viernes, 7 de octubre de 2011

Se extiende el movimiento de “indignados” en Estados Unidos


Por Celeste Murillo, FT-CI

Desde el 17/9, inspirados en el movimiento de los “Indignados” españoles, cientos de manifestantes ocupan diferentes plazas y espacios en Nueva York donde se encuentra Wall Street, centro financiero de Estados Unidos y el símbolo de los responsables de la crisis económica. Desde la semana pasada, las marchas y ocupaciones simbólicas se extendieron a otras ciudades.

Durante más de una semana, un campamento ocupó la plaza Zuccotti cerca de Wall Street: con marchas y asambleas los impulsores de “Ocupar Wall Street” fueron sumando el apoyo de la población que acercaba alimentos y solidaridad hasta el desalojo del 24/9. La represión desmesurada de la policía el 24 solo generó mayor solidaridad y una incipiente extensión de las “acampadas” a Boston, Los Angeles, San Francisco, Washington, Seattle y Filadelfia, entre otras.

Más allá del carácter simbólico de las ocupaciones, donde participa un pequeño sector por ahora, estas acciones encuentran eco en el hastío de las mayorías obreras y populares sobre quienes se están descargando los costos de la crisis económica. El trasfondo de las protestas son 14 millones de desocupados (más del 9% de la población) y 46 millones de personas pobres, sumado a la gigantesca brecha entre ricos y pobres que no ha hecho más que profundizarse: el 1% de la población posee más del 40% de la riqueza; el ingreso de las familias más pobres ha caído un 12% durante los últimos años mientras que los más ricos solo vieron una caída del 1,5%.

El sábado 1/10 se realizó una importante marcha contra la represión policial, que utilizó gas pimienta para desalojar la plaza y fue denunciada por la brutalidad que caracteriza a la Policía de Nueva York. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, conocido por su mano dura, afirmó que la policía seguiría “defendiendo los derechos de todos”, quienes protestan y quienes transitan la ciudad. Era seguro que nada bueno podían esperar los manifestantes: el domingo 2/10, 700 personas fueron detenidas cuando protestaban en el puente de Brooklyn. Aunque fueron liberados, todos enfrentan causas por resistencia a la autoridad y obstaculización del tránsito. Ya se preparaban para esta semana nuevas marchas contra la policía y un acto frente al Ayuntamiento.

Para el jueves 5/10, cuando se cumplen 10 años del comienzo de la guerra y ocupación imperialista en Afganistán, se preparan actos y manifestaciones en varias ciudades, con centro en Washington. Varias organizaciones comienzan a hablar de construir una gran organización nacional, que reúna los reclamos de la población, frente a la actitud del gobierno y el Congreso, que la mayoría ve como indiferentes ante las penurias que sufren millones. El gobierno de Barack Obama, que llegó a la Casa Blanca rodeado de enormes expectativas, se encuentra hoy entre el creciente descontento de amplios sectores con su política económica y la constante negociación con los republicanos y la ultraderecha del Tea Party, con quienes viene administrando en conjunto la crisis, priorizando el rescate a bancos y grandes empresas. Hoy, aun cuando Obama impulsa mayores impuestos para los ricos con una clara intención de recuperar apoyo, la mayoría ve estas políticas como absolutamente insuficientes.

Al heterogéneo movimiento que impulsa las ocupaciones (compuesto por un amplio abanico de organizaciones y con un programa aún difuso) empezaron a sumarse los sindicatos. El sindicato de trabajadores de transporte de Nueva York, que organiza a los 38.000 trabajadores y trabajadoras de los subtes y colectivos, votó por unanimidad apoyar a las protestas. Además, la coalición sindical que había organizado una importante marcha contra Wall Street recientemente se sumaría también al frente de organizaciones que impulsan “Ocupar Wall Street”. También se sumaron los trabajadores del acero, el sindicato de enfermeras y de empleados públicos (uno de los más grandes a nivel nacional). Estas adhesiones ha provocado que incluso Richard Trumka, dirigente de la central sindical AFL-CIO, se pronuncie contra la oligarquía de Wall Street. Pero esta adhesión no puede hacernos olvidar que la burocracia sindical es uno de los principales garantes de los rescates a las empresas, como el acuerdo entre el gobierno y General Motors: para recibir el salvavidas de Obama, los sindicatos prometieron “paz social” mientras se bajan salarios y se eliminan conquistas. Una vez más, la burocracia y la patronal obligan a la clase obrera a hacer sacrificios para salvar a los capitalistas. Tampoco hay que olvidar que cuando miles se movilizaban en Wisconsin y las y los trabajadores públicos mostraron su disposición a paralizar escuelas y hospitales, fue la burocracia la que llamó a negociar mientras entregaban el seguro médico y el salario, y llamó a confiar en los mecanismos de esta democracia para ricos.

Cada día se vuelve más urgente desarrollar la movilización independiente de los partidos de los empresarios, demócratas o republicanos, y sus colaboradores de la burocracia sindical, que han ayudado a pasar todos y cada uno de los recortes y ataques contra los trabajadores. Solamente la movilización y organización de la juventud y los trabajadores en alianza con los sectores empobrecidos –donde mujeres, negros y latinos son una mayoría escandalosa– podrá hacer que la crisis la paguen los capitalistas.