Por PTS, Argentina
LVO: El 1º de Octubre se cumplen diez años de la ocupación de Zanon en medio de la crisis que vivía la Argentina. ¿Qué significado toma hoy?
Raúl Godoy: La lucha de Zanon fue una respuesta clasista frente a la crisis capitalista en Argentina, que llevó en esos años al cierre de casi 2 mil fábricas.
La primera respuesta la habían dado las organizaciones de los trabajadores desocupados, pero después llegaron las primeras ocupaciones contra los cierres y despidos, que no sólo cuestionaban la propiedad privada, sino que demostraban que los capitalistas no eran necesarios. “Sin patrones podemos producir”, repetíamos en distintos lugares del país.
Nuestra experiencia muestra en pequeña escala que los trabajadores somos capaces de dar una salida obrera y popular ante los cierres de empresas, ante la desocupación. Que la crisis la paguen los capitalistas.
En estas semanas no sólo vamos a recordar aquellos días en que decidimos ocupar la planta, sino que queremos que nuestra lucha sirva a muchos trabajadores para preparar el futuro. LVO: ¿Y cuáles fueron los principales puntos de ese proceso?
Lo primero que hicimos fue recuperar la comisión interna contra la burocracia de los Montes, que estaba vendida a la empresa. Nos planteamos objetivos básicos: que todo se resolvería por asamblea, que los delegados serían revocables, y que defenderíamos a los trabajadores efectivos y a los contratados por igual. La unidad de las filas obreras fue una de nuestras primeras banderas de lucha. Así fuimos trabajando, codo a codo, con un grupo de compañeros, desde los primeros conflictos hasta la lucha contra el vaciamiento organizado por la familia Zanon, que terminaba en el cierre de la fábrica.
Tuvimos una huelga muy importante, que es un emblema de nuestra lucha, en el año 2000 cuando murió nuestro compañero Daniel Ferrás por las malas condiciones de salud, higiene y seguridad para atenderlo en la fábrica. Otro hito fue la recuperación del Sindicato en una histórica asamblea en Cutral-Co, donde impedimos que la burocracia de los Montes impusiera una junta electoral fraudulenta. Ahí se ganó el sindicato; después, la votación fue un trámite porque la mayoría de los trabajadores nos apoyaba. Otro hito muy importante fue la huelga de 34 días en el 2001. En ese momento les planteamos a los compañeros que si queríamos mantener los puestos de trabajo había que luchar duro. “Que abran los libros de contabilidad, que muestren los millones que ganaron en todos los años previos” fue el reclamo, y llevamos adelante una gran huelga.
Después vino la ocupación, 5 meses de carpas, en los que desplegamos una militancia obrera enorme y más tarde poner en funcionamiento. Con el objetivo de la administración obrera, organizamos la producción creando los distintos sectores y comisiones de comercialización, compras, ventas, salud, seguridad, prensa y difusión, coordinadores de sector, y un organismo de dirección que además de la gestión económica discutía de política, hacia dónde marchaba el conflicto, un verdadero Consejo Obrero: la “reunión de coordinadores”. Fue una experiencia nueva para nosotros y para miles de trabajadores que lo seguían, una escuela de planificación que demostraba la capacidad de la clase obrera para dirigir las fábricas.
Y la gestión obrera de Zanon, a diferencia de otras experiencias, se supo rodear desde el principio de un enorme apoyo no sólo de otros trabajadores, sino de la comunidad, de nuestros hermanos mapuches, del conjunto de organismos de DD.HH., de los artistas, hasta los internos de la Unidad 11, la cárcel ubicada cerca de Zanon, hicieron llegar su solidaridad donando sus raciones de comida en varias jornadas.
Nos unimos con miles de desocupados que luchaban por un trabajo genuino y estudiantes defendían la educación publica. Esto hizo que se popularizara la consigna “Zanon es del pueblo, apoye a los obreros”, levantada por miles de trabajadores que veían a Zanon como un ejemplo de respuesta a la crisis.
Incorporamos desde el inicio las demandas de diferentes sectores. Levantábamos entonces otra bandera: “por un plan de obras públicas, que genere trabajo genuino, viviendas, escuelas y hospitales”; todas demandas muy sentidas por una población que sufre una crisis habitacional y de infraestructura que lleva a que en todos los crudos inviernos neuquinos se quemen casillas precarias, y que contrasta con los millones que ingresan con las regalías petroleras.
Con los estudiantes y profesores, levantamos juntos la demanda de “educación pública, laica y gratuita”, que llevó posteriormente a la firma de un pacto obrero-universitario entre nuestro Sindicato Ceramista y la Universidad del Comahue.
Nuestro trabajo en común con otras organizaciones obreras, para enfrentar el desalojo, la burocracia y el gobierno, nos llevó a impulsar una organización común, la Coordinadora Regional del Alto Valle. Allí confluimos trabajadores de fábricas, estatales, de la salud, docentes, organizaciones de desocupados, estudiantes y partidos de izquierda. Fue una organización muy importante en Neuquén, que nos permitió coordinar nuestras acciones de lucha, organizar la solidaridad con grandes acciones -como la del 8 de abril del 2003 en la que ATEN paró en apoyo a los obreros de Zanon- y tener un órgano de debate entre los trabajadores antiburocráticos.
Esa experiencia, aunque no se extendió en el tiempo, fue muy profunda, una muestra de los organismos de autodeterminación obrera que tenemos que poner en pie en momentos de crisis como los que vivíamos en esos años, y se vuelven a vivir en otros lugares del mundo.
