Por Johanán León
Tras la salida del ministro Herrero, Chinchilla se apresuró a buscar un nuevo candidato para el Ministerio de Hacienda y todo parece indicar que encontró uno con el perfil necesario para impulsar los planes y ajustes que conforman la “política fiscal” y económica del siguiente período.
Se trata de Edgar Ayales, un economista liberacionista cuyo historial incluye los cargos de director ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), director alterno del Banco Mundial y director adjunto del Departamento de Estadísticas del Fondo Monetario Internacional (FMI), además de haber participado en el equipo responsable de la “reestructuración” de la deuda externa de Costa Rica en 1989, y más recientemente había sido nombrado director de la Bolsa Nacional de Valores.1
Esta nueva ficha de la administración actual asume en un contexto donde el déficit fiscal y el endeudamiento se han convertido en las principales preocupaciones del gobierno, por lo que no es ninguna casualidad que provenga de organismos imperialistas especializados en imponer sus “estándares” y condiciones a economías semicoloniales como la costarricense, a través de préstamos y mecanismos ya conocidos en las últimas décadas.
Con un tono muy acorde para un exfuncionario de estas instituciones, a través de varias declaraciones Ayales ha dejado en claro cuáles son las prioridades y cuál será su “estilo” de trabajo: “La contención de la situación en el corto plazo es urgente, pero la contención de la deuda y el déficit en el mediano plazo es importantísima. El primer mandato que tengo es asegurar que las finanzas públicas no pongan presiones indebidas sobre la estabilidad del país…” apuntando también que “Hay que plantear a la sociedad esta situación tan particular que tiene Costa Rica, donde la expectativa sobre el Estado Solidario y los servicios públicos es una, y los ingresos son otros”.2
En otra entrevista publicada en La República donde se trataba la posibilidad de un nuevo proyecto de impuestos señalaba “Puede ser un plan fiscal, puede ser una combinación de medidas de ingreso y gasto. Lo que el país quiera que sea, yo voy a ser el mediador. A los sindicatos les voy a decir: ¿quieren ese empleo? Vamos a tener que recortar, privatizar o vender. No sé qué quiere el país. El país va a tener que expresarse para llegar a un mejor balance, para no seguir en este caos.”, agregando que “Quiero que la gente sepa que así como estamos ahora no podemos pagar lo que tenemos. Hace 70 años era muy fácil decir queremos que la educación sea gratuita y obligatoria para todo el mundo, cuando era aprender a leer y escribir. Hoy en día, las expectativas son distintas.”3
Déficit, endeudamiento y mayores tasas de interés: la clase trabajadora está pagando la factura
En paralelo a los crecientes recortes de presupuesto y las directrices de “austeridad”, el gobierno viene haciendo una apuesta bastante riesgosa en el mediano y largo plazo, canalizando el déficit fiscal a través de un creciente endeudamiento durante los últimos meses.
Para esto el principal recurso que han utilizado son las emisiones de deuda interna (bonos), comprados por capitalistas en el mercado local y cuyas ganancias (rendimientos) luego son canceladas precisamente con dinero público, lo que no sólo se visualiza ya como algo insostenible en el tiempo, sino que más concretamente se traduce en consecuencias directas como el incremento de las tasas de interés debido a que dicha deuda entra a “competir” con la emitida por los bancos y otras entidades financieras, lo que dispara las tasas de interés que regulan también las hipotecas y préstamos que adeudan cientos de miles de trabajadores y familias pobres.
Sin embargo el gobierno es consciente que el recurso de la deuda interna no es ilimitado al tiempo que el incremento de las tasas de interés puede traerle complicaciones en aspectos como la inflación y el propio crecimiento del déficit; por eso mientras impulsa con todo la “contención del gasto”, se apresura en echar mano de la deuda externa inicialmente a través de la emisión de eurobonos y de las nuevas leyes que forman parte del Plan B; no sólo para cubrir “gastos corrientes” como los rendimientos de los inversionistas; sino inclusive como única opción real para realizar inversión pública básica como en infraestructura4. Es aquí donde también la llegada de Ayales puede jugar un rol importante desde el punto de vista del propio gobierno.
De esta forma no sólo las ganancias que estos capitalistas reciben por sus inversiones, sino el propio déficit que se sustenta en las millonarias exenciones y subsidios a los empresarios, el pago de la deuda externa e interna y las cada vez mayores partidas de presupuesto dirigidas a fortalecer los cuerpos represivos son costeadas cada vez más por la clase trabajadora.
