sábado, 1 de octubre de 2011

Argentina - Elecciones: La campaña de octubre, y más allá

por Manolo Romano
PTS-Argentina
www.ft-ci.org

A menos de un mes de las elecciones presidenciales, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores ha lanzado una nueva campaña de masas a través de los spots televisivos de la fórmula Altamira-Castillo. Los objetivos de la elección de octubre ya no plantean el llamado a romper la proscripción que fue vencida con más de 500 mil votos. La importancia de la campaña está, ahora, en fortalecer las posiciones para la lucha de clases que se desarrollará al calor de la crisis capitalista internacional. Nuestra campaña trabaja sobre una contradicción fundamental: las aspiraciones de igualdad que tienen millones que votarán el “nunca menos” oficialista y un gobierno que, con esos millones de votos, se prepara para el “ya no más” para los trabajadores y el pueblo.

A esta altura ni la presidenta ni Boudou, que decían que el país estaba blindado, niegan que la crisis vaya a afectar, como es lógico, a la Argentina.

Sólo que lo utilizan como argumento de campaña electoral para decir que el gobierno kirchnerista no aplicará “las mismas recetas” de ajuste que los estados europeos y sigue proponiendo el FMI en el mundo. Pero ya el Presupuesto 2012 presentado al Congreso reconoce déficit fiscal y, como pondera La Nación, va ‘a contramano del discurso’ gubernamental: “en el rubro “Transporte”, que es donde se encuentran las partidas para obras de Vialidad y también las obras y subsidios en la operación ferroviaria hay un incremento de sólo el 7% de los montos lo que, de cumplirse, significaría o menos obras o tarifas más altas”. Demás está decir que si, además, la crisis financiera internacional complica la emisión de deuda de las provincias para financiarse (se estima en 3.500 millones de dólares la brecha de lo que hace falta para cerrar las cuentas en el 2012, de los cuales 2000 pertenecen a la provincia de Buenos Aires), los ajustes fiscales serán inevitables. Con gobernadores K como Soria en Río Negro, uno de los responsables de la masacre del Puente Pueyrredón, nadie duda que estén dispuestos a aplicarlos con consecuencias, en primer lugar, para los miles de trabajadores precarios y en negro que tienen a su principal empleador en los Estados provinciales (en la mismìsima sede del Ministerio del propio Tomada hay un 70% de la planta contratada).

Aparecen algunos primeros síntomas en la industria. En medio de una crisis más general de la producción de acero en el mundo, la poderosa Acindar ya se empieza a preparar poniendo en carpeta alrededor de 150 bajas en sus plantas: “70 propios y 80 contratados”, como lo definió uno de sus gerentes de Villa Constitución. En tanto, ya “está acordado que de bajarse la producción, los contratistas pasarían a cobrar un 75% de sus haberes”. La metodología de despidos y suspensiones con rebaja salariales de contratados ya fue aplicada durante el cimbronazo del 2009. A pesar de los 8 años de crecimiento, los Kirchner dejaron incólume una de las más grandes conquistas de la clase capitalista consolidada en los años 90, la tercerización y precarización masiva de la fuerza de trabajo. Una variable de ajuste que utilizan en cada baja de la producción, con la garantía de la “intervención del Estado” y el acuerdo de la burocracia sindical. Así lo certifica el candidato a diputado nacional por Córdoba en el Frente de Izquierda, el delegado automotriz de FIAT-IVECO, Hernan Puddu que se negó a suscribir el acuerdo por despidos de contratados entre la patronal y la cúpula del SMATA, que lo despidieron de la empresa y lo expulsaron del sindicato por haber desafiado esta “santa alianza”. Ahora mismo, la propia FIAT de Córdoba (que tiene alrededor de 1.000 contratados entre sus 2.500 obreros, con el concurso del gobierno y el SMATA) empezó, por ahora en cuenta gotas, un régimen de suspensiones. Luego de la devaluación de Brasil las multinacionales que producen de ambos lados de la frontera preparan reajustes. La amenaza contra el sector más vulnerable de la clase trabajadora es funcional al otro “rubro” del ajuste que viene con Cristina 2012, como fue dicho por el gobierno para quien quiera escucharlo: las pautas salariales para las próximas paritarias entre los empresarios y la CGT serán más bajas.

Ante estos aprestos de la clase capitalista, el acierto de los nuevos spots de TV de la fórmula Altamira y Castillo es el llamado a pelear el voto “para fortalecer la lucha por tus reclamos, diputados de izquierda en el Congreso y una alternativa política de los trabajadores en todo el país”. El primer mensaje es: de obtenerse bancas, como ya se lograron en las elecciones provinciales de Neuquén y Córdoba estarán, en primer lugar, al servicio de luchas por los reclamos más vitales. Como el de los choferes de la emblemática Línea 60 que le doblaron el brazo a los empresarios y obtuvieron su aumento salarial, apoyándose en su cuerpo de delegados de base y derrotando el intento de la patota armada por la empresa y la UTA de quebrar su lucha. Como el que acaban de protagonizar los jóvenes zafreros contratados del Ingenio La Esperanza, en Jujuy, que con paros, bloqueos de la planta y cortes de ruta, lograron arrancarle a la patronal de los Roggio el compromiso de pasar a planta permanente a 435 trabajadores. Como el histórico paro en defensa de las mujeres obreras de Kraft ante los abusos de los jefes. Aunque hoy estas batallas de la clase trabajadora son protagonizadas por sectores más concientes y organizados, será el camino que en perspectiva tomarán amplias franjas de masas a quienes hoy dirigimos nuestra agitación electoral.

En este marco se ha abierto un debate sobre la continuidad del Frente de Izquierda cuando por delante ya no haya elecciones cercanas, sino la tarea de constituir “una alternativa política de los trabajadores en todo el país” en los enfrentamientos en las calles y en las huelgas, frente a represiones estatales, engaños de conciliación de clases, crisis políticas y acontecimientos internacionales de magnitud hitórica. De allí nuestra propuesta a todas las fuerzas del frente de izquierda a impulsar una poderosa corriente de independencia de clase en los sindicatos, comisiones internas y cuerpos de delegados, que sea una clara opción contra la burocracia sindical de la CGT y las CTAs, que impulse organizaciones comunes con los sectores no sindicalizados y el pueblo pobre. Que siente las bases para un partido de la clase trabajadora capaz de superar la contención del peronismo, influir decisivamente y cambiar la relación de fuerzas en la escena nacional.