Todo este trabajo que hicimos para unirnos con otros sectores obreros y populares y lograr el apoyo de la comunidad con que contamos todos estos años muestra en pequeña escala la potencialidad que tiene la clase trabajadora para encabezar una alianza de todos los sectores que sufren la explotación y la opresión en esta sociedad, alianza que pueda enfrentar y vencer a los capitalistas. Eso permitió liquidar cualquier intento de desalojo y ahora enfrentar el intento de ahogarnos económicamente, que viene llevando adelante el gobierno del MPN con la colaboración del gobierno nacional, ambos enemigos de la gestión obrera.
LVO: A la par de la gestión obrera, el Sindicato Ceramista jugó un rol fundamental…
Totalmente. En el año 2000, como muchos saben, echamos a la burocracia de los Montes. La Agrupación Marrón del SOECN se organizó a partir de un programa clasista, que fue poniendo a prueba en cada uno de estos hechos que te estoy contando y ante lo que pasaba en la provincia. Y no sólo en Neuquén. De entrada nomás empezamos a recorrer cada lugar donde había una lucha: Mosconi en Salta, Brukman, petroleros, las asambleas populares, el subte. Organizamos los encuentros de fábricas, participábamos de las asambleas piqueteras, impulsábamos un periódico como Nuestra Lucha, todo lo que nos permitiese unirnos a los sectores que peleaban contra la burocracia y los empresarios, que eran nuestros hermanos. Entonces proponíamos e impulsábamos distintas formas de coordinación.
Y dentro de Ceramistas también nos planteamos el objetivo de revolucionar el sindicato. Muchos compañeros combativos recuperan sus organizaciones pero no pelean por sacarse de encima la herencia burocrática que arrastran. Muchos pasan por un sindicato, después lo pierden, y todo sigue igual.
Por eso después de mucha discusión, debates y participación aprobamos los nuevos estatutos del sindicato: que la asamblea es soberana y los dirigentes son revocables y rotan en sus cargos; que las minorías tienen representación; que el sindicato se reclama clasista y por lo tanto independiente del Estado, los patrones y los partidos patronales, y que se pone al servicio de la lucha de clases más allá de las fronteras. Eso es parte del programa de los revolucionarios: la lucha contra la estatización de los sindicatos y por la democracia obrera. Y no nos conformamos: en realidad no alcanza con luchar -a veces en forma heroica y sacrificada- por reclamos puramente sindicales. Nosotros nos trazamos un horizonte más de fondo, la perspectiva política de abolir la explotación del hombre por el hombre.
El último paso, importantísimo, que dimos con los compañeros de la Agrupación Marrón, fue la conquista de una banca, obrera y socialista, en la Legislatura de Neuquén. Tiene el sabor de haber conquistado una trinchera en territorio enemigo, pero “a bandera desplegada”, manteniendo la coherencia de todos estos años y haciendo los mismos planteos. Desde el 2003 un grupo de dirigentes veníamos planteando la necesidad de dar el salto de lo sindical a lo político, e impulsábamos la conformación de una herramienta política de los trabajadores. En estas elecciones, la constitución del frente a nivel nacional entre el PTS, el Partido Obrero e Izquierda Socialista despertó entusiasmo en muchos trabajadores. Así es que realizamos plenarios abiertos de la Agrupación Marrón Ceramista de las cuatro fabricas, que integramos junto a compañeros independientes, y juntos resolvimos ser parte integrante del Frente en Neuquén, y se votó a Alejandro López y a mí para encabezar la lista de diputados. A las diferentes listas del Frente en Neuquén se fueron sumando compañeros. Enfrentamos también la proscripción del gobierno kirchnerista contra la izquierda y los trabajadores combativos y ahora continuamos con la bandera por el desprocesamiento de todos los luchadores obreros y populares, que son cinco mil en todo el país y más de quinientos en la provincia, incluyendo muchos ceramistas, entre ellos Alejandro y yo.
El aporte del PTS
¿Y vos cómo lo viviste, como militante trotskista?
Como una gran experiencia. Yo trabajo en Zanon desde hace 18 años. Cuando entré era pleno menemismo. Hacía poco el sindicato había negociado productividad, y entonces, aparte de tener los jefes, el sindicato, tus mismos compañeros te venían a verduguear para que no se pare una máquina. Fueron tiempos de trabajo paciente, clandestino. Pero desde el PTS, en momentos en que muchos hablaban del “fin de la clase trabajadora”, de los nuevos movimientos sociales o nuevos sujetos, etc, nosotros teníamos una confianza enorme en nuestra clase.
Para mí fue fundamental la contribución de los militantes en general y los trotskistas en particular, y las ideas revolucionarias, en la lucha que llevamos adelante los trabajadores de Zanon. LVO: ¿Cuáles fueron los aportes del PTS en Zanon?
RG: En primer lugar, el programa, que se hizo carne en muchos aspectos de estas experiencias que hemos dejado los ceramistas. La crisis ya estaba instalada, y en muchos casos también la resistencia obrera, muchas veces espontánea, a los despidos y cierres. El tema es qué salida se terminaba imponiendo. Como parte orgánica de la toma de fábricas, creo que el PTS ayudó a fusionar a esa vanguardia obrera con muchos elementos del programa marxista, el único que podía dar una respuesta para que a la crisis la pagasen los capitalistas y nuestra lucha se pudiera convertir en un ejemplo en otros lugares.
Mucho de lo que hicimos en estos años que ver con lo escrito por León Trotsky en el Programa de Transición en 1938, que mostró toda su vigencia en Zanon y hoy vuelve a actualizarse ante la crisis capitalista. El programa no nace de la elaboración de una cabeza iluminada, sino que es la materialización de la experiencia histórica de 160 años de lucha de la clase obrera internacional, que no podemos subestimar.
Estamos orgullosos también, como parte de este proceso, de haber colaborado en la formación de una nueva camada de dirigentes, no solo del PTS, que despiertan a la vida política luchando por sus derechos y que hoy abrazan la causa de la revolución.