¿A dónde apuntan los límites de los mecanismos actuales?
Aunque el gobierno deposita buena parte de su confianza en el uso de deuda, ya comienza a ser visible que este tipo de políticas tienen su propio límite tanto por la espiral que genera el propio déficit fiscal como por los niveles actuales de deuda tanto interna como externa en relación a la producción local.5
Tampoco hay que perder de vista que todos los planes y ajustes planteados y los que ya han comenzado a impulsarse en conjunto con los empresarios, se dan en un contexto donde la crisis capitalista por ahora se mantiene concentrada en Europa y la débil economía costarricense por ahora no sufre las consecuencias directas tal como ocurrió en el 2008; un panorama que puede cambiar rápidamente ante el impacto de la dinámica en Grecia y el futuro de la Unión Europea.
Estos elementos dejan al descubierto que las amenazantes palabras del ministro Ayales en referencia a “las expectativas” con la educación secundaria y universitaria gratuita (no extendidas hace 70 años) y la propia salud y demás servicios públicos; apuntan a cuál será en los hechos el centro de los planes a los que en última instancia apuesta el gobierno para lograr algún cierto flujo de recursos que le permita mantener a flote los negocios de los capitalistas. Es precisamente para enfrentar esta arremetida en la que se profundizarán los actuales recortes de presupuesto, que se hace urgente prepararnos e iniciar la lucha en las calles.
Es clave organizarnos e impulsar la movilización conjunta de los trabajadores, estudiantes y sectores empobrecidos no sólo para enfrentar los intentos por descargar el déficit fiscal sobre nuestras espaldas ya sea por la vía de la “austeridad” o los tarifazos, sino también para estar en mejores condiciones ante nuevos combates y lograr que sean los patrones los que paguen por completo las consecuencias de la crisis capitalista.
Tras la salida del ministro Herrero, Chinchilla se apresuró a buscar un nuevo candidato para el Ministerio de Hacienda y todo parece indicar que encontró uno con el perfil necesario para impulsar los planes y ajustes que conforman la “política fiscal” y económica del siguiente período.
Se trata de Edgar Ayales, un economista liberacionista cuyo historial incluye los cargos de director ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), director alterno del Banco Mundial y director adjunto del Departamento de Estadísticas del Fondo Monetario Internacional (FMI), además de haber participado en el equipo responsable de la “reestructuración” de la deuda externa de Costa Rica en 1989, y más recientemente había sido nombrado director de la Bolsa Nacional de Valores.1
Esta nueva ficha de la administración actual asume en un contexto donde el déficit fiscal y el endeudamiento se han convertido en las principales preocupaciones del gobierno, por lo que no es ninguna casualidad que provenga de organismos imperialistas especializados en imponer sus “estándares” y condiciones a economías semicoloniales como la costarricense, a través de préstamos y mecanismos ya conocidos en las últimas décadas.
Con un tono muy acorde para un exfuncionario de estas instituciones, a través de varias declaraciones Ayales ha dejado en claro cuáles son las prioridades y cuál será su “estilo” de trabajo: “La contención de la situación en el corto plazo es urgente, pero la contención de la deuda y el déficit en el mediano plazo es importantísima. El primer mandato que tengo es asegurar que las finanzas públicas no pongan presiones indebidas sobre la estabilidad del país…” apuntando también que “Hay que plantear a la sociedad esta situación tan particular que tiene Costa Rica, donde la expectativa sobre el Estado Solidario y los servicios públicos es una, y los ingresos son otros”.2
En otra entrevista publicada en La República donde se trataba la posibilidad de un nuevo proyecto de impuestos señalaba “Puede ser un plan fiscal, puede ser una combinación de medidas de ingreso y gasto. Lo que el país quiera que sea, yo voy a ser el mediador. A los sindicatos les voy a decir: ¿quieren ese empleo? Vamos a tener que recortar, privatizar o vender. No sé qué quiere el país. El país va a tener que expresarse para llegar a un mejor balance, para no seguir en este caos.”, agregando que “Quiero que la gente sepa que así como estamos ahora no podemos pagar lo que tenemos. Hace 70 años era muy fácil decir queremos que la educación sea gratuita y obligatoria para todo el mundo, cuando era aprender a leer y escribir. Hoy en día, las expectativas son distintas.”3
Déficit, endeudamiento y mayores tasas de interés: la clase trabajadora está pagando la factura
En paralelo a los crecientes recortes de presupuesto y las directrices de “austeridad”, el gobierno viene haciendo una apuesta bastante riesgosa en el mediano y largo plazo, canalizando el déficit fiscal a través de un creciente endeudamiento durante los últimos meses.
