobierno de Berlusconi. Fue una medida de 8 horas que paralizó a la península, con movilizaciones en 100 ciudades del país. La movilización central se desarrolló en Roma.
Se paralizó el transporte y el sector público, junto al sindicato metalmecánico FIOM, el más importante entre los gremios industriales, y se contó con la adhesión de tercerizados, precarizados y trabajadores inmigrantes.
Estas medidas fueron llamadas por la central de izquierda CGIL y por el sindicalismo de base, pero fueron boicoteadas por las otras dos centrales sindicales la UIL y la CILS. A pesar de esto, también fueron parte de esta jornada sectores que responden a esas centrales, desoyendo el llamado a carnerear de sus direcciones, y en varias de las movilizaciones se quemaron las banderas de los sindicatos que se negaron a apoyar la huelga.
El Partido Democrático (PD)y sus principales dirigentes plantearon que “este no era el momento de paralizar al país”. Aunque a último momento algunos dirigentes participaron de las movilizaciones.
Inclusive varios medios de prensa, como el Corriere della Sera (el diario no se editó debido al paro del sindicato de tipógrafos), plantearon que la huelga era un verdadero chantaje.
El plan de ajuste del gobierno
Los recortes se dan en medio de la crisis económica que recorre Europa, junto con el recrudecimiento de la presión del BCE sobre la deuda.
El plan significa un ajuste de 45.500 millones de euros y fué llamado por el mismo Berlusconi “plan de sangre y lágrimas”, dando cuenta de sus implicancias: aumento del IVA, reformas del Estatuto del Trabajo que implica mayores facilidades para los despidos, un ataque directo al sector público y a los derechos de negociación de los sindicatos, intentando eliminar conquistas del movimiento obrero y un paulatino aumento en la edad jubilatoria pasando en 2014 de 60 a 65 años, medidas similares a las que se intenta aplicar también en Grecia y España.
El plan fue aprobado en el Senado el 7/9 y pasó inmediatamente a Diputados. Esta votación muestra la política del PD, que justificó su posición ante la huelga planteando que iban a tratar de modificar los peores puntos del proyecto de Berlusconi en un parlamento con mayoría del gobierno, siguiendo con su política que no es otra que la defensa de los intereses de la burguesía imperialista italiana, como lo mostró cuando fue gobierno.
La CGIL ante el ajuste
La CGIL se ha ubicado como el referente ante la embestida que intenta el gobierno. Frente al ataque a la huelga desde distintos sectores patronales y de los principales partidos políticos, la secretaria general Susana Camusso planteó: “se dice que no es el momento de parar, pero yo pregunto, si no es ahora, ¿cuándo? El paro no es irresponsable, es un instrumento de defensa de los trabajadores”, definiendo en su discurso el carácter del plan que no es otra cosa que un ataque en toda la línea a los trabajadores para que sean los que paguen las crisis, mientras no son tocados los intereses de la patronal. Pero vuelve a tenderle una mano al PD, ya que, dijo, “tratan de dar pelea en otro lado, en el parlamento”.
La Italia de los trabajadores, la de los pobres, los tercerizados, los inmigrantes, los desocupados, la de la mayoría, se pone de pie. Si bien la CGIL, frente al reciente voto del Senado, acaba de convocar a movilizaciones, esto no alcanza para enfrentar las medidas del gobierno.
A este duro plan sólo se lo puede derrotar con un plan de lucha a la altura de las circunstancias que plantee claramente que la crisis la paguen los ricos, y terminar con los privilegios de una minoría, un plan de lucha que tenga como horizonte poner fin a este sistema de explotación y de rapiña que lleva a la península a mayor pobreza y desocupación, mientras la burguesía imperialista defiende los negocios de sus empresas a sangre y fuego como es el caso de Libia. Un verdadero plan de lucha, votado y discutido en las fábricas y en todo lugar de trabajo, que le imponga a las direcciones sindicales terminar con este plan que busca salvar los negocios de la patronal italiana.