Para esto el principal recurso que han utilizado son las emisiones de deuda interna (bonos), comprados por capitalistas en el mercado local y cuyas ganancias (rendimientos) luego son canceladas precisamente con dinero público, lo que no sólo se visualiza ya como algo insostenible en el tiempo, sino que más concretamente se traduce en consecuencias directas como el incremento de las tasas de interés debido a que dicha deuda entra a “competir” con la emitida por los bancos y otras entidades financieras, lo que dispara las tasas de interés que regulan también las hipotecas y préstamos que adeudan cientos de miles de trabajadores y familias pobres.
Sin embargo el gobierno es consciente que el recurso de la deuda interna no es ilimitado al tiempo que el incremento de las tasas de interés puede traerle complicaciones en aspectos como la inflación y el propio crecimiento del déficit; por eso mientras impulsa con todo la “contención del gasto”, se apresura en echar mano de la deuda externa inicialmente a través de la emisión de eurobonos y de las nuevas leyes que forman parte del Plan B; no sólo para cubrir “gastos corrientes” como los rendimientos de los inversionistas; sino inclusive como única opción real para realizar inversión pública básica como en infraestructura4. Es aquí donde también la llegada de Ayales puede jugar un rol importante desde el punto de vista del propio gobierno.
De esta forma no sólo las ganancias que estos capitalistas reciben por sus inversiones, sino el propio déficit que se sustenta en las millonarias exenciones y subsidios a los empresarios, el pago de la deuda externa e interna y las cada vez mayores partidas de presupuesto dirigidas a fortalecer los cuerpos represivos son costeadas cada vez más por la clase trabajadora.
¿A dónde apuntan los límites de los mecanismos actuales?
Aunque el gobierno deposita buena parte de su confianza en el uso de deuda, ya comienza a ser visible que este tipo de políticas tienen su propio límite tanto por la espiral que genera el propio déficit fiscal como por los niveles actuales de deuda tanto interna como externa en relación a la producción local.5
Tampoco hay que perder de vista que todos los planes y ajustes planteados y los que ya han comenzado a impulsarse en conjunto con los empresarios, se dan en un contexto donde la crisis capitalista por ahora se mantiene concentrada en Europa y la débil economía costarricense por ahora no sufre las consecuencias directas tal como ocurrió en el 2008; un panorama que puede cambiar rápidamente ante el impacto de la dinámica en Grecia y el futuro de la Unión Europea.
Estos elementos dejan al descubierto que las amenazantes palabras del ministro Ayales en referencia a “las expectativas” con la educación secundaria y universitaria gratuita (no extendidas hace 70 años) y la propia salud y demás servicios públicos; apuntan a cuál será en los hechos el centro de los planes a los que en última instancia apuesta el gobierno para lograr algún cierto flujo de recursos que le permita mantener a flote los negocios de los capitalistas. Es precisamente para enfrentar esta arremetida en la que se profundizarán los actuales recortes de presupuesto, que se hace urgente prepararnos e iniciar la lucha en las calles.
Es clave organizarnos e impulsar la movilización conjunta de los trabajadores, estudiantes y sectores empobrecidos no sólo para enfrentar los intentos por descargar el déficit fiscal sobre nuestras espaldas ya sea por la vía de la “austeridad” o los tarifazos, sino también para estar en mejores condiciones ante nuevos combates y lograr que sean los patrones los que paguen por completo las consecuencias de la crisis capitalista.
1 “Ayales busca controlar déficit y dejar planteada una solución”, La Nación , 4/5/2012
2 “El plan “B” es una curita”, La República, 17/5/2012
3 “Jerarca suma amplia experiencia en el exterio”, La Nación , 18/4/2012
4 “El techo del déficit es 4%”, El Financiero, Edición 869
5 “Deuda externa se acerca a su techo”, El Financiero, Edición 870